Irmgard Furchner, de 96 años, debía ser juzgada en el norte de Alemania por complicidad en 11.000 asesinatos este jueves.
Hasta hace una década, para acusar a alguien en Alemania de colaborar en las matanzas nazis contra civiles durante la Segunda Guerra Mundial había que probar que había cometido un crimen específico contra una víctima específica, con nombre y apellido, y que lo había hecho además motivado por el odio.
Ese requerimiento fue eliminado y ahora sólo se debe demostrar que la persona trabajó en un campo de exterminio que tuviera cámaras de gas y una alta mortalidad. Cualquiera que trabajase para los nazis en un campo de concentración tenía que saber qué pasaba allí.
Por ello, la anciana Irmgard Furchner, de 96 años, está acusada de ayudar a los responsables del campo de concentración de Stutthof, cerca de Gdansk, en el asesinato de miles de prisioneros entre 1943 y 1945 y este jueves se celebró su juicio.
Stutthof tenía cámaras de gas, y en el campo se mataba a personas a través de gases letales, disparos e inyección letal, así como por hambre. Muchos más perdieron la vida en las marchas de la muerte desde el campo cuando la Segunda Guerra Mundial se acercaba a su fin. Entre los muertos en Stutthof se incluyen muchos judíos, así como polacos no judíos y soldados soviéticos capturados.
Las cifras hablan de más de 11.000 muertos e Irmgard Furchner conocía detalles clave de lo que sucedió en el campo de concentración.



Nazi a la fuga
La nonagenaria había escrito una carta al tribunal, anunciando su intención de no comparecer en el juicio, debido a su avanzada edad y limitaciones físicas, y solicitando que fuera su abogado quien la representara: “Quiero ahorrarme esta vergüenza y no convertirme en objeto de burla para la humanidad”, declaró.
Tenía que comparecer ante el juez en el norte de Alemania, pero poco antes se dio a la fuga cogiendo un taxi y dirigiéndose a la estación de tren, a las afueras de Hamburgo. Afortunadamente, fue localizada horas después y devuelta al tribunal para que la juzgase.
Asumir responsabilidades
Durante el juicio, la mujer explicó que durante su jornada laboral en el campo nunca había sido consciente de la maquinaria asesina de la que fueron víctimas decenas de miles de personas.
La nonagenaria ya jabía declarado dos veces como testigo en sendos juicios en el año 54 y en el 62, en los que dijo que toda la correspondencia con la oficina central de las SS, había pasado por sus manos y que el comandante del campo, Werner Hoppe, le dictaba diariamente escritos y mensajes de radio.
Furchner dice que con 19 años no hizo nada por lo que ahora con 96 tenga que asumir responsabilidad alguna.
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