Un año del experimento Milei: ajuste, pobreza y la exhibición de la crueldad
El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei asumió la presidencia de Argentina con la promesa de acabar con la “casta política” y devolver la libertad al pueblo. Un año después, el saldo es devastador: despidos masivos en el sector público, privatizaciones aceleradas y un recorte feroz en salud, educación y políticas sociales.
Las cifras hablan por sí solas. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el 55% de la población vive en situación de pobreza, y la indigencia afecta a más del 20%. Mientras tanto, el consumo interno se ha desplomado un 30%, y las pequeñas empresas, asfixiadas por la falta de financiamiento, cierran a un ritmo alarmante. El ajuste no es solo económico, es también un ajuste en la dignidad de las personas.
El sistema de salud público, otrora un pilar de la sociedad argentina, está colapsando. Más de 15 hospitales han sido cerrados en todo el país, y las y los profesionales de la salud enfrentan salarios congelados mientras trabajan jornadas interminables. En educación, las universidades públicas han sufrido recortes del 50% en sus presupuestos, lo que ha generado una ola de protestas estudiantiles que, hasta ahora, han sido brutalmente reprimidas por las fuerzas de seguridad.
La exhibición de la crueldad no es una consecuencia secundaria, es un propósito. Milei y su gabinete no solo justifican estas políticas, las celebran. Funcionarios de su Gobierno han llegado a referirse a los despidos como “un acto necesario para purificar el sistema”. Este discurso, que apela al resentimiento social, encuentra eco en una parte significativa de la población que, cansada de promesas incumplidas, ha optado por un relato que glorifica el dolor como sacrificio necesario.
EL COSTO HUMANO Y LA CRISIS DE LOS PROGRESISMOS
El proyecto de Milei no opera en el vacío. Su auge responde tanto a una crisis profunda de la política tradicional como a un vacío cultural que las izquierdas no han sabido llenar. Como señala el sociólogo Daniel Feierstein, los progresismos han cedido terreno al aceptar las lógicas de mercado y han priorizado el posibilismo sobre la transformación social. Este abandono de las agendas progresistas ha dejado a millones de personas a merced de un sistema que las precariza y las excluye.
En Argentina, la reacción contra los derechos conquistados es evidente. Políticas como la educación sexual integral, el derecho al aborto y los avances en igualdad LGTBIQ+ son atacados sistemáticamente, mientras Milei presenta su modelo como una respuesta al “exceso de Estado”. Según un informe de la Universidad Nacional de La Plata, el recorte en programas sociales supera el 70%, afectando principalmente a mujeres, niñas, niños y poblaciones vulnerables.
El Gobierno ha reforzado una narrativa de «meritocracia extrema», ignorando las profundas desigualdades estructurales que imposibilitan cualquier competencia en igualdad de condiciones. La concentración de la riqueza ha alcanzado niveles inéditos: el 1% más rico del país concentra el 45% de los ingresos, mientras millones de personas apenas pueden acceder a alimentos básicos.
LA BATALLA CULTURAL Y EL RELATO DEL SACRIFICIO
El fenómeno Milei no se limita a la economía. Su principal éxito radica en la construcción de un relato que justifica la destrucción del Estado en nombre de una supuesta libertad. Es una narrativa que apela a los sectores populares con un discurso antisistema, pero cuyos beneficiarios son las élites económicas.
El sociólogo Alejandro Horowicz lo sintetiza de manera contundente: “Cuando la justicia social promete acabar con la pobreza, pero esta crece, el discurso que la tacha de inútil gana credibilidad”. Este vacío discursivo ha sido llenado por una derecha que no solo critica a la izquierda, sino que también desafía a las derechas tradicionales, presentándose como la única alternativa viable.
En el ámbito internacional, el experimento Milei es observado con atención por sectores de la ultraderecha global, que ven en él un modelo exportable. El apoyo explícito de figuras como Donald Trump o Jair Bolsonaro demuestra que este proyecto trasciende las fronteras nacionales.
Mientras tanto, en Argentina, el cansancio social empieza a emerger en forma de protestas, principalmente lideradas por estudiantes y movimientos sociales. Sin embargo, estas expresiones de resistencia aún no logran articular una respuesta política sólida frente a un Gobierno que sigue avanzando sin tregua.
Milei prometió acabar con la casta. Lo que ha hecho es despojar al pueblo.
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