A través de diferentes elementos, la extrema derecha consigue que mensajes que son inequívocamente racistas o machistas, acaben calando en un amplio espectro de la sociedad.
Artículo original de Al Descubierto
Uno de los mayores obstáculos con los que se encuentra cualquier corriente ideológica que desee transformar la realidad es la capacidad para controlar las narrativas con las que se construye el imaginario colectivo, esto es, el famoso relato,un obstáculo especialmente patente en el progresismo y en la izquierda en general al desafiar, en ocasiones, las mismas bases del sistema que rige el mundo.
Con la llegada de internet, de los ordenadores, de los teléfonos inteligentes o de las redes sociales, la información se propaga a una velocidad vertiginosa, sin apenas control, por lo que las personas expertas en comunicación política van muy por detrás del ritmo actual, al cual los relatos colectivos se van construyendo.
Sin embargo, que sea un fenómeno incontrolable, no quiere decir que no se pueda sacar provecho de él. La extrema derecha hace mucho que se puso manos a la obra. Desde Joseph Goebbels hasta Steve Bannon, siempre ha intentado inocular sus mensajes de odio en la sociedad haciéndose valer de cualquier mecanismo que les permitiera efectuar su macabra tarea. Y así es como engaña la extrema derecha.
Así,el nazismo de los años 20 y 30 utilizó los incipientes medios de comunicación de masas, como la radio o el cine, para servir la construcción de una narrativa en la que el pueblo judío era el causante y culpable de todos los males de Alemania. Un relato que, aunque algunas personas no se creyeron, llegó a convencer a una gran parte de la población alemana en mayor o menor medida.
Del mismo modo, los grupos ultraderechistas de hoy en día se hacen servir de la televisión o las redes sociales para introducir su ideología mediante diferentes técnicas, como por ejemplo a través de la utilización de perfiles ideológicos concretos que se construyen a partir de las interacciones en las redes sociales y que les permiten seleccionar los mensajes específicos que deben mandarpara instaurar su relato.
En este sentido, los nuevos medios de comunicación masiva e instantánea entran en contacto con las estrategias de transformación de la realidad que ponen el foco en el discurso o en el lenguaje.
De esta forma, a través de la combinación de estos y otros elementos, la extrema derecha consigue que mensajes que son inequívocamente racistas o machistas, acaben calando en un amplio espectro de la sociedad.
Es decir, ya no se trata únicamente del discurso o a quién va dirigido, sino de la estrategia empleada por que dicho discurso cale. No hay que quedarse en el análisis y la interpretación de lo que se dice o a quién se lo dice, sino profundizar en la actualidad de las tácticas ultraderechistas, más allá de las instituciones de gobierno, para difundir su discurso de odio, en ocasiones incluso sin que la gente se dé cuenta de ello.
Sí, el lenguaje crea realidad
Cuando se pretende llevar a cabo cualquier proyecto u objetivo se debe trazar una estrategia en la que se tengan en cuenta las fuerzas y oportunidades de las que se dispone. En el plano político, las dos principales vías de acción son: la institucional, que comprende los órganos de poder del sistema político; y la vía civil, en la que actúan todos los movimientos sociales (y, en general, lo que se conoce como “sociedad organizada”: asociaciones, sindicatos…). Pero, yendo más allá de esta concepción clásica de la acción política, se puede poner de relieve algunos elementos de los que la ultraderecha también hace uso.
Uno de estos recursos es el discurso. A primera vista, es más fácil ver el impacto que tiene que el Gobierno ponga concertinas en la valla de Melilla, que el de que haya términos ampliamente extendidos en la visión colectiva de la inmigración como el de personas ilegales.
Sin embargo, la repercusión de lo segundo puede ser mucho más grave que la de lo primero. En primer lugar, porque las políticas racistas no nacen de la nada, sino que se fundamentan en una estructura de racismo institucional en la que es legal poner cuchillas que desgarran la piel en las vallas fronterizas o dejar que personas se ahoguen en las costas; pero, yendo más allá, también porque este racismo institucional se sostiene en una sociedad que permite y legitima estas políticas a través del racismo estructural imperante en la misma, esto es, que existen prejuicios y actitudes racistas de manera generalizada que todavía no se han eliminado.
