“Lo mismo hay menos casos de los que mediáticamente se dice” y «No juzgar con la mentalidad de hoy los abusos sexuales cometidos hace 40 años”. Palabras del arzobispo de Valladolid, Luis Argüello
«No juzgar con la mentalidad de hoy” los abusos sexuales cometidos “hace 40 años». Con estas palabras, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, parece intentar tapar el sol con un dedo, evadiendo una responsabilidad histórica que, hasta el momento, la Iglesia ha decidido mirar de reojo. Su declaración, enmarcada en la presentación de resultados del Servicio de Atención a Víctimas de Abusos (SAVA), lejos de acercar una solución, revela un patrón de negación y minimización.
«Creo que la mentalidad de hace 40 años tampoco era la de: puedes hacer lo que quieras con los niños. Se acabó la presunción de impunidad.» Así retruca la abogada penalista Carla Vall i Duran, haciendo eco de la indignación generalizada frente a los intentos de la Iglesia de desviar la atención de sus incontables pecados.
EVASIVAS Y CIFRAS CUESTIONABLES
Cinco denuncias en tres años. Ese es el paupéreo balance que Argüello presenta, generando un manto de duda sobre el verdadero alcance del problema. Su intento de restarle peso al asunto, sugiriendo que quizá haya “menos casos de los que mediáticamente se dice”, evidencia una preocupante desconexión con la realidad y, peor aún, un interés en minimizar la magnitud del escándalo.
Si bien se introduce un proyecto titulado ‘Somos luz en misión’, con la promesa de formación y prevención, se percibe más como una táctica de relaciones públicas que una genuina iniciativa de cambio. La invitación del Arzobispado a apoyar a víctimas fuera de la Iglesia puede leerse como un intento de lavado de imagen, en vez de una real preocupación por el bienestar de las y los afectados.
Más allá de enfrentar la crisis, Argüello elige divagar sobre la moral contemporánea y el impacto de las tecnologías, abordando tangencialmente el tema sin llegar al meollo del asunto. Tales distracciones, lejos de ofrecer soluciones, demuestran el poco interés de la institución en afrontar su oscuro pasado y presente.
LA HORA DE LA VERDAD
La sociedad demanda una revisión interna profunda y no aceptará más evasivas. El tiempo de la impunidad y el silencio ha quedado atrás. Las víctimas merecen justicia, transparencia y un compromiso real de cambio. Las palabras vacías ya no son suficientes; es tiempo de actuar.
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