El jefe del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales asegura que es más efectivo gestionar el campo para controlar los fuegos que aumentar los equipos de extinción.
Marc Castellnou es jefe del GRAF (Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales) del cuerpo de bomberos de la Generalitat de Catalunya, y es experto en incendios, que advierte que la situación forestal empeora y todavía puede hacerse más extrema.
Para Castellnou la responsabilidad recae sobre el cambio climático y las largas sequías, pero también sobre los despachos políticos en los que, según el experto, “se legisla contra lo rural”.

«Lo que pasa ahora es una continuación de lo que ocurre desde hace años, aunque sí está siendo un verano intenso», ha advertido, ya que «estamos normalizando temperaturas que hace veinte años eran extremas. Hoy tenemos un clima más seco y árido que provoca más incendios, pero es importante entender que los fuegos no son solo causados por el cambio climático».
Para él, sin embargo, e cambio climático no puede ser una excusa, y hay que comenzar a fijarse en la gestión, «que es algo que se ha ido abandonando durante los últimos 100 años. Con esto no quiero decir que el cambio climático no sea determinante, porque las temperaturas extremas hacen que nuestro país queme con más violencia, pero la situación sería mucho más controlable si no abandonáramos a los bosques», afirma.
Debido a esta suma de causas «cada vez hay más incendios en los que la extinción no es posible: por más recursos que tengas y por muy bueno que seas apagando incendios», «sin un territorio gestionado, no se puede hacer nada», dictamina.
«Los bosques están llegando al límite y cada vez habrá más incendios imposibles de apagar, que son aquellos que emiten más de 10.000 kilovatios por metro cuadrado. El año pasado, que fue un año normal, los incendios emitieron de media 8.800 kw por metro, muy cerca del límite», sentencia.
Para él, gestionar el territorio significa que este «esté ordenado para poder hacer extinción. También que haya políticas agrarias para que limpien el territorio».
Considera que «no puede ser que nos dediquemos a proteger las zonas rurales como si fueran un decorado, pero que no dejemos que se haga nada allí. La energía se acumula en los bosques, que están estresados porque nadie los atiende».
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