22 Dic 2024
DESTACADA, INTERNACIONAL

Grupo Wagner, las fuerzas privadas ultraderechistas al servicio del Kremlin 

Hace semanas se notificó la presencia del temido Grupo Wagner en Ucrania. La presunta información, desvelada por The Times y luego compartida por otros medios de comunicación, anunciaba que un total de 400 mercenarios habían sido enviados para asesinar a Volodimir Zelenski.

Por Juan Francisco Albert en Al Descubierto

Una información que no ha podido confirmarse visualmente pero que ha sido corroborada por fuentes ucranianas.

Aunque, cómo todo lo que rodea a este grupo, cualquier información se mueve en el más silencioso de los secretos. Por ejemplo, no utilizan un uniforme específico ni unas credenciales concretas, más allá de un número de identificación por soldado.

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Lo poco que se sabe del Grupo Wagner se ha construido a través de informes de inteligencia, aportaciones de expertos en defensa, filtraciones, periodistas y algún error de estos mercenarios que, en su conjunto, ha llevado a que sea conocido como «el secreto peor guardado de Putin».

Se presentan como una compañía militar privada capaz de utilizar métodos de guerra híbrida y cualquier táctica para sus objetivos.

Ni su misma formación interna está clara: algunos hablan de una compañía como tal, mientras que reputados expertos, como Amy Mackinnon, investigadora del análisis Foreign Policy, habla de “una sombría red de operadores” que contratan a diferentes mercenarios y combatientes para lograr sus objetivos. Esto no es extraño en este tipo de empresas que, aunque se postulan como organizaciones que ofrecen servicios de asesoramiento, protección o entrenamiento, aprovechan ciertos vacíos legales para terminar funcionando como mercenarios, lo que está prohibido por las leyes internacionales.

Lo que sí se sabe de este grupo es su más que probada cercanía con el régimen de Vladimir Putin. Y es que allí donde Rusia tiene un interés geopolítico aparece el Grupo Wagner.

Además de ser un grupo capaz de contratar, formar y entrenar a miembros para misiones específicas, los servicios de inteligencia de múltiples países vinculan al Grupo Wagner directamente con el ejército ruso, ya sea como una unidad secreta o como un grupo financiado directamente por el Kremlin.

A todo lo anterior, lo que también se conoce es su marcada afiliación ultraderechista, con cientos de miembros simpatizantes de ideas neofascistas. Su mismo nombre, Wagner, viene dado por el compositor Richard Wagner, el favorito de Adolf Hitler y conocido, además de por su obra, por sus simpatías por el nazismo.

Una historia que se construirá arrancada al secretismo y construida con jirones de información.

Los creadores del Grupo Wagner y su inspiración ultraderechista

Atendiendo a las informaciones hasta la fecha, un germen del grupo está presente en Siria. Allí se encontraba Dimitri Utkin, figura referencial del grupo y ex coronel ruso recién retirado por entonces. Amante del combate, Utkin ha participado en las dos guerras en Chechenia.

Allí luchó junto al ejército de Bashar Al Assad de las manos de Slavonic Corps, una empresa privada de seguridad con sede en Hong Kong.

Tras esto, Utkin viajó a Ucrania, donde se relata la aparición por primera vez del Grupo Wagner. Allí formaría esta fuerza militar presuntamente privada, que se camuflaría como civiles y lucharía a favor de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk contra el ejército ucraniano en la defensa de su independencia, lo que se conoce como la Guerra del Donbass.

Se dice que el apodo de Utkin es Wagner y que fue él, su virtual líder, quien eligió el nombre de la compañía. Fue en Ucrania donde empezaron a ser conocidos como Compañía Militar Privada Wagner (ChVK).  

Sus afinidades ultraderechistas están bastante claras: Utkin lleva tatuajes nazis y es un admirador declarado del Tercer Reich.  Se dice que en Ucrania llegó a portar un casco de la Wehrmacht, las fuerzas militares unificadas de Alemania durante el gobierno de Hitler. Como líder de la compañía, sus ideas y su visión influirían evidentemente sobre la organización y sus miembros.

Otras fuentes en cambio que señalan que Utkin es tan solo el testaferro de la compañía y que otras personas, como Aleksandr Kuznetsov, son los auténticos líderes. La realidad, por el momento, no se conoce con exactitud debido precisamente al secretismo que envuelve al Grupo Wagner.

Sea como fuere, el foco parece puesto en Utkin, quien además fue fotografiado con Putin en 2016 en una fiesta en el Kremlin. Desde entonces sus apariciones han sido escasas.

Junto a Utkin, otra figura referencial es Yevgeny Prigozhin, un oligarca ruso conocido como “el chef de Putin”, que se hizo rico gracias a sus vínculos y su empresa de catering tras salir de prisión.

Prigozhin ha sido uno de los grandes financiadores del grupo y su actividad. Desde entonces, ha llevado un amplio catálogo de actividades de desestabilización que lo han puesto en la lista de los más buscados del FBI.

