Las carreteras de acceso han sido arrasadas y, paradójicamente, la única vía de acceso parece ser el mar, ese mismo mar que hoy devuelve cuerpos sin vida.
Si el desierto pudiera llorar, el de Libia llora por la trágica inundación causada por la tormenta Daniel. Con un mar que no cesa de devolver almas perdidas y una ciudad en ruinas, Derna se convierte en el oscuro reflejo de un desastre anunciado.
La imagen de Derna, la cuarta ciudad más grande de Libia, ha cambiado radicalmente tras el paso del fenómeno climático. No se trata solo de calles inundadas o edificios colapsados; hablamos de vidas perdidas, de familias desaparecidas y de un futuro incierto. Los datos son escalofriantes: ya se han recuperado más de 5.300 cuerpos y hay, al menos, unos 10.000 desaparecidos, según fuentes oficiales como la Media Luna Roja Libia.
Lo que es aún más angustiante es que estos números podrían duplicarse. Abdul Rahim Maziq, director del centro médico de al-Bayda, alerta sobre la posible cifra de hasta 20.000 víctimas mortales. Una estadística que hace que cualquier lector se pregunte: ¿Cómo llegamos a esto?
«El mar arroja constantemente decenas de cadáveres«, comenta Hichem Abu Chkiouat, ministro de Aviación Civil de la Administración que lidera el este de Libia, a The Guardian. Esta afirmación, más allá de su crudeza, deja entrever la magnitud del desastre y la larga recuperación que se avecina. Y no solo a nivel humano, ya que la reconstrucción requeriría miles de millones de dólares.
DESAFÍOS POST-DANIEL: ENTRE EL ACCESO Y LA AYUDA
La naturaleza se ensañó de forma cruel con Derna, dejándola prácticamente aislada del resto del país. Las carreteras de acceso han sido arrasadas y, paradójicamente, la única vía de acceso parece ser el mar, ese mismo mar que hoy devuelve cuerpos sin vida. Como explica el médico libio Hani Shennib a la BBC, Derna está «encajada en la base de la montaña, frente al mar», con solo dos carreteras principales que la conectan con el mundo exterior.
Y, aunque la ayuda internacional empieza a aflorar, lo cierto es que no está llegando lo suficientemente rápido a quienes más lo necesitan. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Libia señala que al menos 30.000 personas han sido desplazadas en Derna. Las y los residentes, las familias y la comunidad en general se encuentran en una situación precaria, a la espera de una respuesta coordinada.
El ex Ministro de Asuntos Exteriores libio, Mohammed al-Dairi, se muestra «consternado» por la falta de coordinación entre los dos gobiernos del país para entregar la ayuda necesaria. Una inacción que demuestra la necesidad urgente de una respuesta unificada frente a la tragedia.
Mientras tanto, desde Europa se intenta tender un puente solidario. La Unión Europea ha anunciado el envío de ayuda de emergencia y alimentos a Libia. Una acción que, si bien es valiosa, pone en evidencia la magnitud del desastre y el largo camino de reconstrucción que queda por delante.
En resumen, la tormenta Daniel ha dejado una herida abierta en el corazón de Libia. Derna, otrora próspera y vibrante, ahora es el símbolo de un país golpeado, pero que con resiliencia y solidaridad busca renacer de sus cenizas.
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