Las lluvias torrenciales en el Levante español exponen la falta de preparación ante el cambio climático y la negligencia política y empresarial, que priorizan beneficios sobre la seguridad de las personas.
Las recientes lluvias torrenciales en el Levante español son solo el último recordatorio de que el cambio climático ya forma parte de nuestra realidad cotidiana. Con más de 50 víctimas mortales y daños materiales incalculables, la catástrofe deja al descubierto las graves carencias en preparación y respuesta ante desastres naturales. A pesar de las constantes advertencias de la comunidad científica sobre los efectos de las altas temperaturas del Mediterráneo en fenómenos como la DANA, la respuesta institucional ha sido tardía y, en algunos casos, negligente. Un ejemplo claro es la eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias por parte del presidente Carlos Mazón, un recorte que pudo costar vidas y que deja en evidencia las prioridades políticas frente a la protección ciudadana.
A la tragedia humana se suma la responsabilidad empresarial. Aunque la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) avisó con 24 horas de anticipación sobre el riesgo extremo, muchas empresas no suspendieron sus actividades, obligando a sus trabajadores a exponerse a condiciones peligrosas. En un sistema que antepone el beneficio económico a la seguridad de las personas, la economía se convierte en cómplice de la catástrofe. En este contexto, es urgente replantear el modelo de desarrollo actual, adicto a los mismos combustibles fósiles que alimentan el cambio climático y agravan sus consecuencias. No podemos permitir que las futuras generaciones hereden un planeta devastado; necesitamos cambios estructurales inmediatos para frenar esta espiral de destrucción
2 Comments
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
ÚLTIMAS ENTRADAS
El último plan de Trump-Musk: la compra de TikTok en EEUU. El golpe definitivo para la soberanía tecnológica
No estamos hablando solo de negocios, sino de un control sin precedentes sobre el flujo global de datos personales.
Opinión | Marinaleda, un ejemplo incómodo para el sistema
Un modelo de gestión solidaria que desafía la especulación y prioriza a la comunidad
Corrupción sistemática en Arcos de la Frontera: un Ayuntamiento convertido en agencia de empleo familiar del PP
El escándalo del enchufismo en el PP y AiPro: redes clientelistas al descubierto
Vídeo | EL MUNDO CONTRA SILVIA INTXAURRONDO. Mucho ruido y pocas pruebas según Marina Lobo
El Mundo quiere vender un triunfo inexistente, pero la realidad es distinta: la jueza confirma que ya se había rectificado la información.
Vaya por delande mi más sentido pésame para todas aquellas personas que han perdido a algún familiar o persona querida como consecuencia de esta dana y la negligencia de nuestros gobernantes. Pero me gustaría hacer un comentario sobre el uso de la palabra “levante” para referirse al País Valenciano. Levante es un punto de referencia, todo el mundo está al levante de alguien. Madrid está al levante de Salamanca, Barcelona lo está de Zaragoza, Mallorca lo está de València y así podríamos seguir indefinidamente. Referirse al País Valenciano como “Levante” es como si en un aula el maestro llamara a todos los alumnos por su nombre: Juan, Luisa, María, Pedro… pero se refiriese a uno de ellos por la posición que ocupa en el aula: el de la esquina que está a la derecha. ¿Verdad que nos resultaría discriminatorio? Pues eso.
El título de la nota dice claramente «el levante español». Levante español, Levante peninsular o simplemente Levante son expresiones que se suelen usar para referirse al conjunto de comarcas de la costa mediterránea española. El levante español no es Valencia, el levante español es el territorio próximo a la costa de Cataluña, Valencia, Murcia y parte de Almería.