Danza azteca, fotografiada el 14 de septiembre de 2006. Carl Campbell / Flickr, CC BY-SA
Tanto en Latinoamérica como en España, el 12 de octubre se conmemora el encuentro entre dos mundos. Justo ese mismo día en Guadalajara, México, se realiza la Romería de la Virgen de Zapopan.
Aunque no surge como un homenaje al encuentro intercontinental, su esencia es un ejemplo claro de ese hecho. Se trata de una expresión sincrética entre el mundo precolombino y europeo, una mezcla de danzas indígenas y devoción católica. Cada tipo de danza surge de una tradición distinta y de una región diferente del país. En este artículo nos vamos a centrar en las danzas aztecas.
Los trajes de sus bailarines son muy llamativos y sobresalen entre las vestimentas de los demás grupos. Además, el sonido de los tambores se puede escuchar a una distancia considerable, lo que capta la atención de los asistentes a la romería.
Igualmente, los aztecas están vinculados al imaginario indígena que se ha incorporado al cine y los libros de historia relativos al encuentro, como decíamos, entre las culturas europea y precolombina.
Principios de los grupos aztecas
En los grupos aztecas, la organización al interior de cada uno es independiente. Sin embargo, existen ciertos principios o códigos comunes entre ellos. Estos son:
Unión. Implica que los miembros deben estar unidos tanto dentro como fuera del grupo. Debido a que existen fiestas religiosas en distintos santuarios o localidades durante todo el año, las agrupaciones que tienen su sede en esos lugares suelen invitar a otros grupos o miembros de ellos a participar en su fiesta. Todos se consideran una misma familia de danzantes.
Conformidad. Se refiere a estar de acuerdo con la disciplina y las reglas que ha impuesto el grupo, así como acceder a respetar estas normas, a los integrantes del mismo y a los invitados que estén participando en actividades específicas.
Conquista. Consiste en ir a apoyar a otros grupos cuando ellos invitan a participar de una celebración. Así se crea un compromiso de acudir el día en el que el grupo o miembro externo que respondió a su llamado los invite a su vez a participar en un evento o festividad.
Disciplina. No solo de trata de cumplir con las normas dentro y fuera del grupo, sino también de portar el traje de danza con el respeto a todo lo que él representa, convirtiéndose en una forma de vida.
Danza. Cuando se danza, no importan el clima ni el cansancio. Se debe continuar bailando mientras dure el compromiso (todas las partes que integran la danza).
Una tradición que se mantiene viva
En la Romería de la Virgen de Zapopan, el recorrido tiene poco más de nueve kilómetros. La corrida oficial la integran el vehículo de la Virgen, su guardia de honor y una escolta de 35 000 danzantes. Estos incluyen grupos aztecas, mexicas, sonajeros, lanceros, apaches, de conquista, concheros, matlachines y tastuanes.
El huehuetl –tambor hecho con el tronco hueco de un árbol– de las danzas de los grupos aztecas provoca un sonido rítmico que invita al oyente al movimiento. Dado que no se trata de un baile por placer, sino una ofrenda a la Virgen, es necesario vincular el plano terrenal con el espiritual.
La cruz hecha con pañuelos y los sahumerios.
Rogelio Martínez Cárdenas, Author provided
Esta conexión se logra mediante dos elementos: el sahumerio –que ahuma diferentes resinas aromáticas vegetales– y el atecocolli –un instrumento también conocido como trompeta de caracol–.
Primero se “planta” un corazón en la tierra, que simboliza el centro del universo, y que se erige con pañuelos en forma de cruz. Después se encienden los sahumerios y, cuando suena el atecocolli, se da paso a la danza. Las sahumadoras y los danzantes que tocan el caracol se encargan de abrir el portal hacia lo divino.
Entonces se “solicita permiso a los seis puntos”, que tienen diferentes significados. Oriente –Tlahuiztlampa–, el sitio de la luz y el despertar, es donde vive el dios Quetzalcóatl. Poniente –Cihuatlampa– es un lugar de cambio donde habitan las mujeres guerreras que han muerto en parto. En el sur –Huitztlampa– reside la voluntad, mientras que el norte –Mictlampa– es el lugar de los ancestros y el reposo. Finalmente, el cielo o universo –Ilhuicatl– es el dador de la vida y Tonantzin Tlalli es la madre Tierra.
Si es por la mañana, la danza se comienza por el oriente. Si es por la tarde, por poniente.
Permiso a los seis puntos.
Una vez abierto el portal entre lo terrenal y lo divino, se inician las danzas que se ofrecen a la Virgen como una “oración en movimiento”, ya sea en las afueras del templo o dentro de él. Esta oración puede tener una duración de una a dos horas. Dependiendo de las normas de cada grupo, existe o no un descanso en ese lapso. En los casos más estrictos, los danzantes no deben tomar agua o alimento –aun cuando el clima lo exija– como parte de su ofrecimiento. Algunos llegan a danzar descalzos por el mismo motivo.
Al concluir la oración en movimiento se lleva a cabo un último rito, el de agradecimiento. Es similar a la petición de permiso, pero esta vez se realiza con la intención de sellar el portal abierto y dar gracias por haber podido danzar. También, dado que se está ante una divinidad religiosa, se exclama “Él es Dios”.
Se retira el estandarte que identifica al grupo y se da paso a la entrega de “palabras”. El capitán o responsable da las gracias a los bailarines y les hace saber si existe algo importante que deban conocer. Los integrantes también pueden tomar la palabra para agradecer el baile realizado.
Epílogo
La danza azteca es una representación del cosmos, por eso se danza en círculos concéntricos que representan a los planetas girando alrededor del sol. Es una expresión viva de la cultura precolombina que, con motivo de la cristianización y europeización de la población, fue desapareciendo poco a poco. Aun cuando casi todos los que hoy integran estos grupos no son descendientes directos de miembros de tribus originarias, se sienten orgullosos de un pasado indígena.
El portar un traje autóctono representa un alto valor para ellos, ya que los hace parte de una estirpe de guerreros que hoy viven en una dualidad: el mundo espiritual indígena y la religión católica.
Danzantes de la Romería de la Virgen de Zapopan con sus trajes.
Rogelio Martínez Cárdenas, Author provided
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