29 Mar 2024

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Un extraño voto de pobreza: los Legionarios de Cristo y sus 295 millones de dólares opacos
DERECHOS Y LIBERTADES, DESTACADA

Un extraño voto de pobreza: los Legionarios de Cristo y sus 295 millones de dólares opacos 

Sacerdotes y empresarios cercanos a Los Legionarios de Cristo crearon entre 2010 y 2011 un millonario entramado opaco.

Los Papeles de Pandora, la última filtración a la que ha tenido acceso el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación, han desvelado las finanzas de clero. La orden religiosa ha desplegado en la última década una opaca red de fideicomisos y empresas subsidiarias que opera desde un paraíso fiscal sin dejar rastro de quién está detrás.

La congregación religiosa los Legionarios de Cristo creó una estructura
offshore con 295 millones de dólares en activos. Sacerdotes y empresarios cercanos a la institución crearon entre 2010 y 2011 el entramado opaco que aglutinaba inversiones en sectores como el inmobiliario, el tecnológico o el petrolero.

En 2010, el Vaticano, bajo el mandato de el papa Benedicto XVI, inició una investigación capitaneada por el cardenal Velasio de Paolis, que tenía la misión de sanear los Legionarios de Cristo y poner en orden su enorme patrimonio. Su informe final prometía renovar institución.

Marcial Maciel

El fundador de la Legión de Cristo

Una de las razones de por qué el Vaticano saneo a la congregación es Marcial Maciel Degollado. Fue un sacerdote mexicano, fundador de la asociación seglar Regnum Christi y de la Legión de Cristo, que falleció en 2008 a la edad de 87 años. En Veracruz, el 3 de enero de 1941, Maciel fundó los Misioneros del Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores, congregación que pasaría a denominarse Legión de Cristo, y diez años después (en 1951) el movimiento de apostolado Regnum Christi.

Cuando Maciel visitó al papa Pío XII en 1946, este acogió con especial interés su proyecto apostólico y educativo, y bendijo la nueva congregación. Cuatro años más tarde, Maciel instauró el Centro de Estudios Superiores de la Legión de Cristo en Roma. Fue Pablo VI quien en 1965 concedió a la congregación de los Legionarios de Cristo el «Decreto de Alabanza», por el que la congregación fue plenamente reconocida en el derecho universal de la Iglesia católica. Reconocido y admirado, Maciel no dejaba de crecer en la Iglesia.

Maciel acompañó a Juan Pablo II en los viajes que este realizó a México en 1979, 1990 y 1993. Durante el pontificado de Juan Pablo II, Maciel fue parte de varios grupos de trabajo eclesial, entre ellos, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la formación de los candidatos al sacerdocio en las circunstancias actuales (1991), la Comisión Interdicasterial para la Justa Distribución del Clero (1991), la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1992), el Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada y su Misión en la Iglesia y en el Mundo (1993). Fue consultor permanente de la Congregación para el Clero (1994) y miembro de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos (1997).

Marcial Maciel, el pederasta

En 1997 se derrumbó el castillo de naipes que Maciel había construido. En 1997, a través de una carta abierta al papa Juan Pablo II, ocho exmiembros de la Legión de Cristo acusaron a Maciel de haber abusado sexualmente de ellos y de que ni la congregación ni otros miembros de la jerarquía católica les habían atendido hasta el momento.

Todo avanza despacio en la Iglesia, por lo que 7 largos años después de enviar la carta, Maciel dejó la dirección de la Legión de Cristo en 2004. Tiempo después Joseph Ratzinger, el futuro Papa, permitió continuar la investigación canónica contra él por acusaciones de abuso sexual contra niños, así como hacia sus compañeros. En 2005, Ratzinger encargó a Charles Scicluna, entonces promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que recogiera los testimonios de abuso sexual cometidos por Maciel.

Sin embargo, en 2006, cuando Ratzinger ya era papa, anunció el cierre de la investigación sobre Maciel debido a su avanzada edad y quebrantada salud, ordenándole el retiro del sacerdocio público para consagrarse a una vida de «oración y penitencia». La Santa Sede no dio detalles, pero el semanario dijo que la orden afectaba a la actividad pública de Maciel, incluida su capacidad para celebrar misas públicas o dar conferencias, presentaciones públicas o entrevistas. Dos años después, Maciel moría sin ser juzgado.