Cayó un 5,4% interanual en marzo, mientras el Gobierno celebra “recuperación” y el pueblo no llega a la góndola
El consumo masivo en Argentina cayó un 5,4% interanual en marzo y acumula un desplome del 8,6% en el primer trimestre de 2025. Ya van 16 meses consecutivos de retracción, según datos de la consultora Scentia, referentes para el sector. Lejos de ser un dato aislado, es una postal diaria: los changuitos vacíos, las heladeras a medio llenar y la resignación como política pública.
Ni siquiera las Pascuas, que este año se celebraron en abril y no en marzo, pudieron amortiguar la caída. En febrero, el derrumbe fue del 9,8%. El consumo en supermercados se hundió otro 7,1% y en autoservicios 3,7%. Las y los trabajadores, las jubiladas y los jubilados, las madres solas, los estudiantes, saben perfectamente qué significa eso: se compra lo justo o no se compra nada.
Algunos rubros esenciales suben tímidamente, como Alimentación (+0,5%) y Perecederos (+1,2%), pero no alcanzan para tapar el abismo: Bebidas sin alcohol (-16%), Higiene y Cosmética (-3,3%), Desayuno y Merienda (-1,5%), Limpieza (-2%)… El mercado castiga la dignidad. No se trata de prioridades, sino de pobreza.
Y todo esto, con una inflación interanual del 55,9% y un índice mensual del 3,7% en marzo, según el INDEC, que destaca aumentos especialmente en alimentos (5,9%) y educación (21,6%). Mientras el costo de vida crece, el poder adquisitivo muere.
UN GOBIERNO QUE CELEBRA CRECIMIENTO SIN PUEBLO
El relato oficial habla de «reactivación», pero solo es visible para quienes se benefician de la timba financiera. Porque mientras el consumo de bienes esenciales cae, las ventas de bienes durables crecen gracias al crédito. Una bicicleta financiera para unos pocos, mientras la mayoría se endeuda para comprar leche.
Lo más grave está por llegar. El viernes se anunció el fin del cepo cambiario, con un nuevo régimen que permite una devaluación del 30%, con el dólar oficial entre $1.000 y $1.400. El acuerdo con el FMI, que desembolsará otros USD 20.000 millones, no será gratis. Nadie del Fondo lo es. Más devaluación, más inflación, más miseria.
Bancos como JP Morgan, BNP Paribas y Morgan Stanley ya alertaron sobre el efecto inmediato de este nuevo esquema en los precios. Consultoras como 1816 y Analytica estiman que abril cerrará con una inflación del 5,5%, y mayo podría ser aún peor.
Y mientras tanto, las cadenas de supermercados están recibiendo listas con aumentos del 9%, incluso antes de que se refleje el salto cambiario.
La explicación es tan sencilla como brutal: el precio lo fija la góndola, pero el límite lo pone el salario. Y hoy, ese salario no alcanza ni para vivir, ni para consumir, ni para respirar tranquilos.
Damián Di Pace, director de Focus Market, lo dijo con claridad: “El consumo no está teniendo el mismo crecimiento que la economía. El techo del precio lo pone el piso del salario”. La frase, sin querer, es una radiografía del modelo: crecimiento para unos, ajuste para todos.
En una Argentina que se endeuda para pagar deuda, la población se endeuda para sobrevivir. Porque lo que está en crisis no es el consumo: es la justicia social.
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