Por ello, el mayor éxito de la extrema derecha, no es que se abandone a su suerte a personas en el mar, sino que cuando se hable de ellos se haga como inmigrantes ilegales (olvidando de que se trata de seres humanos), porque los gobiernos van y vienen y así lo hacen también sus políticas, pero el imaginario colectivo perdura, o al menos suele cambiar mucho más despacio.
Se desprende, por tanto, la importancia que tiene, por un lado, el uso del lenguaje y del discurso en la conformación del imaginario colectivo. Esto puede verse en el caso de la concepción de la sociedad sobre la inmigración a partir de términos como el de inmigración ilegal o de la asociación de delincuencia con inmigración, pero también en muchos otros ámbitos, como puede ser el feminista o el institucional, con términos como “chiringuitos feministas”, “ideología de género”, “gobierno criminal” o “gobierno socialcomunista”, o incluso llamar “golpistas” al movimiento independentista catalán y “terroristas” al partido EH Bildu.
Por el otro lado, queda patente también la interrelación entre imaginario colectivo y sistema político. Como decía el conocido filósofo ilustrado Montesquieu, si no hay concordancia entre la forma de gobierno y el tipo de sociedad, inevitablemente el gobierno acabará cayendo. De esto se puede extraer, primero, que el gobierno, que entre sus objetivos principales tiene el de mantenerse en el poder tanto como pueda, no llevará a cabo una política tal que conlleve una respuesta popular que lo pueda derrocar y, aún más importante, que este mismo gobierno va a responder a la realidad social sobre la que gobierna en mayor o menor medida.
A modo de ejemplo, como explica el jurista y politólogo Albert Noguera, en el estado español el Gobierno no puede abolir la propiedad privada de los medios de producción por razones obvias, es decir, porque esto produciría una contestación social enorme.
Por lo tanto, primero debería generar la hegemonía en la sociedad necesaria, en relación con la propiedad, para poder llevar a cabo estas medidas. En otras palabras, la sociedad depende del gobierno tanto como el gobierno depende de esta.
La importancia del lenguaje es tal que ha ocupado los principales objetivos a la hora de elaborar un discurso que termine calando en la gente. El youtuber y jefe de redacción hasta 2017 del portal ultraderechista Breitbart News (donde también trabajaba Steve Bannon), Milos Yiannopoulos, considerado un vocero de la nueva derecha radical o alt-right, elaboró un glosario de términos para atacar a posiciones pogresistas que incluía palabras como “Social Justice Warrior” (a menudo abreviado SWJ) o “Cuckservative”, una forma despectiva de referirse a la derecha tradicional que recuerda vagamente a la etiqueta “derechita cobarde” empleado por Santiago Abascal, líder de Vox en España, para referirse al Partido Popular (PP).
Por otro lado, la importancia sobre el empleo del lenguaje ha sido abordado también en la ficción. La conocida obra 1984 de George Orwell hablaba de la “neolengua”, una suerte de idioma derivado del inglés pero en una versión muy simplificada que permitía moldear el pensamiento de la sociedad. Desde un punto de vista menos político, el film Arrival (2016) del director Denis Villeneuve contaba cómo, a través del aprendizaje del lenguaje, unos visitantes alienígenas consiguen aumentar las capacidades cognitivas del ser humano.
En definitiva, se observa la relevancia del discurso en la creación de realidad social y, por ende, en el sistema político. A pesar de esto, hay que admitir que con solo empezar a hablar de cierta forma, no se va a cambiar una estructura social asentada. Por ejemplo, únicamente por emplear el lenguaje inclusivo no se va a poner fin a las desigualdades estructurales que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres. No obstante, es un factor importante a tener en cuenta.
Aun así, si se parte de una comprensión limitada de cómo funciona el juego político y la ideología, estamos disputando el espacio a la extrema derecha con una mano atada a la espalda. Por todo ello, a veces es importante decirlo claro: sí, el lenguaje crea realidad.
Los think tanks al servicio del poder establecido
Como se venía diciendo, la extrema derecha es conocedora de este recurso para implantar su ideología, por lo que ha intentado adquirir tanto conocimiento como le ha sido posible sobre este y otros fenómenos sociales para poder sacarles, así, el máximo provecho.
