El 38% de estos editores cobra menos de 500 euros al mes y, de los que viven de editar, un 40% cobran en negro.
Tras el surgimiento de los ‘influencers’ en redes sociales se esconde un mundo de explotación laboral en cuanto al sector de la edición. El 9 de marzo, un editor de vídeo llamado ZGM_edits compartió una conversación con un ‘youtuber’ que le sugería hacer vídeos para TikTok, una red social de vídeos cortos, a razón de setenta céntimos la pieza.
“Necesito una persona que saque clips de mi Twitch [plataforma de vídeo en directo] y que ponga texto en ellas”, decía el mensaje. “Tenía una persona que hacía todo esto por 0,5€ pero se le rompió el ordenador, aunque con el móvil también se pueden hacer. Tal vez podemos encontrar un acuerdo alrededor de los 0,7€, ya que son vídeos de 20-30 segundos”.
Pocos días después saltaba una iniciativa propuesta por Anujbost para que los editores comiencen a organizarse colectivamente para defender sus derechos frente a la explotación laboral.
“La explotación de editores existe desde que los ‘youtubers’ requieren de ellos. Son casos muy típicos. Es un sector de gente muy joven que empezó a editar por las risas y a quienes han terminado timando, pagándoles muy poco o no pagándoles. Y hay gente que cobra muchísimo cada mes y les paga una miseria. No tiene sentido”, cuenta Anujbost a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.
“El punto determinante fue el caso del chico que ofrecía setenta céntimos por un TikTok, que decía que al pakistaní que tenía antes se le había roto el móvil. Le invitamos al ‘stream’ y fue increíble: justificó pagar una miseria”, añade. “Fue el detonante. Había un montón de editores en el directo y les dije: ¿queréis que os colectivice? ¿Queréis organizaros? Y todos dijeron: ¡sí!”.
“Si no existiera Ibai, no habría canal de YouTube de Ibai. Pero si no fuera por su editor, tampoco”, pone como ejemplo Anujbost. “Podemos discutir si su capacidad de llegar a la gente es tal que los vídeos se verían aunque estuvieran editados por un mono. Pero el trabajo del editor es importante y muchos no se dan cuenta porque son gente humilde que piensa: ¿yo qué voy a cobrar 10.000 euros al mes? Hombre, pues si la persona para la que trabajas genera 100.000, digo yo que sí”.
En estos momentos prácticamente 500 personas se han unido al grupo por tal de organizarse contra la explotación.
Su primera tarea ha sido hacer un estudio de precios para orientar a quienes no sepan cuánto cobrar. La segunda, concienciar a los editores latinoamericanos de que si trabajan para un ‘youtuber’ español demanden el precio que cobrarían en España, porque está extendida la práctica de acudir a profesionales de Latinoamérica para pagar menos.
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