El intento de la Iglesia por asegurar su estatus privilegiado y su control sobre el patrimonio cultural ha vuelto a encender la llama del descontento y la indignación en la sociedad española. Sumar encabeza la lucha contra lo que consideran un acto de saqueo y usurpación perpetrado por la jerarquía eclesiástica durante décadas.
Los números hablan por sí solos: más de 100.000 bienes inmatriculados, obtenidos mediante una serie de artimañas y privilegios otorgados por una legislación franquista anacrónica. Desde templos hasta solares, la Iglesia ha extendido sus tentáculos sobre un vasto territorio de incalculable valor histórico y cultural, enriqueciéndose a expensas del patrimonio común de la sociedad.
Pero la lucha no se limita a la mera denuncia. Sumar, en colaboración con el movimiento laicista, ha declarado una guerra sin cuartel contra esta injusticia. Su objetivo es claro: la nulidad de todas las inmatriculaciones practicadas con certificación eclesiástica, desde 1946 hasta nuestros días. No se trata solo de un acto de justicia, sino de un imperativo moral para salvaguardar la integridad de nuestro legado cultural.
El acuerdo entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal de la legislatura pasada fue un pacto con el usurpador, un intento de legitimar una práctica aberrante a cambio de migajas. Pero Sumar no se dejará engañar por falsas promesas ni por acuerdos opacos. Su compromiso es con el pueblo, con la defensa de sus derechos y con la preservación de su herencia cultural.
Es hora de poner fin a la impunidad de la Iglesia y de devolver al pueblo lo que legítimamente le pertenece. La nulidad de las inmatriculaciones es el primer paso hacia la justicia y la equidad. Sumar no descansará hasta que cada uno de esos bienes sea restituido a su legítimo propietario, la sociedad española en su conjunto.
El camino será arduo y lleno de obstáculos, pero la determinación de Sumar es inquebrantable. No se trata solo de una cuestión de propiedad, sino de un acto de resistencia contra el abuso de poder y la injusticia. La batalla por la reversión de las inmatriculaciones es una batalla por la dignidad y la democracia en España.
En última instancia, se trata de reafirmar el principio fundamental de que nadie está por encima de la ley. La Iglesia no puede seguir actuando como si estuviera por encima de las normas y los valores democráticos. Es hora de que rindan cuentas por sus acciones y de que se ponga fin a su reinado de impunidad.
La historia nos juzgará no solo por lo que hicimos, sino también por lo que dejamos de hacer. Sumar ha optado por el camino de la valentía y la justicia. Es hora de que el resto de la sociedad española se una a esta causa noble y urgente. Juntos, podemos poner fin a la era de la rapiña eclesiástica y construir un futuro más justo y equitativo para todos.
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