Dos periodistas compartieron imágenes de su cuerpo después de haber sido arrestados por los extremistas islámicos.
Dos periodistas del medio Eliaatroz, especializado en noticias e investigación sobre Afganistán, han denunciado que los talibanes les han detenido y golpeado cuando intentaban cubrir una protesta de mujeres en Kabul, quienes pedían que se conservaran sus derechos.
Los agentes de los talibán confiscaron numerosas cámaras que grababan la protesta. Los reporteros fueron golpeados con porras y cables eléctricos a modo de látigo en una comisaría y luego necesitaron ser hospitalizados después de “reunirse” con los talibán.
Uno de ellos, Taqi Daryabi, denuncia que fue trasladado a una comisaría de policía junto a su compañero, el fotógrafo Nematullah Naqdi, y que allí recibieron patadas en la cabeza y por todo cuerpo, según informa la BBC. Horas más tarde, los talibanes los dejaron en libertad sin más.

«Me llevaron a otra habitación y me esposaron las manos a la espalda. Decidí no defenderme porque pensé que me golpearían más, así que me tumbé para proteger la parte delantera de mi cuerpo», ha explicado a la BBC. “El discurso oficial no tiene nada que ver con la realidad que vemos en las calles”, alerta.
Los talibán advirtieron al periodista que eso le estaba pasando “por grabar”. A pesar de que Nematullah les estaba avisando de que era periodista, y él tenía derecho a filmar las secuencias, los integristas hicieron caso omiso. “Me dieron patadas en la cabeza, me destrozaron la espalda… Fueron diez o quince minutos, pero creía que me iban a matar”.
Amenaza de decapitación
«Ocho de ellos vinieron y empezaron a golpearme con palos, porras y lo que tuvieran a mano. Las marcas que tengo en la cara son de zapatos», ha añadido. «Me quedé inconsciente después de eso. Entonces me llevaron a otro edificio donde había celdas y me dejaron. Apenas podía caminar, pero nos decían que camináramos rápido. Tenía un dolor muy fuerte», señala Daryabi.
Naqdi ha explicado que «uno de los talibanes me puso un pie en la cabeza y me aplastó la cara contra el cemento. Me patearon en la cabeza… Pensé que me iban a matar. Pregunté por qué me golpeaban y respondieron que tenía suerte de no haber sido decapitado».
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