La regulación de la compra de bebés es una medida que solo puede perpetuar la explotación y la desigualdad.
Tras la polémica generada a partir de la compra de un bebé por parte de Ana Obregón, el debate sobre la gestación subrogada se ha abierto de nuevo, aunque en realidad nunca estuvo cerrado. El Partido Popular, experto en pescar en aguas revueltas, se ha posicionado a favor de esta práctica, actualmente ilegal en España. Según el PP, esta regulación serviría para proteger a las mujeres gestantes y garantizar que el proceso de adopción sea legal y justo. Sin embargo, la regulación de la compra de bebés es una idea terrible por varias razones.
En primer lugar, la compra de bebés es una práctica ilegal y profundamente inmoral. La venta de seres humanos se considera un delito en todo el mundo, y la compra de bebés solo puede perpetuar la explotación y el tráfico de personas. Al regular esta práctica, se estaría dando una señal equivocada y se normalizaría una actividad que debería ser erradicada.
En segundo lugar, la regulación de la compra de bebés no garantiza la protección de los derechos de las mujeres gestantes ni de los menores. A menudo, las mujeres que se ven envueltas en el tráfico de bebés son mujeres vulnerables que se ven obligadas a llevar a cabo esta actividad debido a su situación económica o social. La regulación no puede cambiar esta realidad, sino que puede exacerbarla al hacer que esta práctica se vea como una opción legal.
En tercer lugar, la regulación de la compra de bebés puede llevar a la explotación de menores y a la creación de un mercado de adopción. Si la compra de bebés se convierte en una actividad legal, podría haber una demanda mayor de bebés, lo que podría incentivar a personas sin escrúpulos a explotar a menores y a venderlos. En lugar de proteger a los menores, esta regulación podría llevar a su explotación.
En cuarto lugar, la regulación de la compra de bebés podría perpetuar la desigualdad y la discriminación. Las personas con más recursos económicos podrían comprar bebés de manera legal, mientras que las personas más pobres tendrían que seguir luchando para adoptar a un niño. En lugar de garantizar la justicia, esta regulación podría perpetuar la desigualdad y la discriminación.
En resumen, la regulación de la compra de bebés es una idea terrible que solo puede perpetuar la explotación y la desigualdad. En lugar de regular esta práctica, deberíamos centrarnos en erradicarla y garantizar que los derechos de las mujeres gestantes y de los menores sean protegidos. En lugar de crear un mercado de adopción, deberíamos centrarnos en fortalecer los sistemas de adopción y garantizar que los menores sean protegidos y adoptados de manera justa y legal. En lugar de normalizar la compra de bebés, deberíamos luchar contra ella y asegurarnos de que los bebés sean concebidos y criados en un ambiente seguro y protegido.
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