El 5 de Enero, se constituyó la nueva Asamblea Nacional Venezolana, con una pronunciada mayoría chavista, la cual viene dada parcialmente por el rechazo de una parte de la oposición a presentarse a las elecciones parlamentarias del pasado 6 de Diciembre.
Por Tomás Alfonso en AlDescubierto
Así pues, Nicolás Maduro ha conseguido recuperar una cámara que estaba en manos de la oposición desde el año 2016, teniendo para este mandato que empieza en 2021, tanto el poder presidencial como el parlamentario.
En estos momentos, los Estados Unidos de América siguen reconociendo a Guaidó comolegítimo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
La unión Europea acaba de anunciar que ya no reconoce a Guaidó como Presidente de Venezuela, si bien desea seguir trabajando con él. La razón de estos cambios, es que Juan Guaidó es un Presidente sin el control de ninguno de los órganos del Estado y con más legitimidad internacional que popular, pero ostentando el título de Presidente al fin y al cabo ¿Puede seguir esta situación así tras las últimas elecciones a la Asamblea Nacional?
Para poder responder adecuadamente a esta cuestión, es necesario primero echar la vista atrás, con el fin de recordar el motivo, más bien el argumento, por el que la presidencia de Venezuela recae sobre Juan Guaidó con el apoyo de buena parte de la Comunidad Internacional.
¿Por qué Guaidó es reconocido Presidente de Venezuela?
A inicios de 2018, Guaidó era un diputado más de la Asamblea Nacional. En aquel entonces, tal esta cámara estaba dominada por la oposición. Lo llamativo de esto es que en aquel momento se consideraba que las elecciones si tenían legitimidad, no así las posteriores.
Tal fue el caso de lo ocurrido en las últimas elecciones presidenciales, que se produjeron el 20 de Mayo de 2018. En ellas no sólo estaba en juego el futuro del país, sino que eran de vital importancia en el contexto geopolítico, en el cual Venezuela jugaba y juega un papel sustancial. Buena prueba de esto es la rápida reacción de las potencias, que vieron en la inestabilidad gubernamental venezolana una oportunidad para consolidar sus políticas y sus intereses.
Así tanto la UE como los EE.UU rechazaron la legalidad de dichos comicios alegando falta de transparencia. Por su parte, China y Rusia se mostraron favorables al desarrollo de la jornada electoral.
Esta estrategia de negación de la legalidad de los comicios y, en consecuencia, de la legitimidad del Gobierno, no fue solo practicada por terceros países y agentes económicos, sino que fue el modus operandi que adoptaría buena parte de la oposición hasta la fecha. De este modo, un buen grupo de parlamentarios entre los que ya empezaba a destacar Guaidó, no quiso participar de las elecciones aun habiendo ganado los comicios más recientes (elecciones parlamentarias 2016), en una estrategia de deslegitimación del Gobierno, contando con apoyo internacional para respaldarse.
Sea como fuere, esas elecciones, marcadas por la baja participación provocada por la oposición y el no reconocimiento de parte de la Comunidad Internacional, fueron ganadas por el Presidente Maduro, quien conseguía renovar su mandato para los siguientes 5 años entre acusaciones de fraude y de falta de transparencia.
En este contexto, el día 10 de Enero de 2019, Maduro juró su cargo presidencial, dispuesto a iniciar su segundo mandato. No obstante, la misma oposición de la que forma parte Guaidó y que decidió voluntariamente no participar en los comicios, no lo aceptó y reconoció como a Guaidó como legítimo Presidente del país. Lo mismo hicieron por su parte aquellas potencias que tampoco reconocieron los resultados de las elecciones o la propia convocatoria y desarrollo de las mismas.
Al día siguiente, en un contexto de creciente polarización y crispación, Guaidó solicitó al ejército, a la ciudadanía y a la Comunidad Internacional su apoyo para tratar desde la Asamblea Nacional que él presidía sacar del poder a Maduro.
Además, Guaidó se declaró presidente en funciones de Venezuela, en base a una interpretación constitucional peregrina según la cual, si se produce la falta del Presidente de la República Venezolana, corresponde al titular de la Asamblea Nacional asumir ese vacío de poder hasta la convocatoria de otras elecciones presidenciales.
Esta cláusula está pensada para supuestos de defunción o similares, y ningún experto en Derecho Constitucional puede amparar una libre interpretación de esos artículos según la cual no hay Presidente porque una parte de la oposición no lo reconoce.
Una estrategia fallida
Sea como fuere, esto es lo que sucedió, iniciándose así uno de los años más complicados de la historia reciente de Venezuela. Los días se sucedieron en un ambiente protestatario que incluyó embargos económicos, bloqueos comerciales y múltiples intentos de deposición de Maduro amparados por la Comunidad Internacional.
