23 Jun 2025

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Europa exige silencio al agredido mientras aplaude al agresor
INTERNACIONAL

Europa exige silencio al agredido mientras aplaude al agresor 

Mientras Trump bombardea instalaciones nucleares, Berlín, París y Londres piden a Irán que no se defienda. La diplomacia del verdugo sigue viva.


EL DOBLE RASERO DE LAS POTENCIAS QUE PRESUMEN DE DEMOCRACIA

No hay declaración que refleje mejor el ocaso moral de Europa que la que firmaron este domingo Alemania, Francia y Reino Unido. Tres gobiernos que se dicen defensores del derecho internacional han pedido a Irán —sí, al país bombardeado— que no desestabilice la región. Y lo han hecho apenas unas horas después de que Estados Unidos, con Donald Trump al mando, atacara al menos tres instalaciones nucleares iraníes en lo que medios oficiales han descrito como una “acción preventiva”. No mencionaron el derecho internacional. No hablaron de violaciones de soberanía. No exigieron responsabilidades a Washington. Se limitaron a exigir a Teherán que no responda.

La UE le pide al país agredido que no reaccione. Al agresor, ni una palabra.

Lo llaman “diplomacia”, pero huele a servilismo. En nombre de la estabilidad, Europa avala que un país lance misiles sobre otro y le exige a la víctima que aguante el golpe en silencio. No hay precedente reciente más grotesco. Ni siquiera en 2003, cuando Aznar, Blair y Bush fabricaron pruebas falsas para invadir Irak, se vio una subordinación tan explícita. Hoy, el trío Berlín-París-Londres se limita a rogar a Irán que no actúe, sin denunciar el acto de guerra de su socio atlántico. El lenguaje se ha vaciado tanto de sentido que la agresión se llama “defensa” y la contención, “desestabilización”.

El comunicado conjunto no menciona que el ataque se ha producido tras una escalada provocada por Israel, con el beneplácito estadounidense, en la que se han violado reiteradamente las resoluciones del Consejo de Seguridad. Tampoco alude a la muerte de civiles, al cierre del Estrecho de Ormuz ni a los cientos de miles de desplazados por el conflicto. Solo se repite el mantra: “evitar la proliferación nuclear”. Un mantra que oculta el verdadero motivo de esta ofensiva: mantener el control militar y económico sobre Oriente Medio.


NI PAZ, NI JUSTICIA: SOLO ORDEN IMPERIAL

Desde hace décadas, Irán es retratado como la amenaza absoluta. No importa que Israel posea armas nucleares no declaradas. No importa que Estados Unidos haya incumplido unilateralmente el acuerdo nuclear de 2015, ni que Trump se retirara del mismo para sabotear cualquier posibilidad de entendimiento. Lo importante es que Teherán no se atreva a responder. Que los misiles solo vayan en una dirección.

La paz que predican es una paz colonial: tú no te defiendas, que nosotros decidimos cuándo mueres.

El primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, han pasado en menos de un mes de condenar la violencia rusa en Ucrania a aplaudir, con su silencio cómplice, los ataques estadounidenses en Irán. Y eso que han sido ataques contra infraestructuras críticas, no contra supuestas bases insurgentes. Centros nucleares civiles, algunos aún en funcionamiento. Si el régimen iraní hubiese hecho lo mismo contra instalaciones estadounidenses, estaríamos ya en guerra abierta. Pero cuando el bombardeo lo firma Washington, lo llaman “mensaje de firmeza”.

Todo el aparato mediático occidental ha entrado en modo automático. Las portadas justifican la agresión como “respuesta táctica”. Los tertulianos insisten en que Irán no debe caer en la provocación. Y mientras tanto, las bolsas se disparan, el petróleo sube y los fondos de inversión celebran. El viejo ciclo de siempre: se crea una amenaza, se lanza un ataque, se exige contención al país bombardeado y se venden armas al país atacante. El negocio de la guerra necesita enemigos. Y Occidente se encarga de fabricarlos con precisión quirúrgica.


Europa no tiene política exterior. Tiene obediencia transatlántica.

Y esa obediencia, esta vez, puede costar cara. Porque si Irán responde —y todo indica que lo hará—, el conflicto se expandirá. No porque Teherán lo quiera, sino porque ha sido arrinconado sistemáticamente. Y porque los que hoy llaman a la calma son los mismos que ayer sembraron el caos. Alemania, Francia y Reino Unido no están previniendo una guerra: están legitimando una agresión. Con su retórica vacía y su alineamiento automático con los intereses estadounidenses, están abandonando cualquier principio de equilibrio geopolítico. Y están dejando claro que, en el orden imperial, solo hay un derecho: el del más fuerte.

Nadie debería sorprenderse si Irán deja de escuchar las súplicas europeas. Porque la paz no se construye pidiendo silencio al agredido mientras se encubre al agresor. Se construye con justicia, con coherencia y con memoria. Y de eso, en Bruselas ya no queda ni rastro.

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