De este modo, la investigación y el conocimiento sobre los factores que intervienen en el juego político se ha organizado alrededor de los think tanks. Los think tanks, también conocidos como laboratorios de ideas, son instituciones formadas por personas expertas en su área de conocimiento y que se encargan de analizar y reflexionar sobre la realidad política, social, económica, cultural, etc. con el objetivo de proponer directrices de actuación a los agentes que toman decisiones públicas.
Además, como explica el profesor universitario experto en comunicación y relaciones públicas Jordi Xifra, los think tanks entran en relación con los medios de comunicación para difundir a través de estos su pensamiento en la sociedad, convirtiéndose en un agente fundamental de creación de opinión.
Hay que decir que estos laboratorios de ideas no son patrimonio de la ultraderecha, sino que pueden obedecer a corrientes, ideas y objetivos muy diversos.
Un aspecto crucial a la hora de analizar estas instituciones es la forma en que se financian. A pesar de que se proclaman organizaciones sin ánimo de lucro, trabajan habitualmente por encargo de otras organizaciones, públicas o privadas. De esta manera, los laboratorios de ideas pueden estar explícitamente relacionados con partidos políticos o empresas o ser aparentemente independientes.
Aun así, y aunque también hay laboratorios de ideas de izquierdas, como puede ser el Instituto 25 de Mayo (I25M) vinculado a Podemos en España, con estas organizaciones y con los intelectuales pasa lo mismo que con los medios de comunicación: se deben a quien les paga, al menos en parte. Con ello, en muchas ocasiones se venden al mejor postor: empresarios, banqueros, partidos de derechas y, por supuesto, partidos de extrema derecha.
Estados Unidos, con más de 1.500 think tanks, es el país donde estos laboratorios de ideas están más extendidos. Entre los más importantes, se encuentra el The Heritage Foundation o el International Republican Institute (IRI). Entrando en las páginas web de estas organizaciones se presentan como institutos independientes que persiguen la difusión de valores como la transparencia, el respeto y, como no, la libertad. Sin embargo, indagando un poco más en la actividad de estas organizaciones, se descubre que de independientes tienen muy poco.
En el caso de la primera, ha estado íntimamente ligada con líderes como Ronald Reagan o Margaret Thatcher y defiende la intervención de Estados Unidos en otros Estados, mientras que, a la segunda, se la acusa de estar involucrada en la maquinación de los golpes de estado en Haití (2002) y Honduras (2009) o de intentarlo en Cuba sin éxito al estilo de la Operación o Plan Cóndor, una suerte de operaciones militares, sociales y políticas secretas orquestadas por la CIA que promovieron golpes de estado en América Latina y se aliaron con gobiernos autoritarios como el de Augusto Pinochet en Chile para frenar movimientos izquierdistas.
La misma prensa estadounidense ha llegado a bautizar a la Fundación Heritage bajo el mote ‘’el equipo de transición en las sombras’’,por el papel que jugó en las políticas implementadas por Donald Trump tras su llegada a la Casa Blanca, mientras que el IRI se ha posicionado políticamente a favor del ya expresidente de los EEUU. Asimismo, ambos institutos colaboran con líderes extranjeros ultraderechistas como el propio Santiago Abascal.
En España por ejemplo se está dando ahora un aumento de los think tanks. Entre los que están explícitamente relacionados con partidos políticos, a la conocida Fundación FAES (ligada al PP y presidida por el expresidente José María Aznar) ahora se le ha unido la fundación Disenso.
Esta fundación fue creada por la emergente y conocida formación de extrema derecha Vox y entre sus patronos hay personalidades como Fernando Sánchez Dragó, Hermann Tertsch o el propio Santiago Abascal. Disenso está detrás, además, de la compra del diario La Gaceta, que ahora se llama La Gaceta de la Iberosfera, un término creado por Vox en un intento de aumentar su influencia sobre América Latina y las fuerzas derechistas de la zona.
Por otro lado, entre los laboratorios de ideas españoles más importantes y que se declaran independientes están el Real Instituto Elcano o el Instituto Juan de Mariana. El primero no guarda relación cercana con la ultraderecha, pero se relaciona sin reparos con el establishment político y económico. Así, su patronato, que se reúne cada dos años para decidir la línea de actuación del instituto, está formado por los expresidentes del gobierno (Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), por un representante de la oposición (María Dolores de Cospedal) y por los presidentes o al menos representantes de las grandes corporaciones que operan en el estado español (Inditex, BBVA, Santander, Iberdrola, CEPSA y un largo etcétera), todo ello presidido por Felipe VI de Borbón, presidente de honor.
