24 Abr 2025

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​24 de abril | 12 años de Rana Plaza: el crimen industrial que la moda no quiere recordar​
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​24 de abril | 12 años de Rana Plaza: el crimen industrial que la moda no quiere recordar​ 

​El 24 de abril de 2013 la industria textil global mostró su rostro más despiadado.

A las 9:00 de la mañana del 24 de abril de 2013, el edificio Rana Plaza, de ocho plantas, se desplomó en Savar, a las afueras de Daca, Bangladés. En su interior, más de 3.000 personas, en su mayoría mujeres jóvenes, cosían prendas para marcas occidentales. El saldo: 1.134 personas muertas y más de 2.500 heridas. Fue el peor desastre industrial en la historia del país y el más letal en la industria textil mundial. ​

El día anterior, se habían detectado grietas en la estructura. Las tiendas y el banco en los pisos inferiores cerraron, pero las fábricas de ropa obligaron a sus trabajadoras y trabajadores a regresar al día siguiente, bajo amenaza de perder el salario. La avaricia empresarial ignoró las advertencias y empujó a miles a una muerte anunciada. ​

​Entre los escombros aparecieron etiquetas de marcas como Primark, Mango, Benetton, El Corte Inglés, Walmart, Zara y H&M. Algunas de estas empresas negaron vínculos o minimizaron su responsabilidad. Otras, como Benetton, reconocieron relaciones comerciales previas, pero alegaron que ya no trabajaban con el proveedor en el momento del colapso. ​

​La tragedia no fue un accidente, sino el resultado previsible de un sistema que prioriza el beneficio sobre la vida humana.


UNA DÉCADA DE IMPUNIDAD Y LAVADO DE IMAGEN​

Tras el desastre, se creó el Acuerdo sobre Incendios y Seguridad de los Edificios en Bangladés, un pacto legalmente vinculante entre marcas, sindicatos y ONG. Aunque logró mejoras en la seguridad de más de 1.600 fábricas, muchas empresas, como Walmart y Gap, se negaron a firmarlo, optando por iniciativas voluntarias sin mecanismos de cumplimiento. ​

**​El fondo de compensación para las víctimas alcanzó los 30 millones de dólares en 2015**, pero solo después de una intensa presión internacional. Algunas marcas contribuyeron; otras, como Auchan y Carrefour, se desentendieron por completo. ​

​Diez años después, las y los responsables siguen sin rendir cuentas. El propietario del edificio, Sohel Rana, fue arrestado mientras intentaba huir a la India y enfrenta cargos por asesinato junto con otros 40 acusados, pero los juicios se han retrasado indefinidamente. ​

​Más de la mitad de las y los supervivientes no han podido volver a trabajar debido a lesiones físicas o traumas psicológicos. Muchos viven en la pobreza, sin acceso a atención médica ni apoyo estatal. ​

​La moda rápida continúa su expansión, vendiendo camisetas a cinco euros mientras externaliza los costes humanos y ambientales a países empobrecidos.


​El Rana Plaza no fue una excepción, sino la norma de un sistema que explota a las y los más vulnerables para vestir a las y los más privilegiados.

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