Trump no solo jura como presidente: consolida un modelo de liderazgo basado en la exclusión, el odio y la manipulación mediática.
Donald Trump, a sus 78 años, jura nuevamente como presidente de Estados Unidos, consolidando su retorno político tras una derrota en 2020 que muchos consideraban definitiva. Pero su regreso, lejos de ser un evento institucional ordinario, se ha convertido en una exhibición de poder político y económico que reafirma su alianza con los sectores más privilegiados del país y del mundo. El comité de investidura ha recaudado 170 millones de dólares, una cifra récord que evidencia el respaldo de las grandes corporaciones a su visión autoritaria y ultraconservadora.
Entre las empresas donantes destacan gigantes tecnológicos como Google, Microsoft, Meta y Tesla, que han contribuido con al menos un millón de dólares cada una. El cinismo es evidente: mientras estas compañías venden discursos de inclusión y sostenibilidad, financian a un líder que ha prometido desmantelar políticas climáticas y derechos civiles. Por otro lado, la industria automotriz, con Toyota, Ford y General Motors a la cabeza, no ha dudado en alinearse con Trump, aportando cifras millonarias.
La ceremonia de investidura no solo es un evento político; es un mensaje dirigido a sus aliados ideológicos. Entre los invitados figuran líderes ultraderechistas como Javier Milei, Giorgia Meloni y Viktor Orbán, y opositores extremistas como Santiago Abascal. Con esta lista de invitados, Trump deja claro que su agenda política trasciende fronteras y se consolida como un proyecto global de autoritarismo y desigualdad. La ausencia de figuras progresistas o moderadas evidencia aún más la polarización que marcará este nuevo mandato.
UNA PRESIDENCIA CARGADA DE PROMESAS PELIGROSAS
El discurso de Trump no se desvía de la narrativa que lo llevó al poder en 2016. Desde la misma escalinata del Capitolio donde hace apenas cuatro años sus seguidores intentaron subvertir el orden constitucional, promete la «mayor deportación masiva de la historia» y el cierre de la frontera sur. Estas promesas, lejos de ser medidas de seguridad, son estrategias que perpetúan el racismo institucional y el sufrimiento de miles de familias migrantes.
Trump también ha anunciado su intención de indultar a los participantes del ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, un acto que no solo normaliza la violencia política, sino que también valida el asalto a la democracia. Mientras tanto, promete órdenes ejecutivas que restringen derechos fundamentales, como la prohibición de la participación de atletas trans en deportes femeninos y en el ejército, perpetuando la discriminación contra comunidades ya marginadas.
En materia internacional, su propuesta de negociar una paz entre Rusia y Ucrania parece más un truco publicitario que una estrategia diplomática seria. La promesa de lograr un acuerdo en seis meses no solo es irrealista, sino que ignora las complejidades de un conflicto que él mismo ayudó a exacerbar con sus posturas favorables al Kremlin durante su primer mandato.
UNA FARSA DE INVESTIDURA EN MEDIO DE LA CRISIS
La investidura de Trump también es un espectáculo que contrasta cruelmente con la realidad de millones de estadounidenses. Mientras miles luchan por acceder a vivienda, empleo y servicios básicos, el evento está marcado por bailes exclusivos para donantes millonarios y espectáculos pirotécnicos reservados para los asistentes al club de golf de Trump en Virginia. Esta desconexión entre las élites que financian su presidencia y el pueblo al que dice representar es una muestra más del cinismo que define su proyecto político.
En un gesto que simboliza su desprecio por los derechos civiles, la ceremonia coincide con el Día de Martin Luther King Jr., una fecha que conmemora la lucha por la igualdad y la justicia. Lejos de honrar este legado, Trump lo utiliza como telón de fondo para una agenda que revierte décadas de avances sociales.
Esta investidura no es solo un cambio de gobierno; es un recordatorio de cómo el poder económico y político puede converger para reforzar las estructuras de opresión y desigualdad. Trump no solo jura como presidente: consolida un modelo de liderazgo basado en la exclusión, el odio y la manipulación mediática.
Related posts
83% de las personas asesinadas en Gaza eran civiles: la mentira de la “guerra limpia” israelí
Los datos secretos del propio ejército israelí desmontan el relato oficial: el asedio a Gaza es un genocidio planificado, con un índice de matanza civil pocas veces visto en la historia reciente.
El naufragio del Cybertruck: cuando el juguete de Musk se convierte en un problema financiero
De icono futurista a chatarra cara: el vehículo que iba a revolucionar la movilidad eléctrica es hoy un fracaso asegurado.
La gran sumisión: Europa abre sus fronteras al cerdo de Trump
Un acuerdo desigual que entrega la soberanía económica de la UE a Washington
Vídeo | París marca el camino
París acaba de plantar un bosque en pleno centro. Donde antes había cemento y calor, ahora hay sombra, frescor y vida. Si ellos pueden, ¿qué excusa tienen nuestras ciudades? La crisis climática no espera: lo público debe apostar por espacios verdes, habitables y resilientes.
Vídeo | Jefaza
Cuando la ciudadanía se rebela, cuando una mujer de 87 años se atreve a pegar una pegatina contra el genocidio, mandan a cinco policías a por ella como si fuera peligrosa.