«Este es un barrio de diversidad y a ti te molesta la diversidad», le dijeron los vecinos de Lavapiés a Monasterio
Ayer nos enteramos de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid pidió que se certificase el aforamiento de Rocío Monasterio, diputada del partido de extrema derecha Vox, por sus presuntos delitos.
Según denuncia la Fiscalía, Monasterio utilizó un sello falseado del Colegio de Aparejadores de Madrid en proyectos que presentó en el Ayuntamiento de Madrid en 2005, 2011 y 2016 para el loft del presentador Arturo Valls, tres años antes de que se convirtiera en diputada autonómica. Las denuncias se enfocan en que volvió a emplear este visado porque, a diferencia de lo ocurrido en 2005 y 2011, los hechos de 2016 no habrían prescrito, cuestión que ha recaído en la Fiscalía de la Comunidad de Madrid por la condición de aforada de Monasterio.
La Fiscalía abrió el 2 de marzo de 2020 una investigación por esas «irregularidades» tras una denuncia presentada por el grupo municipal Más Madrid a través de la dirigente del partido Marta Higueras y por el que fuera concejal de Urbanismo durante la alcaldía de Manuela Carmena, Juan Manuel Calvo del Olmo, que es arquitecto de profesión.
Por ello, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha elevado un suplicatorio a la Asamblea de Madrid para que certifique la condición de aforada de Rocío Monasterio en relación a la querella de la Fiscalía de Madrid por la presunta comisión de un delito de falsedad documental en un visado del Colegio de Aparejadores. Una vez se certifique el aforamiento, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid decidirá sobre la admisión o no de la querella. El hecho de que se acredite su condición de parlamentaria autonómica le da el aforamiento para que el caso se siga en la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y no en un juzgado ordinario.
Para celebrarlo, Rocío Monasterio ha decidido salir a buscar gresca al madrileño barrio de Lavapiés, conocido por su multiculturalismo y militancia antifascista, donde -obviamente- fue increpada por su intolerancia y sus mensajes de odio.
«Vergüenza te tendría que dar», le decía una de las ocupantes de una mesa en la terraza de un bar mientras la política se acercaba preguntando el por qué. «Porque este es un barrio multicultural, antifascista», respondía uno de ellos. «Este es un barrio de diversidad y a ti te molesta la diversidad», agregaba la mujer. «No, no, estáis confundidos», decía la política a los dos ocupantes de la terraza del bar, sin añadir nada más.
Sin entrar en detalles, emprendió su marcha. Mientras les señalaba y emprendía su marcha. «¿Os veo trabajando, eh chavales?» «Darle al trabajo, darle«, remataba mientras se alejaba.
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