Matute, en una entrevista con Naiz, exige romper con el Régimen del 78 y plantar cara al fascismo: “No basta con decir que PP y Vox son peores”
EL RÉGIMEN NO SE CAERÁ SOLO: HAY QUE EMPUJARLO
Oskar Matute no se esconde. En plena tormenta política por el escándalo Cerdán y la trama Koldo, el diputado de EH Bildu en el Congreso lanza, desde una entrevista con Naiz publicada el 29 de junio, una advertencia clara al PSOE y a todo el progresismo institucionalizado: “Esta crisis es una oportunidad para avanzar en lo que no se logró en el 78”. Y lo dice sin medias tintas, apuntando al corazón mismo del régimen postfranquista.
Las más de 490 páginas del informe de la UCO citado en la entrevista han dejado claro algo más que una red de comisionistas y adjudicaciones a dedo. Para Matute, muestran “material que da vergüenza y rabia”, como la utilización de mujeres o el saqueo sistemático de dinero público. Pero lo verdaderamente escandaloso, insiste, es que los grandes corruptores siguen inmunes. “Acciona decide qué papeles entrega a la Guardia Civil. ¿Por qué no hay un registro en su sede? Porque el poder económico manda más que la ley”, denuncia.
Y no lo dice al aire: recuerda que Manuel Sánchez Corbí, exjefe de la UCO condenado por torturas por el Tribunal de Estrasburgo, trabaja hoy para Acciona. Como también lo hace la hija del coronel Pérez de los Cobos. La puerta giratoria no es una metáfora: es un mecanismo de dominación.
Matute no se conforma con purgas a destiempo ni con ceses improvisados para calmar titulares. Lo que plantea en Naiz es una ruptura democrática. Una depuración profunda. Una regeneración que pase por tumbar las bases podridas del régimen del 78, no por maquillarlas con comisiones parlamentarias que mueren de inanición.
SOBERANÍA, CALLE Y ANTIFASCISMO
Mientras Pedro Sánchez busca apoyo entre quienes le sostienen, Matute recuerda desde Naiz que la lealtad de EH Bildu no es al PSOE, sino a su gente. “Nuestra vinculación con la corrupción es cero. Por eso acudimos a Moncloa: para exigir, no para tapar”. Y le exigen algo concreto: valentía política, ruptura con los poderes fácticos, y no más miedo a la derecha mediática, judicial o económica.
Porque esa derecha no quiere elecciones ni justicia: quiere venganza. Quiere recuperar Navarra, donde “no es casual” que se esté intentando frenar el gobierno de cambio. “Siempre que el régimen del 78 tiembla, se cobra una pieza: Nafarroa”, advierte. Y aquí Matute es rotundo: si el Parlamento navarro debe investigar hasta el final, que lo haga. Pero EH Bildu no permitirá que la requeté de UPN ni ninguna involución franquista avance un paso más.
Los principios no se negocian, pero la unidad, dice Matute, se construye con humildad. “La izquierda se divide por principios, la derecha se une por intereses”, recuerda citando a Pepe Mújica. Y mientras algunos se obsesionan con señalar al socio más exigente, otros, como Junts o PNV, votan junto a PP y Vox contra impuestos a bancos y eléctricas. ¿Quién bloquea entonces la agenda progresista? ¿Y quién la impulsa?
La defensa de la soberanía no es un capricho nacionalista, sino una estrategia política. “Desde la soberanía hay más capacidad para mejorar la vida de la clase trabajadora vasca. Y eso debería importarle a cualquier izquierda honesta, esté donde esté”. Porque como recuerda Matute en Naiz, Euskal Herria es un marco donde la correlación de fuerzas aún permite avanzar. Y eso no se puede traicionar por miedo a lo que vendrá si gobernaran otros.
Y sí, los audios seguirán saliendo, porque esto no es una investigación: es una guerra. Pero la respuesta no puede ser el silencio ni la tibieza. No se puede seguir repitiendo que hay que cerrar filas mientras la corrupción se come el suelo bajo los pies.
¿Y qué dice sobre la OTAN? Lo mismo de siempre, con la misma claridad: “La OTAN no garantiza la paz, vive del conflicto. Subir el gasto militar empobrece a la clase trabajadora y aleja cualquier horizonte de justicia”.
La regeneración democrática no pasa por sostener a un presidente debilitado mientras se endurece el aparato del Estado. Pasa por plantar cara. Pasa por elegir bando.
Y si el PSOE no lo entiende, habrá que dejarlo atrás.
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