En un giro preocupante de los eventos políticos en Valladolid, hemos sido testigos de cómo el vicepresidente de la Junta, Juan García Gallardo, el consejero de Industria, Mariano Veganzones, y el concejal de Comercio del Ayuntamiento de Valladolid, Víctor Martín, han decidido bajar al nivel de los gritos callejeros contra la prensa. En una manifestación que comenzó con rezos y terminó en un caos de insultos, estos representantes políticos de Vox no se abstuvieron de sumarse a los cánticos contra una periodista de la Cadena SER. “Prensa española, manipuladora”, resonaba en las bocas de los manifestantes, un eco perturbador que se amplificaba con la participación de figuras públicas.
La escena era dantesca: la periodista, cumpliendo con su deber profesional, se veía rodeada por una multitud enardecida, y entre ellos, representantes electos que, lejos de calmar los ánimos, avivaban el fuego del descontento y la desinformación. ¿Es este el ejemplo que nuestros políticos quieren dar? ¿Es esta la imagen de una democracia saludable y respetuosa?
Lo narraba la periodista de eldiario.es Laura Cornejo en X: “La han grabado, la han señalado y la han insultado. El portavoz de la Junta ha defendido hoy el “derecho individual” de García-Gallardo de acudir a manifestaciones. No sé si defiende el derecho individual, desde una posición de poder, de amedrentar a la prensa, diría que sí”.
“Más datos: la compañera de la Ser estaba sola. Las concentraciones en Valladolid son tan minoritarias que no se cubren apenas. Repito que estaba sola, y que uno de los que la graba es el concejal de comercio del Ayuntamiento de Valladolid”, denunció Cornejo.
EL PELIGRO DE LA POLITIZACIÓN DE LA PRENSA
Lo que presenciamos en Valladolid va más allá de un simple acto de protesta. Representa una tendencia alarmante en la política española: el ataque directo y sin disimulos a la libertad de prensa. En un país donde la prensa debería ser un pilar de la democracia, capaz de criticar y cuestionar al poder sin temor, lo que vemos es un intento de intimidación y deslegitimización de la profesión periodística.
Este episodio es especialmente preocupante considerando la participación de cargos públicos en los insultos. ¿Cómo podemos esperar un debate político saludable y constructivo si los mismos que deberían fomentar estos valores participan en actos de desprestigio hacia la prensa? La democracia no solo se sustenta en el voto, sino también en la libertad de expresión y en una prensa libre que pueda ejercer su labor sin miedo a represalias.
“Vaya marcaje que está haciendo la periodista hoy”, gritaba uno de los manifestantes, revelando una actitud de desprecio y falta de comprensión hacia el papel vital que juegan las y los periodistas en nuestra sociedad. La prensa no está para marcar a nadie, sino para informar, para ser los ojos y los oídos de la ciudadanía en lugares donde no pueden estar. Cuando esta función se ve amenazada por la hostilidad, no solo se ataca a un individuo o a una profesión, sino a la esencia misma de nuestra democracia.
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