¿Por qué seguimos viendo cómo la política se ensucia con denuncias vacías, difamaciones, y el uso de las instituciones judiciales como arma partidista?
La Audiencia Nacional ha decidido inadmitir la querella del Partido Popular (PP) contra el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por financiación ilegal. ¿La razón? Falta de pruebas. La supuesta base de la denuncia es el testimonio anónimo de un empresario que, según un medio de comunicación, habría entregado 90.000 euros en bolsas en la sede del PSOE. Una acusación tan grave como ridícula, carente de evidencia sólida, pero que no sorprende viniendo de un partido que hace tiempo dejó de preocuparse por la verdad.
Mientras el juez Pedraz deja claro que “una noticia por sí sola no legitima ninguna acción judicial”, el Partido Popular continúa alimentando su estrategia de confrontación en los medios, confiando en que las mentiras, si se repiten lo suficiente, se conviertan en verdades. Esta es la verdadera guerra, una que poco tiene que ver con la justicia y mucho con ganar titulares.
LA POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA: UN ARMA PARA MANTENER EL PODER
En un sistema democrático, la justicia debería ser imparcial. Pero lo que estamos viendo en esta guerra política es un uso descarado del sistema judicial como herramienta para deslegitimar al adversario. El Partido Popular ha decidido judicializar la política porque ha perdido el debate en las urnas. Su incapacidad para ofrecer una oposición constructiva los ha empujado a embarrar el terreno con denuncias que se caen por su propio peso.
La querella, que el juez ha calificado como insuficiente y carente de pruebas verificables, es solo un ejemplo más de la estrategia del PP para desviar la atención de sus propios problemas. ¿O acaso creen que hemos olvidado sus escándalos de corrupción? El Partido Popular es el único partido que ha sido condenado por financiación ilegal en la historia de este país, y ahora pretenden arrojar sombra sobre el PSOE con un testimonio anónimo y sin fundamento. Una jugada peligrosa que no busca justicia, sino confundir a la opinión pública.
La manipulación del sistema judicial para fines partidistas no solo es un desprecio a las instituciones, sino un golpe a la democracia. La política debería ser el espacio del debate y la construcción colectiva, no un campo de batalla judicial donde todo vale, incluso si es a costa de la verdad y la justicia. Este tipo de tácticas no solo dañan la confianza ciudadana en los partidos, sino en el propio sistema de justicia, que ve su legitimidad cuestionada cada vez que se convierte en peón de estos juegos sucios.
EL PSOE CONTRAATACA: ¿UNA DEFENSA OTRA ESTRATEGIA MÁS?
En respuesta a la inadmisión de la querella, el PSOE ha anunciado que presentará una denuncia contra el PP por injurias y calumnias. “En política no todo vale”, ha declarado Enma López, portavoz socialista. Una declaración que, en boca de cualquier partido político hoy día, suena a chiste de mal gusto.
La corrupción ha sido un problema estructural en la política española, y aunque el PSOE se defienda ahora de las acusaciones del PP, nadie está libre de sospecha en este juego sucio donde los partidos se acusan mutuamente, mientras el pueblo sufre las consecuencias. El anuncio de la querella del PSOE contra el PP no es más que el siguiente capítulo de una guerra que tiene poco que ver con el bien común y mucho con mantener el poder a cualquier precio.
Ambos partidos han demostrado estar dispuestos a usar cualquier herramienta a su alcance para dañar al adversario, aunque eso signifique arrastrar a la justicia al fango del debate político. La política, tal como la conciben, no tiene nada que ver con el servicio público, sino con mantener cuotas de poder y seguir controlando el relato. El pueblo, una vez más, queda relegado a ser un espectador de una batalla donde nada se resuelve y todo sigue igual.
El verdadero problema es que los y las ciudadanas de este país no se benefician de esta guerra de querellas y contraquerellas. Los problemas reales —como el desempleo, la precariedad, la crisis de la vivienda, el acceso a la sanidad— quedan en segundo plano mientras los grandes partidos políticos juegan a quién consigue más tiempo en los titulares. Este es el verdadero fracaso de nuestra democracia.
La judicialización de la política no es solo un síntoma de la podredumbre que invade el sistema, es también una estrategia de desgaste para evitar que se hable de lo que realmente importa. Y mientras tanto, los medios se llenan de noticias sobre testimonios anónimos, querellas sin pruebas y denuncias cruzadas. Todo esto, al final, es ruido. Y el ruido es la mejor herramienta para que nada cambie.
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Quién siempre se benefició de la justicia fue y es el PP ; el único partido que ha sido denunciado por financiación irregular se llama PP y es precisamente quien más enfanga la política. También los jueces son partidistas y de derechas , franquistas y muy políticos. El PP debería estar eliminado de la política española ; es muy grave su política mentirosa y fascista .