Un nuevo caso de la ya crónica titulitis y corrupción del PP madrileño estalla en mitad del verano.
EL PP DE MADRID: MENTIRAS, DINERO Y FOLLETOS ELECTORALES
Ana Millán Arroyo, vicepresidenta primera de la Asamblea de Madrid y número tres de Isabel Díaz Ayuso, suma otra piedra al lodazal de la derecha madrileña. Imputada por cuatro delitos graves –prevaricación, cohecho, tráfico de influencias y fraude contra la administración pública–, ahora se destapa que también infló su currículum cuando debutó en política. En 2003 y 2007 se presentó ante sus vecinos como licenciada en Ciencias Políticas, pese a que nunca pasó de una diplomatura. Nadie del PP corrigió aquella propaganda electoral, nadie pidió disculpas, nadie asumió responsabilidades.
Veinte años después, la historia se repite con un guion ya conocido: mentir sale gratis si llevas las siglas adecuadas. La maquinaria del partido sale en tromba a justificar lo injustificable: que el folleto no lo escribió ella, que solo “tiene estudios en”, que esto es “cosa del pasado”. Todo vale menos reconocer la verdad.
Mientras tanto, la presidenta madrileña se parapeta detrás del victimismo. Ayuso afirma que las acusaciones son solo un ataque contra su apellido, como si la corrupción fuera una conspiración mediática y no un patrón repetido en su entorno. Un patrón que suma nombres: Pedro Rollán, Noelia Núñez, y ahora Millán. La titulitis y el fraude académico son casi un sello de la casa.
EL CASO NEVERLAND: CONTRATOS, PAGOS EN EFECTIVO Y UN ÁTICO EN DUDA
Pero el currículum falso es apenas la punta del iceberg. Entre 2006 y 2011, la entonces concejala de Arroyomolinos adjudicó contratos por más de 660.000 euros al empresario Francisco Roselló. Según la investigación, este devolvió el favor con pagos que superan los 444.000 euros, presuntamente destinados a la hipoteca y gastos de un ático de Millán. La Guardia Civil señala “numerosos ingresos en efectivo de origen desconocido”, todos iniciados en 2008.
El caso, bautizado como “Neverland”, se instruye desde hace años sin que la política madrileña dé un paso atrás. La causa llegó al Tribunal Superior de Justicia de Madrid en 2024 y, pese a los defectos procesales que la devolvieron al juzgado de Navalcarnero, no ha sido archivada. Hay delitos presuntamente cometidos, pero no hay dimisiones. No las hubo cuando estalló la Púnica, no las hubo con la trama Gürtel, y no las hay ahora.
La impunidad sigue siendo el principal blindaje del poder en Madrid.
Los folletos falsos de hace dos décadas se unen hoy a una investigación judicial abierta. No es un error juvenil, es el reflejo de un sistema donde mentir en campaña, desviar dinero público y seguir en el cargo forman parte de la misma cultura política. En la derecha madrileña no se dimite: se aguanta, se niega y se acusa a los demás de persecución.
La política convertida en un negocio privado tiene nombre y apellidos, y no es solo el de Ayuso. Es el de una estructura que protege la corrupción y que se burla de las y los votantes cada vez que nos exige respeto a las instituciones mientras las ensucia sin pudor. La regeneración nunca llegará de manos de quienes han hecho de la mentira un oficio y del poder un refugio para la impunidad.
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