Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Baker se puso el uniforme y utilizó su fama y sus contactos para obtener información sobre los movimientos de las tropas enemigas que transmitía primero a las autoridades francesas y, tras la caída de Francia en manos nazis, a la Resistencia, utilizando tinta invisible en sus partituras
La cantante y bailarina de origen estadounidense, Josephine Baker, ha sido la primera mujer de descendencia africana y la sexta en recibir el que es considerado uno de los más grandes reconocimientos del Gobierno francés.
Este 30 de noviembre, Baker fue honrada con un memorial y una placa en el Panteón de París donde descansan los restos de iconos nacionales franceses como el autor Víctor Hugo, el filósofo Voltaire y hasta Marie Curie y Jean-Jacques Rousseau.
Josephine Baker o Freda Josephine MacDonald, su nombre original, no solo se convirtió en uno de los íconos culturales más famosos de la primera mitad del siglo XX sino que también se transformó en una heroína de la Segunda Guerra Mundial y luego en una activista por los derechos civiles.

Baker nació en San Luis, Missouri, en 1906, y tuvo una infancia muy dura. Su padre abandonó a su familia y su madre, mitad negra y mitad apalache, tuvo que mantener a sus hijos trabajando como lavandera.
Josephine sufrió maltrato y empezó a trabajar a los 8 años. A los 14 años ya se había casado y separado dos veces, y fue su segundo marido de quien obtuvo el apellido Baker. Durante su adolescencia vivía en las calles y dependía de restos de basura para alimentarse y empezó a bailar para mantenerse abrigada en las frías calles de St. Louis.
Gracias a su talento pudo unirse a un grupo vodevil y luego a The Dixie Steppers, una compañía de bailarinas, que la llevó a mudarse a Nueva York, donde fue descubierta por un reclutador de talentos que buscaba artistas para actuar en un revolucionario espectáculo de revista, el primero formado exclusivamente por personas negras, en París.
El gran salto a la fama con 19 años
Baker, con la promesa de recibir 1.000 dólares al mes viajó a Francia. Después de llegar a París en 1925 encontró gran parte de su fama. En 1926, con 19 años, dio el gran salto a la fama cuando en el mítico Folies Bergère sorprendió al público con un espectáculo muy diferente al que solía presentar el cabaré parisino: el Danse Sauvage («Danza salvaje»).En su noche de estreno dejó a todos boquiabiertos con su provocativo baile y fue ovacionada 12 veces.
No solo actuó y bailó en el teatro. También protagonizó cuatro películas: «Sirena de los Trópicos» (1927), ZouZou (1934), Princesse Tam Tam (1935) y Fausse Alerte (1940), algo inusitado para una artista negra.
Baker no solo era osada sobre un escenario. Cuando más mostraba su valentía Baker era a la hora de enfrentarse a las políticas segregacionistas de la época. Durante varias de sus giras por EE.UU. rechazó actuar en lugares que no permitían el acceso de público negro.
Pero ni su fama la hizo inmune al racismo en su país de origen: algunos hoteles y restaurantes rehusaron recibirla, y en 1951 se sumó a una lista de personas no gratas del gobierno y del Buró Federal de Investigaciones (FBI) por haber denunciado por racismo al dueño del Stork Club de Nueva York.
Legión de Honor y la Medalla de la Resistencia
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Baker dejó de lado la actuación y se puso un uniforme para desempeñar el puesto de subteniente en el Auxiliar de Mujeres de la Fuerza Aérea francesa. Además, aprovechó su fama para espiar a los Aliados. Utilizó sus contactos e invitaciones a fiestas en embajadas para obtener información sobre los movimientos de las tropas enemigas que transmitía primero a las autoridades francesas y, tras la caída de Francia en manos nazis, a la Resistencia, utilizando tinta invisible en sus partituras. Por sus contribuciones, fue condecorada por Charles de Gaulle con la Legión de Honor y la Medalla de la Resistencia.
Pero fue su activismo lo que la hizo memorable en la historia francesa. Baker fue activista por los derechos civiles. En 1963, tras lograr volver a pisar suelo estadounidense con la ayuda del entonces fiscal general Robert Kennedy, participó de la famosa Marcha en Washington, junto con el líder del movimiento por los derechos civiles Martin Luther King.
Vestida con su uniforme militar francés, Baker fue la única mujer que se dirigió a la audiencia para decirles: «Ustedes saben que siempre he tomado el camino rocoso. Nunca tomé el fácil. Pero a medida que envejezco, y como sabía que tenía el poder y la fuerza, tomé ese camino rocoso y traté de suavizarlo un poco. Quería hacerlo más fácil para ustedes. Quiero que tengan la oportunidad de tener lo que tuve yo», señaló.
«Tribu Arcoiris»
Baker no solo habló y actuó contra la discriminación racial y religiosa sino que también predicó con el ejemplo: en 1937 se convirtió al judaísmo para contraer matrimonio con el industrial blanco Jean Lion, a través de quien obtuvo la ciudadanía francesa. El matrimonio tan solo duró un año y diez años después volvió a casarse con otro hombre blanco, Joe Bouillon, con quien adoptó 9 niños de distintas nacionalidades y razas, para formar lo que llamó su «Tribu Arcoiris». En 1957 se divorció de Bouillon y tuvo que mantener sola a otros tres niños que sumó a su «tribu».
A pesar de haber llegado a se la mujer negra más rica del mundo terminó en bancarrota y pasó sus últimos años en Mónaco gracias al apoyo que recibió de Grace Kelly, convertida entonces en princesa de ese pequeño estado europeo.
Enterrada en Mónaco y honrada de forma simbólica en el Panteón de París
Baker falleció en 1975 a causa de un derrame cerebral y fue enterrada en ese principado vestida con un uniforme militar francés que tenía las medallas que recibió por su activismo en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial, aunque recibió honores militares durante su funeral en Francia.
Uno de sus hijos, Claude Bouillon-Baker, le contó a la agencia AFP que la estrella seguirá enterrada en Mónaco, y que este martes 30 de noviembre fue honrada en el Panteón de forma simbólica, con un memorial y una placa.
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