El Gobierno polaco ha hecho público un comunicado en el que explica los cargos que dirige contra el periodista Pablo González.
El comunicado difundido por el Gobierno de Polonia expone que Pablo González «realizó operaciones en beneficio de Rusia, beneficiándose de su condición de periodista, lo que le permitió viajar libremente por el mundo y Europa, incluyendo zonas de conflicto militar y territorios marcados por tensiones políticas».
Cabe recordar que Pablo González fue detenido por agentes de la Agencia de Seguridad Interior (ABW) el pasado 28 de febrero en la localidad de Przemyśl, en la frontera polaca con Ucrania, según ha confirmado el Ejecutivo polaco en su comunicado: «Fue identificado como agente de la Dirección Principal de Inteligencia del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa (GRU).


Tras días de desconocimiento no fue hasta la tarde de este jueves cuando su letrado, Gonzalo Boye, conoció el cargo de espionaje que pesa sobre su cliente, del que no supo nada en cuatro largos días.
El delito de espionaje, que contempla el artículo artículo 130.1 del Código Penal polaco, está castigado con hasta 10 años de prisión. González se encuentra en la cárcel de Rzeszów, en situación de prisión provisional, en la que tendrá que seguir tres meses, según la información facilitada por la Fiscalía polaca al consulado español.
¿Qué ocurre al periodista en un contexto de guerra?
El mismo Pablo González en una entrevista en Contrainformación exponía, referente a la guerra de Armenia y Azerbaiyán que «ha existido la censura local, que a veces llega a niveles que no son lógicos. Algunas veces no me han dejado fotografiar algo, que incluso está documentado en internet, que dicen que es un secreto militar, pero que no son secretos para nada, porque se sabe y se ve».
«Es decir, que nosotros fotografiemos o no fotografiemos ciertas cosas y que salgan publicadas después de un tiempo no tiene nada de malo para el tema militar. Si subes algo en el mismo momento que ocurre pues quizá la artillería puede corregirlo. Pero quizá también es una forma ingenua de pensar, puesto que los drones que vigilan las municiones son bastante precisos y no requieren de ir nutriéndose con un buen número de soldados azeríes buscando fotos en internet para poder corregir su fuego artillero», continuaba.
«Estas cosas son un poco ridículas. Si que a veces puedes decir o pensar que hay que ir cuidando y no decir donde está el ‘qué’ si nadie lo sabe», sentenciaba.
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