XAN PEREIRA
En Galiza arden montes, aldeas y vidas. Pero la ley que prometía un cambio de rumbo —prevenir antes que apagar— lleva dos años criando polvo en un cajón. Ese es el modelo Rueda: esperar a que todo se queme para posar con casco, echarle la culpa a Madrid y seguir soltando contratos millonarios a dedo en extinción.
El patrón es calcado. En 2006, 2017, 2022 y ahora en 2025, el PP promete reformas tras cada oleada de incendios. Luego, nada. Ni ley, ni prevención, ni paisaje en mosaico, ni banco de terras. Los 200 expertos que diseñaron el anteproyecto ya podrían haber escrito en una servilleta: el resultado habría sido el mismo, un archivo olvidado en el portal de transparencia.
Mientras tanto, la Xunta congela millones de euros en ayudas preventivas. Millones que podrían haber servido para limpiar montes, diversificar especies, crear cortafuegos o apoyar a los vecinos. Pero no: lo que queda es el abandono, las parroquias rodeadas de eucaliptos y la propaganda de Rueda vendiendo que todo se hace “según protocolo”.
La propaganda funciona así: se habla de la “ola de calor”, del “viento” y de “terroristas del fuego”. Nunca de responsabilidades políticas. Nunca de que el PP construyó durante 30 años un sistema carísimo y fallido, basado en apagar y no en prevenir. Nunca de que, cuando alguien —como el exconselleiro González— intentó abrir una vía diferente, lo mandaron a Emprego para callarlo.
¿Resultado? Una Galiza que vuelve a contar muertos, hectáreas calcinadas y aldeas cercadas. Una ley pionera que jamás llegó al Parlamento. Y un gobierno que prefiere las cenizas al trabajo serio de anticiparse.
Ese es el plan del PP gallego: tomarte por parvo. Convencerte de que el fuego es inevitable, que no hay alternativa, que la prevención es un lujo y que lo único que queda es rezar para que no sople el viento hacia tu casa. Y mientras les salga gratis, seguirán dejando que arda todo.
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