Si tenemos en cuenta la gravedad de las múltiples crisis que nos acechan, probablemente la solución más sostenible y sensata sería volver a estructuras locales
Aunque no lo creas, hay alternativas reales para poder vivir de modo sostenible más allá de la jungla de asfalto. Como por ejemplo, las ecoaldeas, que son en esencia un llamamiento a conectar con la tierra y entre las personas. En ellas el individualismo da paso a la cohesión social, a la toma de decisiones participativa y al apoyo mutuo. Todo siguiendo unos principios de sostenibilidad ambiental, autonomía alimentaria y economía solidaria.
Si tenemos en cuenta la gravedad de las múltiples crisis que nos acechan, probablemente la solución más sostenible y sensata sería volver a estructuras locales, pero utilizando a nuestro favor la tecnología existente y los ingredientes positivos de la globalización. Los grupos humanos pequeños y autogestionados son mucho más resilientes y sostenibles, y aportan múltiples beneficios a todos los niveles.
Lo que es seguro es que no podremos seguir viviendo como hasta ahora mucho más tiempo. Simplemente, el planeta donde vivimos no da más de sí, no podemos seguir extrayendo recursos y contaminando al ritmo que lo hacemos. Y ante esta realidad que muchos no quieren ver, tenemos dos salidas: seguir como hasta ahora y acabar muy mal. O buscar alternativas realmente sostenibles.
Ante esta compleja situación, las ecoaldeas se convierten en una especie de laboratorios para la transformación social donde se investigan las técnicas necesarias para una cultura de la sostenibilidad, la igualdad y la recuperación de valores de respeto por el lugar, por la naturaleza y por las personas, retomando el legado de nuestros ancestros de convertirnos en dueños de nuestras vidas. Y proponiendo alternativas reales a nuestro actual e insostenible modelo de vida. Hay que atreverse a soñar un futuro mejor para que este pueda llegar a ser real.
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