Feijóo pierde el control del Partido Popular mientras Ayuso refuerza su poder con una estrategia de confrontación directa
El Partido Popular atraviesa una de sus crisis más profundas, y gran parte de la responsabilidad recae en la confrontación abierta que Isabel Díaz Ayuso ha protagonizado frente a su propio líder. Lo que en otros tiempos fue un partido disciplinado ahora se muestra fragmentado y sin rumbo claro.
AYUSO DESAFÍA A FEIJÓO Y EXPONE LA DEBILIDAD DEL LIDERAZGO
El último capítulo de esta crisis se escribió cuando Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, decidió no reunirse con Pedro Sánchez, en abierto desafío a la estrategia de Alberto Núñez Feijóo. Mientras los demás presidentes autonómicos del Partido Popular siguieron las indicaciones de su líder, Ayuso marcó distancia con un gesto claro: no acatar órdenes que, en su visión, legitimen de alguna manera las políticas del gobierno central. Esta acción no solo refleja una actitud de rebeldía individual, sino que también pone en jaque la cohesión interna del partido.
En un momento en el que la política española demanda claridad y unidad, Ayuso ha optado por polarizar el debate dentro del PP, convirtiéndose en una figura que desafía abiertamente a Feijóo. La imagen de la presidenta madrileña como una líder que no se doblega ante nadie —ni siquiera ante sus compañeros y compañeras de partido— ha generado un eco entre ciertos sectores del electorado conservador que ven en ella la esperanza de un futuro libre de concesiones con el gobierno de izquierdas.
Feijóo, en cambio, parece cada vez más atrapado entre dos fuegos. Su silencio frente a Ayuso no es una muestra de prudencia, sino de parálisis. En lugar de tomar una postura clara, el líder del PP ha optado por declaraciones ambiguas, como cuando intentó restar importancia al desplante de Ayuso asegurando que “todos estamos con Ayuso”. ¿Cómo puede afirmarse semejante cosa cuando las acciones de la presidenta madrileña contradicen directamente las indicaciones de Feijóo? La contradicción entre palabras y hechos es ya demasiado evidente.
Algunos analistas políticos comparan la situación actual con la que vivió Pablo Casado antes de su caída. En aquel entonces, también fue Ayuso quien abrió grietas en el liderazgo del partido, y los resultados fueron catastróficos para Casado. Hoy, Feijóo enfrenta una situación similar, y la lección parece clara: un líder que no puede controlar a las y los barones de su partido está destinado a fracasar. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha mostrado que no necesita alinearse con la estrategia de Feijóo para sobrevivir en la política nacional; de hecho, parece que se fortalece precisamente al diferenciarse del discurso moderado del líder popular.
LA ESTRATEGIA AUTÓNOMA DE AYUSO: UN PARTIDO A SU MEDIDA
Isabel Díaz Ayuso ha demostrado una y otra vez que su visión política no está sujeta a los dictados de Génova. Su negativa a reunirse con Sánchez es solo el último ejemplo de una serie de gestos que la sitúan como una figura que va por libre, alguien que no se somete a las normas del juego que impone la dirección central del partido. Pero esto no es solo una estrategia de diferenciación política; es una maniobra calculada para fortalecer su posición dentro del electorado conservador más radical, un sector que no está dispuesto a ningún tipo de acuerdo con el gobierno de coalición.
Feijóo, por su parte, sigue atrapado en una promesa incumplida de moderación. Cuando asumió el liderazgo del PP, lo hizo bajo el estandarte de un proyecto centrado, capaz de recuperar a quienes habían abandonado el partido por su giro a la derecha bajo la dirección de Casado. Sin embargo, con el tiempo, Feijóo se ha mostrado incapaz de imponer una línea clara, cediendo terreno ante el discurso incendiario de Ayuso. La presidenta madrileña, en cambio, ha sabido posicionarse como la líder indiscutible de una corriente interna que ve en la confrontación constante una virtud y no un defecto.
En este contexto, otros líderes autonómicos del PP quedan en una situación incómoda. Por un lado, han seguido las órdenes de Feijóo reuniéndose con Sánchez, lo que ahora parece una suerte de traición a la línea dura que Ayuso ha marcado. Por otro lado, deben justificar su lealtad a un líder que parece cada vez más debilitado. La fractura interna es más que evidente, y la postura de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado claro que ella no tiene reparos en dejar en evidencia la debilidad de su líder.
Este choque de estrategias revela la profundidad de la crisis en el PP. Feijóo, atrapado entre su deseo de presentarse como un líder moderado y su incapacidad para frenar la escalada de Ayuso, se arriesga a perder tanto el control interno como el respaldo de un sector del electorado que ve en la presidenta madrileña una figura más combativa, más cercana a sus valores.
El liderazgo de Feijóo está en la cuerda floja. Y mientras Ayuso continúe actuando sin rendir cuentas, Feijóo no podrá hacer otra cosa que contemplar cómo su partido, una vez sólido y disciplinado, se resquebraja.
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