Una televisión pública que planta cara al duopolio mediático.
UNA RECONSTRUCCIÓN QUE NADIE ESPERABA
La televisión pública ha hecho lo que parecía imposible: La 1 lidera audiencias sin Eurocopa ni Juegos Olímpicos, sin escándalos ni reality shows, sólo con periodismo y servicio público. En octubre de 2025, RTVE supera por centésimas a Antena 3 y roza el liderazgo mensual. Lo hace tras una década en caída libre, marcada por el desmantelamiento institucional, la fuga de profesionales y la conversión de la parrilla en un campo de pruebas para formatos precarios.
Lo que está ocurriendo no es sólo un repunte estadístico. Es el resultado de una reconstrucción silenciosa, la apuesta por contenidos que devuelven sentido a lo público: información, cultura, debate y ficción propia. Frente a la lógica del mercado, RTVE vuelve a comportarse como un servicio ciudadano.
En septiembre, La 1 subió del 10.3% al 11.6% y a mitad de octubre ya marca un 12.7%. En apenas mes y medio, sus programas diarios han crecido entre un 20% y un 30%. Y según Kantar Media, sin trampa ni cartón: no ha habido cambios en la medición de audiencias. El fenómeno es real.
El motor de esta transformación son las mañanas: Silvia Intxaurrondo ha logrado convertir el rigor informativo en éxito de audiencia. “La hora de La 1” pasó del 14.6% al 19.9%, un crecimiento del 36%. “Mañaneros”, con Adela González y Javier Ruiz, rozó el 18.1% y se consolidó como espacio de actualidad política y económica, lejos de la frivolidad que dominó la televisión matinal durante años.
En tiempos de crispación y propaganda, que la ciudadanía elija informarse en la televisión pública tiene un valor político. No es solo televisión: es resistencia cultural.
EL EFECTO INTXAURRONDO Y LA NUEVA IDENTIDAD DE LA 1
El caso de Silvia Intxaurrondo simboliza un giro de época. Una periodista que incomoda al poder y a la extrema derecha, que entiende la entrevista como una herramienta para hacer rendir cuentas y no como un intercambio de favores. Su liderazgo en audiencias demuestra que la gente quiere rigor, no ruido. Que el periodismo público puede ser competitivo sin vender su alma al algoritmo.
A su lado, “Mañaneros” ha encontrado equilibrio entre análisis económico y debate social, sin tertulianos ultras ni griterío impostado. RTVE recupera credibilidad a base de desmontar la fórmula del espectáculo y devolver espacio al pensamiento.
En las tardes, la estrategia también ha cambiado de raíz. “Directo al grano”, con Marta Flich y Gonzalo Miró, ha elevado un 64% la audiencia de su franja. “Valle Salvaje” y “La Promesa”, dos series diarias de producción propia, han devuelto a la ficción nacional su lugar en la televisión pública. Y “Aquí la Tierra”, lejos de agotarse, vive su mejor momento con un 13.4%, creciendo un 30% frente a la temporada anterior.
Pero el fenómeno más sintomático se llama “Malas lenguas”, de Jesús Cintora, que ha duplicado su audiencia desde agosto (+107%). Su salto desde La 2 a La 1 encarna la idea de televisión pública valiente, dispuesta a recuperar la crítica y el debate social frente a la complacencia mediática.
En el access prime time, “La Revuelta” de David Broncano consolida el espacio donde antes solo mandaba El Hormiguero. Ha liderado varios días y roza el 13.4%. Una apuesta arriesgada que refuerza el vínculo entre juventud y televisión pública: humor, política y reflexión sin miedo a molestar.
El éxito no es casual: es consecuencia directa de un cambio de filosofía. RTVE deja de competir en banalidad y empieza a competir en relevancia.
EL VALOR DE LO PÚBLICO EN TIEMPOS DE CANSANCIO
La paradoja es evidente: mientras las privadas recortan plantillas y externalizan la producción, RTVE crece cuando vuelve a producir contenido propio. El duopolio formado por Atresmedia y Mediaset lleva años imponiendo una idea de televisión como mercancía. La 1 demuestra que otra televisión no sólo es posible, sino rentable en términos sociales y de audiencia.
Los datos no son sólo cifras: son síntomas de un cambio cultural. El público ha premiado a quien no lo trata como cliente sino como ciudadano. En un ecosistema dominado por el clickbait y la posverdad, que una televisión pública gane terreno es una forma de justicia poética.
Kantar Media confirma que el sistema de audimetría sigue intacto. No hay milagro técnico: hay una ciudadanía que vuelve a confiar en RTVE.
No es sólo la victoria de un canal. Es la reivindicación de la información veraz, de la ficción con alma y del humor que piensa.
Cuando el servicio público funciona, el mercado tiembla.
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