En el caso del Instituto Juan de Mariana, este se vanagloria de no recibir fondos estatales, como prueba de su independencia, pero como revelaba el diario Público, recibe contratos por parte de la universidad pública Rey Juan Carlos. Se configura pues un entramado en el que sus fundadores son profesores de la URJC (como el conocido economista ultraliberal Juan Ramón Rallo) o trabajan en medios de comunicación como el ultraderechista Libertad Digital, a cuyo locutor Federico Jiménez Losantos otorgaron el Premio Juan de Mariana este 2020.
Históricamente, también existe GRECE, una fundación francesa creada en 1969 por el escritor Alain de Benoist, autor de La Nueva Derecha y que sentó las bases de la nueva derecha radical actual, marcando el camino a seguir por la ultraderecha moderna y que ha servido de inspiración para Agrupación Nacional de Francia o incluso la Fuerza Nueva de Blas Piñar en la España de los 80.
Con todo esto, se observa que estos laboratorios de ideas, que se postulan como instituciones sin ánimo de lucro e independientes en muchas ocasiones, están íntimamente relacionadas con el poder político, económico y mediático, también con el de extrema derecha, y persiguen influir en el gobierno y en la opinión pública haciéndose pasar por agentes objetivos sin intereses políticos, cuando en realidad están al servicio del poder establecido.
Conceptos y tácticas ultraderechistas
De muchos de estos institutos tipo think tank salen muchas de las ideas que luego marcan la línea de acción de la extrema derecha, en forma de políticas o de discurso. Así pues, el siguiente paso es analizar algunos de los conceptos y tácticas ultraderechistas más destacadas, muchas fácilmente identificables pero otras, desde luego, no tanto.
Posiblemente el fenómeno sobre el que la ultraderecha influye de forma más significativa es el del problema de la inmigración. ¿Problema? Sí, muy buena parte de la gente que reside en países europeos, como es el caso de España o de Francia, conciben la inmigración como un problema con el que hay que lidiar.
Sin embargo, los datos dicen lo contrario. Respecto al caso de España, por ejemplo, se observa que es uno de los países que mayor esperanza de vida tienen, en vistas de superar al primero, Japón, y al mismo tiempo tiene la tasa de natalidad más baja de la Unión Europea, solo por detrás de Italia.
Esto sí es un problema, porque todo parece indicar que el país se dirige hacia un envejecimiento drástico de la población, mientras que una de las posibles soluciones, la llegada de población migrante que son en su mayoría personas jóvenes, que gozan de un estado de salud bueno y que tienen una mayor tasa de maternidad, no solo es descartada, sino que es señalada como un problema.
En contra de esto, los líderes de la ultraderecha alertan del peligro de la llegada masiva de inmigrantes a las costas o del peligro del terrorismo islámico, de la mano de los medios de comunicación, pero de nuevo los datos señalan la verdad: las personas que llegan a nuestras costas por patera solo son un 1% de los inmigrantes que llegan a España y, del mismo modo, solo el 0’7% de los ataques terroristas en Europa son islámicos, según un estudio de la Oficina de la Policía Europea.
El resto de los datos sobre inmigración son bastante reveladores:
- Solo el 1,7% de la población migrante cobra ayudas sociales.
- Solo 7% de personas migrantes han acudido a Urgencias y el 8% a servicios médicos en 2019.
- El 70% de las personas migrantes tiene un empleo. El 15% son personas autónomas.
- Solo 1 de cada 10 personas extranjeras acude a Servicios Sociales a pedir ayuda.
- No existen ayudas específicas para personas migrantes.
- La población migrante se ocupa de los trabajos más precarios, peor cualificados, más inestables y son los primeros en perder el empleo.
- La población extranjera aporta más a la Seguridad Social de lo que reciben.
- Estudios concluyen que la marginalidad y la pobreza asociada a la población migrante explica que el porcentaje de criminalidad en este sector sea ligeramente superior.
- No existe relación entre delitos sexuales e inmigración.
