Un nuevo informe revela cómo el Estado español se ha convertido en un laboratorio internacional del ultraconservadurismo que amenaza los derechos sexuales y reproductivos en América Latina y África.
ESPAÑA COMO LABORATORIO DE LA REACCIÓN
España ya no es solo un país donde la extrema derecha se organiza; es donde se fabrica ideológicamente. El informe “D’Espanya al món: la projecció global de l’ultradreta espanyola contra els drets sexuals i reproductius” (L’Associació de Drets Sexuals i Reproductius, octubre de 2025) demuestra que actores españoles están exportando su agenda antigénero a Argentina, Chile, Guatemala, El Salvador y Kenia. Informe completo aquí.
Hazte Oír, CitizenGO, el Opus Dei, Vox y la Political Network for Values forman el eje de una red internacional de poder que combina religión, dinero y manipulación política. No se trata de un fenómeno aislado: España actúa como un nodo estratégico que enlaza Europa, América Latina y África, y proyecta su guerra cultural a escala global.
El documento, coordinado por Sonia Corrêa y Juan Elman con aportes de periodistas y activistas de cinco países, traza una genealogía precisa: del nacionalcatolicismo franquista a la batalla cultural de Vox, pasando por las universidades del Opus Dei y las campañas de Hazte Oír.
El franquismo institucionalizó un modelo de misoginia de Estado que jamás se desmontó. Esa inercia —en la judicatura, en el Ejército, en la educación o en la jerarquía eclesiástica— se transformó con los años en una red de influencia política global.
España exporta ideología reaccionaria del mismo modo que exportó armas o misioneros: bajo la bandera de la moral y la “defensa de la familia”.
DE LA IBÉRICA A LA IBÉROESFERA
El informe documenta cómo estas estructuras se convirtieron en multinacionales del odio. Hazte Oír y CitizenGO, nacidas en los 2000, operan como plataformas digitales de agitación política, con sedes en Madrid y sucursales en más de veinte países. Han enviado fetos de plástico a eurodiputados, acosado a mujeres ante clínicas de aborto y lanzado autobuses transfóbicos que recorren ciudades desde Nueva York hasta Nairobi.
La Fundación Disenso, brazo internacional de Vox, ha organizado cumbres de la llamada Iberosfera junto a Milei, Bolsonaro, Kast y Orbán. Con fondos públicos —más de siete millones de euros—, el partido de Santiago Abascal ha montado una red ideológica que alimenta a la ultraderecha latinoamericana y africana. Su medio, La Gaceta de la Iberosfera, funciona como instrumento de propaganda contra los feminismos, el colectivo LGTBIQ+ y los derechos reproductivos.
El informe confirma lo que muchas y muchos activistas denunciaban: España se ha convertido en un exportador de desinformación, misoginia y homofobia, articulado con las grandes organizaciones religiosas internacionales.
En América Latina, estos actores han influido directamente en la construcción de los discursos de figuras como Javier Milei en Argentina o José Antonio Kast en Chile. En Guatemala y El Salvador, su papel ha sido aún más grave: el apoyo a políticas antigénero y a la criminalización total del aborto ha servido para apuntalar regímenes autoritarios y redes de corrupción. En Kenia, su implantación reciente refuerza alianzas con sectores religiosos y ultranacionalistas que buscan prohibir la educación sexual y los derechos LGTBIQ+.
La ofensiva española ha dejado de ser cultural para convertirse en estructural: legislativa, económica y mediática.
UN PROYECTO DE PODER GLOBAL
El texto es claro: la cruzada antigénero no es una reacción, sino un proyecto político de poder a largo plazo. Su objetivo es reinstaurar jerarquías de género, sexualidad, raza y clase.
El informe identifica tácticas comunes: campañas mediáticas coordinadas, litigios estratégicos, manipulación del lenguaje de los derechos humanos y una narrativa emocional que apela a la “protección de la infancia” o la “libertad de los padres”. Bajo esa fachada, se oculta un programa de control social profundamente antidemocrático.
El caso de Guatemala es paradigmático: mientras las élites económicas se blindaban frente a los procesos anticorrupción, adoptaban un discurso provida importado desde España. El Fòrum Madrid y la Fundación Disenso participaron activamente en la creación de un relato anticomunista y antigénero que debilitó las instituciones democráticas.
En El Salvador, las redes españolas colaboraron con organizaciones religiosas locales en la defensa de la prohibición absoluta del aborto y la persecución judicial de mujeres como Manuela o Beatriz. En Kenia, el Opus Dei y CitizenGO replican el modelo de injerencia moral que ya probaron en América Latina.
El informe advierte: esta internacional reaccionaria se coordina como un lobby transnacional, con presencia en la ONU, la OEA y la Unión Europea, utilizando el lenguaje de los derechos humanos para vaciarlo de contenido.
REBELIÓN Y DEFENSA
El documento no se queda en la denuncia: ofrece una hoja de ruta. Propone reconocer institucionalmente a las defensoras y defensores de derechos sexuales y reproductivos, bloquear los fondos públicos a los grupos antigénero y construir alianzas intermovimientos. Recomienda investigar la financiación de las redes ultraderechistas y recuperar la batalla cultural desde la pedagogía feminista y la comunicación política.
Su advertencia final es demoledora:
la ofensiva antigénero no solo ataca a las mujeres, sino a la democracia misma.
España no puede seguir financiando ni legitimando organizaciones que promueven el odio dentro y fuera de sus fronteras.
El tiempo de la neutralidad ha terminado: lo que está en juego no es una “cuestión de valores”, sino el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestro futuro.
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