Siete millones más desde el corazón autoritario de Europa para seguir contaminando las urnas en nombre de la democracia
UNA ULTRADERECHA QUE SE PRESTA A SÍ MISMA EL DINERO Y LA LEGITIMIDAD
No es un préstamo: es una alianza. No es una casualidad bancaria: es un proyecto político con terminales financieras. Vox ha vuelto a financiarse, por segunda vez, con dinero procedente de una entidad controlada por el Estado húngaro de Viktor Orbán. Otros siete millones de euros prestados por el MBH Bank —la criatura financiera de Orbán, nacida de la fusión de tres bancos públicos y cuyo accionista de referencia es el Cornivus International Investment, un fondo soberano húngaro— para sufragar la maquinaria propagandística de Vox en las elecciones europeas de 2024.
Es la segunda vez que Vox elige Budapest en vez de Madrid para llenar su caja. Y no por falta de opciones bancarias en España, sino por una decisión política.
Ignacio Garriga, secretario general del partido ultra, lo intentó justificar en una carta a sus afiliados: los bancos españoles les cierran las puertas, el Gobierno conspira contra ellos y solo en Hungría encuentran comprensión. Pero los datos desmontan la fábula: BBVA prestó 1,8 millones de euros y Santander otros 955.000 a Vox para otras campañas. Lo que no prestan los bancos españoles es complicidad ideológica ni anonimato institucionalizado. Para eso está Orbán.
¿Y cómo devuelve Vox esos millones? Garriga asegura que el 6 de septiembre de 2024, justo cuando el Gobierno pagó parte de las subvenciones públicas por resultados electorales, abonaron el crédito. Un solo día bastó para tapar la operación, que incluía el pago de más de un millón en intereses. ¿Por qué, entonces, elegir un banco extranjero con un interés del 11% al 15% en lugar de entidades nacionales con tipos más bajos (6,27% en BBVA, 8,49% en Santander)? Porque el negocio aquí no es financiero, sino geopolítico.
DINERO PÚBLICO, BANCOS EXTRANJEROS Y UN TRIBUNAL DE CUENTAS CIEGO
La Fiscalía Anticorrupción archivó la denuncia del PSOE por financiación ilegal, pero el problema no se esfumó: sigue oliendo a cesión de soberanía política encubierta. Un partido español recibe financiación de un banco estatal extranjero para conquistar Europa desde la extrema derecha, y el único argumento para la legalidad es que “fue devuelto”. ¿Se imaginan a Unidas Podemos recibiendo millones del Banco Central Cubano o al PSOE financiado por una entidad pública venezolana?
Más grave aún es lo que no ha hecho el Tribunal de Cuentas: fiscalizar el préstamo. ¿Por qué? Porque el banco húngaro MBH Bank no lo notificó, como exige la ley electoral española. Incumplió, y no pasó nada. Nadie puede obligar a un banco extranjero a rendir cuentas en España, lo cual deja una puerta abierta para que otros partidos recurran al mismo atajo. Un agujero negro legal por el que ya se cuelan las redes financieras de la extrema derecha europea.
El banco que presta a Vox es el mismo que financió a Marine Le Pen en 2022. No son operaciones aisladas. Es una estrategia compartida: internacionalizar el odio, mutualizar el dinero y colonizar las instituciones desde dentro.
Garriga también ha jugado la carta victimista: dice que el Gobierno les debe más de tres millones de euros en subvenciones y que les están “asfixiando económicamente”. Sin embargo, el Ministerio del Interior ha transferido ya casi 16 millones de euros a Vox por los gastos electorales de 2023 y 2024. El resto está pendiente de fiscalización parlamentaria, como para todos los partidos. Pero Vox se presenta como mártir cuando en realidad está en posición de privilegio. Con dinero público y privado. Nacional y extranjero. Legal y oscuro.
A los que se llenan la boca con la soberanía, se les da bien hipotecarla con tal de financiar su cruzada reaccionaria.
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