Sin la acogida de migrantes, Alemania se habría perdido a Uğur Sahin, el oncólogo detrás de la vacuna de Pfizer
BioNtech, la compañía alemana socia de Pfizer, fue creada en 2008 por el oncolólogo Uğur Sahin (Alejandreta, Turquía,1955) en Maguncia (Mainz en alemán). Actualmente lidera la compañía como consejero delegado. La importancia de BioNtech es tal que, si bien Pfizer pone la capacidad de realizar ensayos y de producción a gran escala, la firma biotecnológica aporta el germen de la investigación.
Sahin se formó en Alemania. Primero en la Universidad de Colonia, ejerció como médico oncólogo y es profesor de la Universidad de Mainz. Está casado con la doctora Özlem Türeci, directora médica de la empresa y cofundadora. De raíces humildes, es hijo de un migrante turco que trabajaba en una fábrica de Ford en Colonia.
Persiguiendo tenazmente su sueño de la infancia de estudiar medicina y convertirse en médico, Sahin trabajó en hospitales universitarios en Colonia y en la ciudad suroccidental de Homburg, donde conoció a Türeci durante su carrera académica temprana.
La investigación médica y la oncología se convirtieron en una pasión compartida. Tuereci, hija de un médico turco, migrante también, dijo en una entrevista con los medios que incluso el día de su boda ambos sacaron tiempo para el trabajo de laboratorio.
Ahora a los 55 años de edad, Ugur Sahin se encuentra entre los 100 alemanes más ricos, junto a su esposa y colega Öezlem Türeci, de 53 años de edad. “A pesar de sus logros, nunca ha dejado de ser increíblemente humilde y amable”, dijo Matthias Kromayer, miembro del directorio de la firma de capital de riesgo MIG AG, cuyos fondos han estado financiando BioNTech desde su fundación en 2008. Según Kromayer, Sahin suele asistir a las reuniones de negocios con jeans, mochila y un casco de bicicleta bajo el brazo.
Un mundo sin fronteras (hace 50 años)
Sahin y Türeci son hijos de trabajadores que emigraron a Alemania como parte de la primera generación de inmigrantes turcos invitados por el país durante la década de 1960 en un programa conocido como Gastarbeiter.
Las autoridades pusieron en marcha a partir de 1955 un programa para captar trabajadores -casi todos hombres- de otros países de Europa con la ayuda de oficinas de empleo y acuerdos de contratación bilaterales. Los primeros trabajadores que se contrataron en esta época procedían de Italia, España, Yugoslavia y, en menor medida, de Grecia. A partir de 1960 vinieron también Gastarbeiter de Turquía y Portugal. En 1964 Alemania recibió al “Gastarbeiter un millón”, que fue obsequiado con un ciclomotor. A los países proveedores de mano de obra se sumaron posteriormente Túnez, Marruecos y Corea del Sur. Con Filipinas se firmaron contratos para empleos relacionados con el cuidado de enfermos. En 1971 se llegó incluso a contratar un Gastarbeiter inglés. En septiembre de ese mismo año, los Gastarbeiter eran ya más del 10% de la población activa de Alemania.
Esta situación choca con la política actual auspiciada por la derecha y la extrema derecha, cuyas fronteras rechazan a migrantes incluso si se trata de gente que huye de la guerra. La historia de Sahin es un historia de éxito, pero la mayoría no tuvieron tanta suerte. Algunas voces críticas con la actuación de Alemania durante estos años defienden que el reconocimiento legal de estas personas no ha sido correctamente enfocado, dificultando su integración. Muchos fueron los que volvieron a sus países sin haber sido integrados.
“Alemania ha luchado durante mucho tiempo con la pregunta sobre cuán abierta debería ser su política de inmigración y el programa de ‘trabajadores invitados’ de la posguerra siempre ha sido cuestionado”, dijo Christian Odandahl, economista jefe del Centro para la Reforma Europea, en una publicación de Twitter. “El padre de Ugur Sahin era uno de esos trabajadores invitados que venían a trabajar en la fábrica de Ford en Colonia y ahora su hijo podría ser la persona que acabó con la epidemia que arrasó el mundo”, agregó.
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