El líder de una organización de desahucios extrajudiciales llama al boicot mientras la izquierda responde con firmeza
Daniel Esteve, cabecilla de Desokupa, ha vuelto a ocupar titulares por razones preocupantes. En un vídeo publicado este miércoles, ha amenazado con boicotear la presentación del libro de Irene Montero, Algo habremos hecho, programada para el próximo 10 de enero en la Taberna Garibaldi, en Madrid. Con un discurso cargado de tono beligerante y despectivo, Esteve convocó a «casi 200» seguidores para «entrar por cojones» al acto, en una muestra más de la estrategia intimidatoria que caracteriza a esta organización dedicada a ejecutar desahucios fuera del marco judicial.
Desokupa, bajo la dirección de Esteve, no solo lleva años actuando al margen de la ley, sino que lo hace con un enfoque que combina la fuerza bruta y la propaganda. El líder de esta organización se posiciona como un salvador de propietarios mientras perpetúa una cultura del miedo que golpea a quienes ya están en una situación de extrema vulnerabilidad.
El uso de términos despectivos y la alusión directa a figuras como Pablo Iglesias —a quien Esteve se refirió como «la rata del coletas»— son parte de una estrategia para polarizar y movilizar a sus simpatizantes. Pero lo más preocupante no es el insulto, sino la amenaza explícita: «Tendrás que poner 150 porteros para que no nos dejen entrar». Estas palabras no son solo una fanfarronada, son un recordatorio de que la intimidación física sigue siendo una herramienta política en manos de quienes consideran que la fuerza está por encima de la ley.
El historial de Esteve, lejos de limitarse a estos actos, incluye colaboraciones polémicas, como el acuerdo con el Sindicato Unificado de Policía (SUP), firmado en agosto de 2023, que ofrecía descuentos en cursos de Desokupa a afiliados y familiares del sindicato. Este pacto evidenció una preocupante connivencia entre una organización que actúa al margen de la ley y sectores institucionales.
LA RESPUESTA DE MONTERO Y BELARRA: FIRMEZA ANTE LA AMENAZA
Frente a estas amenazas, Irene Montero e Ione Belarra no han tardado en responder. Montero, exministra de Igualdad, ha utilizado las redes sociales para ironizar sobre las palabras de Esteve, cuestionando la necesidad del empresario de «demostrar el tamaño de sus cojones». Pero más allá de la ironía, su mensaje dejó claro que el acto seguirá adelante y que será un espacio «libre de fascistas».
Por su parte, Belarra denunció que Esteve y su organización se sienten «impunes» porque han operado durante años sin apenas rendir cuentas. En sus palabras, Desokupa no es solo un grupo de matones; es un engranaje más de un sistema que persigue a quienes están en situación de mayor precariedad. La líder de Podemos dejó claro que «no han llegado hasta aquí teniendo miedo» y prometió enfrentarse a quienes intentan coartar derechos fundamentales como el de la libertad de expresión.
El acto del próximo viernes en la Taberna Garibaldi no será solo una presentación de libro. Se ha convertido en un símbolo de resistencia contra aquellos que utilizan la fuerza y la intimidación para imponer su agenda.
¿IMPUNIDAD INSTITUCIONAL?
La figura de Esteve y su organización no pueden entenderse sin analizar la permisividad institucional que ha permitido su crecimiento. La existencia de un acuerdo con el SUP plantea serias dudas sobre la relación entre sectores de las fuerzas de seguridad y grupos como Desokupa. En lugar de condenar estas prácticas, algunos sectores parecen normalizarlas, alimentando una cultura de impunidad que amenaza los derechos más básicos.
No es casual que Esteve haya centrado su atención en Montero, una figura que simboliza muchas de las conquistas sociales que estos sectores reaccionarios buscan desmontar. Desde su gestión como ministra de Igualdad, Montero ha sido el blanco de ataques que combinan el odio machista con la represión política. Ahora, al amenazar directamente su espacio de expresión, Esteve lanza un mensaje que va más allá de su persona: nadie está a salvo de la violencia simbólica y física que representan Desokupa y quienes les apoyan.
En este contexto, la respuesta de Montero y Belarra no es solo valiente, sino necesaria. Su negativa a dejarse intimidar no solo defiende su derecho a expresarse, sino también el de todas las personas que, como ellas, han sido blanco de agresiones por parte de quienes se erigen en guardianes de un orden injusto.
El próximo viernes será una prueba más de si España está dispuesta a enfrentarse a estas formas de intimidación o si seguirá permitiendo que la impunidad sea la norma. La resistencia comienza con la firmeza, y las mujeres de Podemos han dejado claro que no retrocederán.
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Que las fuerzas de seguridad tomen nota y tenga presencia en el acto contra los mafiosos.
Mucho me temo que las fuerzas de seguridad suelen más bien colaborar y firmar parte, sin uniforme, de este tipo de grupos fascistas
Fuera los fachas y energúmenos de nuestras casas