El relato sobre la realidad de la vida en un centro de menores narrado por una joven dista mucho de la imagen que quiere vender Vox.
El viral cartel racista de Vox no deja de levantar testimonios, opiniones y críticas. Colocado en la estación de Renfe de Sol, en él comparan el coste mensual de los menores extranjeros no acompañados, ( «Un MENA 4.700 euros al mes»), con la pensión que reciben los mayores, («Tu abuela 426 euros de pensión/mes»).
La Fiscalía Provincial de Madrid ya ha incoado diligencias de investigación por un presunto delito de odio contra Vox por el susodicho cartel, abierto la investigación de oficio. Asimismo, el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica dependiente del Ministerio de Igualdad está preparando una demanda contra la formación de Santiago Abascal por incitar al odio con una «propaganda electoral racista contra la infancia migrante». »Atacar a colectivos vulnerables además de ser deleznable está penado en nuestra legislación», ha denunciado a través de Twitter Antumi Toasijé, presidenta de esta entidad.
No será la única demanda, pues diferentes colectivos se han pronunciado ya al respecto. Sin embargo, de cara a los lectores, más allá de las demandas contra la extrema derecha resulta mucho más interesante a nivel periodístico decir la verdad, y nadie como alguien que ha vivido lo que Vox critica en su propia piel para arrojar opiniones fundadas al respecto.
Una juventud en un centro de menores
Es el caso de la joven que se encuentra tras el seudónimo de Twitter Juno-chan. La usuaria de la red social relata a través de un hilo cómo fue su experiencia en un centro de menores como el que critica Vox. “NO puedo más con la criminalización de los niños. Os voy a contar mi experiencia en un centro de protección de menores”, comienza.
“Por circunstancias de la vida, acabé en un centro de PROTECCIÓN de menores. En estos centros suelen acabar niños que no pueden estar a cargo de sus padres o que ni siquiera tienen. Por ejemplo, si tienes un hijo y queda huérfano y nadie de la familia quiere/puede hacerse cargo el niño acabará en un centro de protección”, señala Juno-Chan, quien continúa explicando que “en ninguna ocasión los niños que están en un centro de protección son conflictivos. EN CASO de que el niño sea conflictivo, se harían los trámites correspondientes para que esté en otro tipo de centro”.
Relata la joven cuál es la rutina diaria, recalcando que era la misma para extranjeros y españoles, ya que no importaba la procedencia en el centro de protección: “Con cole: Desayuno. Coger almuerzo. Clases. Comida. Siesta (obligatoria) Tiempo de estudio (obligatorio) Merienda Tiempo de estudio/deporte Duchas Cena Cama”.
“COMER es obligatorio Si olvidas el almuerzo INDICA PENALIZACIÓN Estudiar ES OBLIGATORIO, no puedes estar en un centro sin asistir a clases. Si haces campana, SE PENALIZA DURAMENTE. Entre la cena y la cama había un pelín de tiempo libre. Cada día,exceptuando sábados, estudiábamos”, relata.
“Se nos trataba tanto a españoles como extranjeros igual. La comida no era de la mejor calidad, pero al menos no te intoxicabas. En otros sistemas (pisos tutelados) eras un pelín más autónomo. Autónomo significa que te hacías la compra y como te la hicieras mal, penalización”, continúa Juno-Chan.
“¿Mis compañeros se tendrían que haber muerto de hambre?”
La joven aclara el “discurso de mierda que se trae VOX” y de “cualquier partido de mierda que habla de los jóvenes sin adulto de referencia (conocidos como MENAS): ¿Mis compañeros se tendrían que haber muerto de hambre? ¿Deberían de estar en la calle?
“Creéis que ya de por sí no es un infierno vivir sin familia, sin referentes, con el peso del mundo encima de ti con tan solo 10/15/17 años, me suda los cojones. ¿Tenéis puta idea del discurso que estáis dando al menos?”, señala.
Expone Juno-Chan a Vox y a quienes defienden su mensaje que “según vosotros, los niños como nosotros que tenían situaciones complicadas (españoles o no) ¿deberíamos de haber estado debajo de un puente? ¿Os creéis que viví con delincuentes? Viví con 24 niños más simultáneamente, muy triste porque cuando alguien cumplía 18 años, se iba a la puta calle. Muchas veces el menor en cuestión, pasaba de estar en un centro de protección a estar al día siguiente en la calle, o tener que volver a casa con sus padres maltratadores, o acabar en un piso tutelado (esto último muy complejo)”.
El relato se endurece en un punto en el que la formación de extrema derecha ya debería estar avergonzada por su discurso: “He visto cómo compis mías han acabado en la prostitución. Como compis míos están en la calle sin oportunidades. Como algunos se han suicidado después de salir del centro. Y tenéis los santísimos cojones de atreveros a culpabilizarles A ELLOS DE SU VIDA. NO son menas, son NIÑOS”.
“Dejad de culpabilizar a niños que ni siquiera van a tener la oportunidad de, por ejemplo, terminar su formación. Dejad de culpabilizar a niños de cómo va la economía del país. Dejad de utilizar a quien no se puede defender como arma arrojadiza”, finaliza.
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