No obstante, tras unos primeros meses con un gran liderazgo político y social poco a poco se va observando un cierto hartazgo popular con respecto a la figura de Guaidó, quien además de verse envuelto en acusaciones de corrupción, ha perdido parte del apoyo inicial de una gran cantidad de diputados de la oposición, que si bien en un momento pudieron ver con buenos ojos la estrategia de acoso y derribo, su falta de eficacia y excesivo personalismo les ha provocado crecientes dudas.
Con esta difícil tesitura, se produjeron las elecciones parlamentarias del 6 de Diciembre, que como ya se ha explicado, estuvieron marcadas, al igual que las anteriores elecciones presidenciales, por la no participación de una parte de la oposición, entre la que se incluye el que era hasta entonces presidente electo de esa cámara, Guaidó, quien al decidir no presentarse a revalidar el cargo, perdió su condición de cargo político electo y los beneficios que esto trae consigo.
A su vez, las contradicciones dentro del amplio movimiento de diputados contrarios a Maduro se hacen notar cada vez más, hasta el punto que uno de los principales líderes mediáticos venezolanos de la década anterior, -Henrique Capriles– , quien fuera el principal candidato opositor a las elecciones presidenciales en dos ocasiones, señaló que “La oposición hoy no tiene un líder”, dando así por cerrado el ciclo de Guaidó y su estrategia de golpe blando.
Guaidó ya no es el líder
Ahora el bloque de Gobierno encabezado por Maduro está en una mejor situación que hace unos meses, teniendo el control tanto del poder ejecutivo como, ahora también, del legislativo.
Por su parte, Guaidó está sufriendo el descrédito de buena parte de la ciudadanía, que ya no es que no lo reconozca como presidente encargado, sino que ya no lo entiende ni como líder de la oposición, vistos sus manifiestos errores estratégicos, que han sido criticados abiertamente por otros líderes opositores.
Así pues, vemos una oposición más dividida que en otros momentos y sin un gran liderazgo popular. En cuanto a la ciudadanía, tan cierto es que no existe un gran apoyo al Gobierno como que ningún líder opositor puede obtener el respaldo que tiene Maduro.
En estas condiciones, ¿Puede seguir buena parte de la Comunidad Internacional reconociendo como Presidente de Venezuela a Guaidó? También cabría hacerse otra pregunta: ¿Es posible hacerlo cuando el supuesto de hecho por el que se le reconoció presidente ya no se da?
Cabe recordar que Guaidó era presidente de la Asamblea Nacional, y que ese era el supuesto de hecho que le daba legitimidad para ocupar el supuesto vacío de poder de la Presidencia de Venezuela. No obstante, ya no es presidente de la Asamblea Nacional, ni siquiera es diputado, puesto que como ya se ha explicado, decidió no presentarse. ¿En base a qué debería ser ahora considerado Presidente de Venezuela? ¿Podría ser alguien presidente democrático a ojos de la UE y EE.UU, no presentarse a unas elecciones y seguir siéndolo?
Las decisiones en el escenario internacional
Esto abre ahora un camino de múltiples decisiones para determinados actores en el panorama internacional.
Sin lugar a dudas, aquellos países u organismos internacionales que en su momento reconocieron a Guaidó creyendo que era capaz de derribar al Gobierno de Maduro con una mezcla de oposición, apoyo mediático, apoyo popular y respaldo internacional, se encuentran hoy en una encrucijada: seguir reconociendo a Guaidó como Presidente aun cuando ya ni retorciendo la interpretación de las leyes esto es posible o terminar reconociendo a Maduro como legítimo interlocutor en las relaciones internacionales entre Venezuela y el resto de países.
Otra opción sería no reconocer a ninguno de los dos como legítimo Presidente de Venezuela, lo que supondría una situación inaudita en el derecho y las relaciones internacionales, tal y como afirmó el que fuera Presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero.
Siempre cabe la posibilidad de que estos países ahora aboguen por la convocatoria de unas elecciones “con garantías, libres y transparentes” con apoyo internacional.
Las distintas opciones dividen a la comunidad internacional. Mientras EEUU sigue manteniendo el reconocimiento y apoyo a Guaidó, la Unión Europea ha optado por tomar las dos últimas opciones, no reconociendo por el momento un legítimo Presidente de Venezuela y abogando por elecciones. El resto de actores internacionales aún debe pronunciarse
Además, habría que recordarles que nada da más garantías que el control del orden multipolar, es decir los acuerdos y pactos entre naciones en el plano internacional. Si el objetivo es garantizar la transparencia y corrección de las elecciones, lo más útil es enviar observadores internacionales de todos los países con el fin de supervisarlas antes que determinar, a priori, sin apenas control ni conocimiento, que unos comicios no son válidos.
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