Funcionamiento interno del Grupo Wagner

El Grupo Wagner tiene presuntamente su sede en Mólkino, una ciudad al sur de Krasnodar. Allí comparten espacio con la brigada número 10 de fuerzas especiales del Departamento Central de Inteligencia (GRU) ruso.

Su composición es ecléctica: aunque su fuerza principalmente es rusa, también está participado por ucranianos y serbios pese. La organización entera ha sido clasificada como nacionalista rusa y ampliamente participada por personas de extrema derecha.

Esta conclusión no se desprende únicamente por unas ideas concretas, por la afiliación al gobierno ruso o por unos tatuajes. Parece ser que la conexión del Grupo Wagner con supremacistas blancos y grupos neonazis también ha sido documentada.

El número de sus fuerzas es variable, ya que a veces el Grupo Wagner despliega sus propias fuerzas mientras que en otras ocasiones contrata y forma mercenarios.

Esto explica por qué algunas estimaciones clasifican el tamaño de la compañía militar en unos 6.000 miembros, mientras que otros cálculos lo estiman en algo mucho menor, alrededor de unas 650 personas. En cualquier caso, el número exacto es muy difícil de conocer en cada momento.

Algunas señas del trabajo del Grupo Wagner son la versatilidad para las misiones y la brutalidad. Vídeos que circulan en Rusia muestran a miembros del Grupo Wagner torturando a sus víctimas durante horas para después decapitarlas.

La brutalidad no es solo externa: la esperanza de vida no es el punto fuerte de los mercenarios del Grupo Wagner. Solo en Siria se estima que murieron unos 250 mercenarios rusos y unos 400 en los distintos conflictos en Ucrania.

Solamente su gran capacidad de reclutamiento explica cómo el grupo sigue indemne en sus actuaciones. Una capacidad de reclutamiento que se debe no solo a un conjunto de códigos y valores o a algún tipo de campaña de captación, sino también a un generoso sueldo que, según datos, es de aproximadamente unos 3.000 euros mensuales (entre 200.000 y 300.000 rublos).

Teniendo en cuenta que el salario mínimo en Rusia es de 161 euros y su sueldo medio es de 449,97 euros (según datos de 2021), esta retribución económica resulta muy atractiva para jóvenes rusos que desean prosperar y servir a la patria, incluso yendo más allá del propio ejército.

De hecho, el salario de un soldado raso del las fuerzas armadas rusas es de unos 30.000 rublos, lo que se traduce en unos 320 euros. Para un soldado desplegado en el extranjero (por ejemplo, los que combaten en la invasión de Ucrania) suele ser el doble, unos 60.000 rublos. Es decir, se sigue quedando muy lejos del salario medio de un soldado del Grupo Wagner.

Una cantidad que hace que haya lista de espera para apuntarse al Grupo Wagner pese a la brutalidad y el riesgo de morir en el extranjero en el más absoluto de los anonimatos.

Al servicio del Kremlin: las misiones del Grupo Wagner

Aunque el Grupo Wagner trata de aparecer como una empresa privada, con capacidad para ser contractada por cualquier gobierno que desee sus servicios en el campo bélico, su vinculación con el Kremlin parece más que evidente, ya sea por su financiación por Rusia o por ser directamente una unidad secreta.

Y es que esta forma jurídica otorga muchas ventajas, como por ejemplo, poder enviar tropas a una zona sin entrar oficialmente en guerra. Una estrategia que Putin ha usado para reforzar a sus aliados e intentar redibujar los mapas.

Como ya se ha comentado, al parecer una de las primeras misiones del Grupo Wagner habría sido en Ucrania, en la región del Dombass.

Allí las regiones de Donetsk y Lugansk se convirtieron en las Repúblicas independientes de Donetsk y de Lugansk, respectivamente, tras el golpe de estado blando del Euromaidán, que depuso a Víctor Yanukovich en 2014.

Estas regiones recibieron un constante bombardeo por parte de las fuerzas ucranianas y algunas de sus milicias neonazis, como el Batallón Azov. Así que es técnicamente una de las primeras misiones del grupo.

Mercenarios rusos en la República Centroafricana, ¿Grupo Wagner?. Autor: Clément Di Roma/VOA, 16/02/2022. Fuente: Woanews

Posteriormente, en otoño de 2015, estas fuerzas se desplazarían a Siria para apoyar al régimen de Bashar al Assad, aliado de Putin en la región y en peligro de caer ante las injerencias de las potencias occidentales. Fue realmente en este conflicto donde las fuerzas del Grupo Wagner se hicieron famosas, ya que en la guerra del Donbass apenas se habían constituido y el conflicto en sí no era muy popular más allá de sus propias fronteras.

En Siria han tenido un amplio papel, llegando a desplegar hasta 2.500 mercenarios según declaraciones de ex miembros del mismo grupo.

