Fernando Rueda revela, en “Al servicio de su majestad”, cómo se controlaban las relaciones sentimentales de Felipe VI con Gigi Howard, Eva Sannum o Letizia Ortiz
El rey Felipe VI fue relacionado, durante su juventud, con Victoria de Carvajal, Yasmeen Ghauri, Gabriela Sebastián de Erice, Viviana Dellavedova o Viviana Corcuera y, antes de casarse mantuvo tres relaciones más largas e intensas con Isabel Sartorius, Gigi Howard y Eva Sannum.
Juan Carlos I decidió que el CNI espiase a cada una de sus conquistas, excepto a Isabel Sartorius, hija del marqués de Mariño, ya que, seguramente, la información sobre ella la consiguieron los reyes sin muchos problemas y la intervención del CNI se produjo más adelante.
En “Al servicio de su majestad”, tal y como recoge Vanitatis, Fernando Rueda, uno de los grandes conocedores de nuestros servicios secretos, revela cómo se controlaban las relaciones sentimentales de Felipe VI.
Gigi Howard
En 1993, Felipe, tras acabar la licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, se desplazó a Washington, en donde también estudiaba su primo Pablo, para cursar un máster de dos años en Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown. Allí se empezó a sospechar que mantenía una relación amorosa y todos los medios intentaron conseguir las fotos que lo acreditasen.
Fue la novia de su primo Pablo, Marie Chantal, quien le presentó a una de sus buenas amigas, Gigi Howard, una estadounidense que cursaba Ciencias Políticas y Sociología en Nueva York y además era modelo. Fue la primera relación que mantuvo tras la ruptura con Isabel.
Estuvieron juntos más de un año, la mayor parte del tiempo sin que la opinión pública española lo supiera, pero no así los reyes. Cuando una relación comenzaba a ser seria, el propio Felipe o la gente que le acompañaba informaban al palacio de La Zarzuela y, si lo consideraban oportuno, el siguiente paso era pedir datos al servicio secreto, en aquel momento dirigido por Emilio Alonso Manglano.
En cuanto a Gigi Howard lo único que ha trascendido es que carecía de partes oscuras. Los dos pasaron juntos las vacaciones de 1995 en Nueva York e hicieron un viaje a la isla de Saint Martin, donde fueron inmortalizados por los fotógrafos. Allí comenzó el acoso de los paparazzi.
Eva Sannum
Con la noruega Eva Sannum, de 25 años y que estudiaba Publicidad en Madrid, la relación duró cuatro años y Felipe empezó a hablar de ella en el palacio de La Zarzuela con pretensiones de futuro. El CESID, dirigido por Javier Calderón, intervino para realizar una investigación en España y Noruega y, en este caso, a los reyes no le gustó alguno de sus hábitos y les pareció muy poco para su hijo.
Esto solo sirvió para que Felipe se obsesionase más y Juan Carlos tuvo problemas para hacerle ver la necesidad de romper la pareja. Pero desplegó sus artimañas para que todas las personas con ascendencia ante Felipe se lo dejaran claro en 1998, incluido el presidente Aznar y, al final, no le quedó otra que romper con Eva.
Intento de asesinato
En 1986, cuando Felipe contaba con 18 años fue proclamado heredero de la Corona y había cumplido su primer año como cadete en la Academia General Militar de Zaragoza. Fue entonces cuando el CESID advirtió de la necesidad de aumentar sus medidas de seguridad ante la posibilidad de que la banda terrorista ETA intentara asesinarle. El documento de los espías consideraba que su vida corría más peligro incluso que la del presidente González.
Un año antes, en 1985, los sectores ultraderechistas diseñaron un plan para acabar con el rey, con toda la familia real y con los miembros más destacados del gobierno socialista, durante el desfile anual de las Fuerzas Armadas que se celebraría en A Coruña el día 2 de junio. Por suerte, el golpe fue desactivado por el servicio secreto con tiempo y como medida de seguridad el príncipe no participó en los actos el día del desfile.
Letizia Ortiz
Felipe conoció a Letizia Ortiz con quien terminó casándose. Fernando Rueda relata que la el servicio secreto en este caso llevo a cabo una investigación sobre la vida privada de la actual reina, cuando todavía no era ni princesa de Asturias.
El 17 de octubre de 2002 el periodista Pedro Erquicia ofreció una fiesta en su casa a la que invitó a amigos, entre ellos a varios periodistas entre los que se encontraba Letizia Ortiz. El asistente sorpresa fue Felipe. Esa noche Felipe y Letizia hablaron a solas durante mucho rato y antes de despedirse se intercambiaron el número de los móviles.
Durante el verano de 2003 la pareja se fue de crucero por el Mediterráneo, la relación estaba ya asentada y el 3 de noviembre de 2003, se presentaron en sociedad cogidos de la mano para anunciar su relación.
En algún momento de los nueve meses anteriores, Juan Carlos le pidió a Jorge Dezcallar, director de los servicios de inteligencia españoles entre 2001 y 2004, que llevara a cabo una investigación previa de Letizia sobre su vida privada, familia, amigos, novios, contactos o asuntos económicos, ya que su currículum como periodista era público.
La investigación sobre Letizia Ortiz la realizaron agentes de la máxima confianza del director, agentes que jamás desvelarían su contenido y que negarían haber participado en esa operación. Fuera de ellos solo conocieron los resultados Dezcallar y el rey. El propio Jorge Dezcallar desmintió en el Congreso de los Diputados que el CNI hubiera llevado a cabo esa investigación.
Los pocos que saben que el CNI hizo ese informe sobre Letizia Ortiz solo se atreven a aventurar que no llegaron a descubrir nada sobre los rumores de cierto “secreto familiar”. Una vez que Dezcallar entregó su trabajo al monarca, abandonaron cualquier tipo de investigación sobre la princesa. Ni el rey habría permitido que la investigaran una vez dentro de la familia real, ni el servicio habría entrado en el tema sin una orden clara del Gobierno.
El 22 de mayo de 2004, Felipe y Letizia contrajeron matrimonio en la catedral de La Almudena, ceremonia a la que fueron invitados Dezcallar y su mujer. Lo que fue un día de alegrías para la pareja y sus invitados, supuso una jornada de máxima tensión en el CNI, por la amenaza de un posible atentado.
José Bono, que ejercía como ministro de Defensa en aquellas fechas, vivió la boda real con angustia: “Lo que queríamos era que la celebración acabara cuanto antes y los mandatarios extranjeros se fueran pronto”.
El momento más crítico ocurrió a las 17.50 horas de la tarde. Sin que se hayan desvelado los motivos, saltaron las alarmas aéreas en la capital. Desde la base de Cuatro Vientos despegaron inmediatamente dos helicópteros con tiradores de élite para patrullar el cielo de Madrid. El equipo de seguridad contuvo la respiración, lo que tanto temían podía ocurrir de un momento a otro. La versión oficial dice que fue una falsa alarma y que la única consecuencia es que el estado de máxima seguridad se prolongó hasta las ocho de la tarde. Pero lo que pasó realmente pertenece al mundo de los secretos de Estado.
Ese día fue el inicio de una nueva vida para Letizia, una vida en la que se sintió espiada, pero no por agentes del CNI, sino por sus propios escoltas, que la protegían y la vigilaban.
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