Compararse con un símbolo de la lucha por los derechos civiles mientras se roba dinero público y se alienta el odio racial no es solo indecente: es una agresión histórica.
LA EXTREMA DERECHA LLORA POR LA JUSTICIA QUE QUIERE DESTRUIR
Martin Luther King soñaba con la justicia. Marine Le Pen la desprecia cuando no le favorece. El pasado 3 de abril, la líder de extrema derecha fue condenada por el Tribunal Penal de París a cinco años de inhabilitación inmediata por malversación de fondos públicos europeos. El fallo no deja lugar a dudas: Le Pen desvió más de 600.000 euros del Parlamento Europeo entre 2004 y 2016, mediante contratos falsos para pagar a personal de su partido, la Agrupación Nacional (RN).
Y mientras la justicia francesa la sanciona por robar, ella se compara con Martin Luther King. El descaro no tiene límites. Le Pen no solo utiliza el dinero público para financiar a su banda ultra; también se apropia de referentes antirracistas para blanquear su proyecto autoritario. Frente a miles de simpatizantes reunidos en la plaza Vauban de París el domingo 6 de abril, declaró: “Nuestro combate será pacífico. Vamos a seguir el ejemplo de Martin Luther King”. Las palabras duelen como una bofetada.
NI PACÍFICA NI DEMOCRÁTICA: UNA REACCIÓN AUTORITARIA AL ESTADO DE DERECHO
La manifestación en apoyo a Le Pen fue convocada por su partido como respuesta a la condena. Un intento torpe de convertir a una corrupta en mártir. El objetivo era claro: alimentar la teoría conspirativa de una “tiranía judicial”, acusar a las y los jueces de atacar políticamente a su líder, e inflamar a sus bases. El propio eslogan de la convocatoria lo dejaba claro: “Justicia o dictadura”.
Francia Insumisa y Los Ecologistas respondieron con contundencia. Convocaron una contramanifestación en defensa del Estado de derecho, a la que acudieron más de 5.000 personas, según datos policiales. En ella, se recordó lo obvio: que la Justicia no puede depender de los intereses electorales de la extrema derecha. “La separación de poderes existe por una razón. Si no, es la anarquía”, dijo Johanna, una de las manifestantes, mientras en los altavoces sonaba Aya Nakamura y no La Marsellesa.
Marine Tondelier, secretaria general de Los Ecologistas, fue tajante: “Es normal movilizarse cuando la República está amenazada”. El mensaje iba también dirigido a los tibios del Partido Socialista y del Partido Comunista Francés, que rehusaron asistir para no “politizar” la condena. Como si el silencio fuera neutral cuando lo que se juega es el respeto a las instituciones frente al chantaje ultra.
LA DERECHA DE TRAJE Y CORBATA SIGUE MIRANDO HACIA OTRO LADO
El primer ministro, François Bayrou, calificó la manifestación de Le Pen como “ni sana ni deseable”. El presidente conservador de la región de Hauts-de-France, Xavier Bertrand, fue más lejos: “No tenemos ganas de ver un mal remake francés del asalto al Capitolio”. Pero los mismos que alertan de los peligros siguen pactando con su partido en ayuntamientos y regiones.
Le Pen no ha negado los hechos. Solo ha decidido que robar no debe tener consecuencias si quien roba es una nacionalista blanca y francesa. Se presenta como víctima de un sistema judicial que solo actúa “contra la derecha”, mientras se rodea de aliados como Orbán, Salvini o Abascal, que han hecho del ataque a la justicia un punto común en su ofensiva reaccionaria.
En la plaza Vauban ondeaban banderas tricolores y sonaban himnos de guerra cultural. “La jueza ha sido demasiado dura, quieren su muerte política”, dijo un asistente llegado desde Nemours. ¿La muerte política? ¿No será que alguien por fin ha dicho basta a la impunidad de los corruptos patriotas?
Y en medio de ese delirio victimista, Le Pen invoca el nombre de Martin Luther King. El mismo King que fue perseguido por el FBI, que luchó contra el racismo institucional, contra las leyes segregacionistas, contra las desigualdades estructurales que la extrema derecha nunca ha combatido. El mismo King que murió asesinado por defender a las personas pobres y racializadas. ¿Cómo se atreve alguien a utilizar su legado mientras justifica la islamofobia, el autoritarismo y el saqueo de fondos públicos?
King soñaba con una sociedad igualitaria. Le Pen solo sueña con el poder absoluto.
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