La situación con Rubiales y la selección femenina de fútbol es solo un ejemplo de un patrón más amplio de inacción y superficialidad de la monarquía.
Javier F. Ferrero
En el complejo entramado de la política, la sociedad y la cultura española, la monarquía, representada por la Reina Letizia en este caso, vuelve a ser señalada por su aparente inacción frente a cuestiones de trascendencia social. Las recientes circunstancias alrededor de la victoria de la selección femenina de fútbol y el comportamiento de Luis Rubiales no son la excepción.
Tras la victoria histórica de las futbolistas españolas, la Reina Letizia optó por romper el protocolo y abrazar a las campeonas, un gesto que muchos interpretaron como una simple estrategia de relaciones públicas. Estos actos efímeros de apoyo son insuficientes y, peor aún, pueden parecer superficiales cuando no vienen acompañados de acciones concretas.
La controversia alrededor de Rubiales y su conducta hacia Jenni Hermoso ha abierto un debate amplio sobre la cultura machista, el consentimiento y el papel de las figuras públicas. Sin embargo, el silencio de la monarquía, y en este caso específico de la Reina Letizia, resulta ensordecedor. A pesar de las oportunidades evidentes para tomar una posición, la Corona opta por mantenerse al margen, priorizando su imagen y su neutralidad sobre el bienestar y los derechos de las mujeres.
Este tipo de inacciones, para muchos, pone de manifiesto una de las críticas recurrentes hacia la monarquía: su falta de conexión y empatía real con las preocupaciones y luchas de la ciudadanía. La figura monárquica, en su papel de representante simbólico del país, debería, según sus detractores, reflejar y defender los valores y principios de la sociedad que representa. Sin embargo, al optar por el silencio o por gestos protocolarios sin sustancia, la Corona parece demostrar una vez más que está más interesada en la preservación de su imagen que en la defensa activa de los derechos y valores de su pueblo.
La situación con Rubiales y la selección femenina de fútbol es solo un ejemplo de un patrón más amplio de inacción y superficialidad. Es necesario el debate en la sociedad española, parece lógico plantear la necesidad de un referéndum sobre la monarquía. Una consulta que permita a las ciudadanas y los ciudadanos decidir sobre la forma de Estado que desean y si la Corona, con su actual modus operandi, sigue siendo una institución que refleje y represente a la sociedad contemporánea. Esta podría ser una oportunidad para que España redefina su identidad, estructura y valores en el siglo XXI y decida si la monarquía sigue teniendo un lugar en su futuro o si es el momento de cambiar y avanzar hacia un modelo más democrático y moderno.
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