Fue allí también donde sufrieron el golpe que los llevaría a la vista de la comunidad internacional. El 7 de febrero de 2018, la Coalición Internacional contra el Estado Islámico (Estados Unidos, Europa y otras potencias occidentales) bombardeó cerca del yacimiento petrolífero en la ciudad siria de Diez ez-Zor. Cuando el fuego se levantó, las fuerzas de la Coalición encontraron cientos de cuerpos de mercenarios con pasaporte ruso. Por supuesto, Rusia negó cualquier relación.

Además de allí, el Grupo Wagner ha sido desplegado en otras zonas con intereses geopolíticos rusos. Así han tomado parte en el conflicto interno de Sudán, la 2ª Guerra Civil Centroafricana, en Libia apoyando al general Jalifa Haftar o en Venezuela, enviados a escoltar a Nicolás Maduro tras el agravamiento de la crisis en el país, tal y como informó Reuters.

Una agenda de apariciones internacionales que coincide con los intentos de Moscú de seguir siendo una fuerza decisiva en el ámbito internacional, apoyando a sus aliados, aumentando su influencia y combatiendo a sus rivales geopolíticos en todo el mundo.

Su papel en Ucrania: a la caza de Zelenski

Las informaciones del Grupo Wagner en Ucrania son exiguas, pero confirmadas por distintas fuentes, principalmente estadounidenses y ucranianas.

La aparición del Grupo Wagner en Ucrania la anunció The Times, fijando la aparición de 400 mercenarios enviados para asesinar a 23 personalidades ucranianas. La presa más cotizada sería el Presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

Otras fuentes aluden a que el Grupo Wagner estaría desplegado en Ucrania desde diciembre, obteniendo información anticipada por parte del gobierno de Putin, aunque sin aclarar del todo si tendría objetivos concretos o simplemente servirían de apoyo militar y logístico a las fuerzas armadas de Rusia.

Sin duda, la presencia del Grupo Wagner a estas alturas posiblemente esté fuera de toda duda tras los intentos de Rusia de aumentar sus efectivos en el país, trayendo a reclutas rusos de los confines del país y mercenarios de distintas nacionalidades, como ha sucedido con las tropas chechenas.

Mihail Poldoyak, jefe de la oficina del presidente ucrania, ha avisado de distintos intentos de asesinato a Zelenski. Al menos dos los atribuye directamente a la actividad del Grupo Wagner, una información que, por el momento, no ha podido ser corroborada.

Todos los intentos de asesinato han sido evitados en teoría gracias a la actuación de las fuerzas de inteligencia y contrainteligencia ucraniana. La inteligencia occidental también confirma al menos tres intentos de asesinato a Zelenski, aunque sin señalar a culpables concretos.

Una fuerza peligrosa, ultranacionalista y una herramienta geopolítica con impacto

Indudablemente, el Grupo Wagner se ha convertido en una de las armas de la guerra híbrida que hasta ahora Rusia mantenía contra Occidente de manera soterrada. Una fuerza financiada por Rusia pero que no obedecía ninguna de las leyes de la guerra, tratados internacionales ni responsabilidades (uno de los principales motivos por los cuales un gobierno contrata a estas compañías militares, lo que ha sido denunciado por múltiples organizaciones sin ánimo de lucro).

Este motivo llevó a que el Grupo Wagner fuera sancionado por la Unión Europea, pero no parece que esto les haya afectado demasiado.

Indudablemente, esta empresa ha servido para dar apoyo a los aliados de Putin sin entrar en guerra con otros países, asegurando a dictadores, militares y políticos siempre que fueran afines al Kremlin.

Todo esto ha convertido a esta unidad en una de las fuerzas privadas militares más grandes y reconocidas del mundo.

Por otro lado, es cierto que esto tiene sus límites. Las últimas operaciones del Grupo Wagner en África y Oriente Medio, de hecho, no han salido tan bien como cabría esperar. Los mercenarios han luchado, ofrecido apoyo o incluso entrenado a otros ejércitos menos preparados. Y pese a algunas victorias, el saldo final es agridulce.

Parece que este motivo es el que ha llevado a Putin a repensar su estrategia de influencia en África. Y es normal, pues pese a su entrenamiento y financiación, las limitaciones del alcance de un pequeño grupo de mercenarios parecen obvias.

También es reseñable lo rápido y dispuestos que están los grupos de extrema derecha en convertirse en fuerzas militares permanentes. Esto indudablemente entronca con el amor a la violencia, la gloria del objetivo nacional, la visión mesiánica de los pueblos elegidos y los valores castrenses, tan cercanos en su imaginario con la idea del hombre ideal.

Una narrativa que encuentra su punto de unión en Ucrania con grupos neonazis nacidos allí, convertidos en militares allí y ahora enfrentados.

Indudablemente sería difícil que Adolf Hitler pensase que sus adoradores se matarían entre ellos enarbolando esvásticas, explicándose esto en el ultranacionalismo contrapuesto que los impulsa a enfrentarse pese a la afinidad ideológica.

Sea como fuere, Ucrania ha demostrado ser un catalizador del nacimiento de fuerzas neonazis armadas. Y posiblemente, pase lo que pase, seguirá siendo un elemento polarizador en el futuro.

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