«Enhorabuena por todos esos bolos que te van a caer en los ayuntamientos de VOX», felicitó De Miguel al cantante.
En el agitado circo del espectáculo, donde los leones rugen y los payasos brincan, recientemente hemos sido testigos de un ‘duelo’ de palabras entre el inimitable humorista Héctor de Miguel y Pitingo, un cantante que busca emular las vibraciones de un flamenco y soul que en él se asemeja más a un chasquido de dedos desafinado.
Héctor de Miguel, capitán del navío Hora Veintipico, y afamado por transformar las trivialidades de la vida en pura comedia, fue desafiado por Pitingo, quien, con el valor que sólo las redes sociales otorgan, blandió su espada retórica: “Cuando me veas de frente agacharás la cabeza como la última vez que nos vimos, no tuviste cojones de cruzar una mirada conmigo. Eres un cobarde y lo sabes”.
De Miguel, quien probablemente estaba ocupado haciendo algo culturalmente significativo, respondió con la elegancia de un esgrimista en una pelea de almohadas: “No soy consciente de haberme cruzado contigo nunca, igual no te reconocí y te ignoré, como la mayoría de la población hace con tus crímenes musicales. Hace mucho que no hago las cosas “por cojones” pero entiendo que tú el cerebro lo tienes ahí y eso explica casi todo”.
Bienvenido al mundo de los subvencionados
Héctor de Miguel
Tales palabras no dejaron títere con cabeza. Pero De Miguel, como buen maestro de ceremonias, guardaba un as bajo la manga: “Por lo demás, enhorabuena por todos esos bolos que te van a caer en los ayuntamientos de VOX y bienvenido al mundo de los subvencionados. Ya tenían mujeres, negros y homosexuales, les faltaba un gitano. Creo que ya podemos llamarte Pidjango. Un saludo”.
Ahí lo tienen. Mientras Pitingo intentaba blandir una espada de doble filo, De Miguel orquestó una sinfonía de sarcasmo y crítica social que se volvió un verdadero festín para los amantes de la ironía.
Así que, mientras Pitingo sigue en su búsqueda de relevancia, y tal vez de una brújula para su GPS musical, Héctor de Miguel sigue afianzándose como ese invitado que todos quieren en su fiesta: el que aporta ingenio, perspicacia y, sobre todo, una mirada crítica y mordaz a nuestro convulso panorama social. Y mientras tanto, el show debe continuar. ¡Pasen y vean!
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