Mientras la Policía carga tarde, los neonazis ocupan el centro de la capital con odio, fuego y símbolos franquistas.

El pueblo andaluz vuelve a la calle: la sanidad no se vende, se defiende.

El último glaciar de León ha desaparecido. Con él se derrite también una parte de nuestra memoria geológica y del equilibrio climático que nos sostuvo durante milenios.

Lo odian. Porque es joven, es inmigrante, es socialista… y ganó.

Menos paranoia y más responsabilidad: el circo de los enemigos imaginarios distrae del fuego real que quema a los de siempre.