- Es falso que a las personas inmigrantes les den una paga, un piso y la nacionalidad, entre otros privilegios inexistentes.
- Desde 2010, la población inmigrante ha pasado de ser un 13,46% a un 12,90%, por lo que no se puede hablar de “invasión”.
- Además, desde 2015, la inmigración ha caído un 95%, por lo que no existe ningún efecto llamada.
- Del total de inmigrantes, solo el 12,5% proceden de países de religión musulmana. El resto, vienen de países donde la religión cristiana es la mayoritaria.
Sin embargo, el discurso ultraderechista ha agitado posturas antiinmigración en prácticamente todos los países donde existe, siendo uno de sus principales ejes argumentales.¿Cómo y para qué crean este imaginario sobre la inmigración?
El para qué es sencillo: intereses económicos y políticos, que son por los que se acaban moviendo estas personas, sean españoles, colombianos o australianos. En el cómo ya se ha señalado algunas claves, por ejemplo el discurso sobreactuado sobre lo que llaman ‘el ataque a la civilización europea’ o a ‘nuestro modo de vida’. La espectacularización es una táctica recurrente de la extrema derecha, que busca movilizar a las masas mediante la euforia y el miedo.
A esto se le añaden la ridiculización o la autovictimización. En el caso de la última, relatan un panorama en el que los inmigrantes “nos roban los trabajos” y “nos imponen su cultura o religión”, pero, una vez más, mienten.
La población inmigrante se distribuye mayoritariamente en los sectores con trabajos peor remunerados, como los trabajos de cuidados o en el campo, al mismo tiempo que la cultura cristiana sigue siendo la hegemónica en la sociedad y la única religión que se enseña en la mayoría de escuelas.
Por lo que respecta a la ridiculización, se abren nuevos frentes. Para la ultraderecha, colectivos como el de las feministas o el de las personas trans son colectivos con problemas irreales, siendo incapaces de reconocer la situación de discriminación que sufren, a lo que contestan llamándoles feminazis o personas imaginarias.
Por ello, cuando se combate el argumentario machista o tránsfobo con datos y se les dice que hay más de 50 mujeres asesinadas al año por el hecho de ser mujeres o que un 70% de los transexuales están en el paro, tratan de utilizar falacias argumentales para salirse por la tangente o incluso tratan de interrumpir y ridiculizar constantemente al interlocutor en un intento por enfangar el debate.
Asimismo, la recientemente aprobada Ley de Eutanasia lleva a otra táctica: cambiarle el nombre a las cosas. En lugar de muerte digna, la ultraderecha habla de la ‘defensa de la vida frente a la muerte’; en vez de impuesto de sucesiones, lo llaman ‘impuesto a la muerte’. Por la parte de la eutanasia, su idelogía ultracatólica les impide concebir que haya personas que quieran poner fin una lenta y dolorosa agonía. Por lo que toca a los impuestos, han conseguido que, si en el siglo XX era un consenso entre la clase obrera la necesidad de subir impuestos a los más ricos, hoy en día hay ‘obreros de derechas’ que quieren que se bajen impuestos en contra incluso de sus intereses, como el de sucesiones que afecta principalmente a grandes herencias.
Todo esto, no se consigue simplemente con la invención de ingeniosos términos que identifican muerte con impuestos a los ricos. En la película estadounidense Vice o El vicio del Poder en castellano (disponible en Netflix), se ve cómo el republicano y exvicepresidente Dick Cheney se alió con multinacionales energéticas, creó emisoras de televisión de derechas, fomentó los think tanks o hizo uso de las fake news para llegar al poder.
Las fake news son otra de las herramientas de la extrema derecha, posiblemente una de las más eficientes, ya que les ha permitido difundir noticias falsas que pasen el filtro de los lectores sobre temas cómo violencia de género o inmigración.
Así, por mucho que se alerte de las mismas y haya verificadoras que se dediquen a analizarlas, las fake news siguen llegando a su destino debido a la rápida difusión de la información hoy en día. De hecho, la estrategia y amplios recursos dedicados a la difusión masiva de bulos a través de las redes sociales es hoy más grande que nunca y se encuentra detrás de muchos de los éxitos de líderes como Jair Bolsonaro en Brasil.
¿Cómo se puede combatir?
Las tácticas y conceptos ultraderechistas son innumerables. Se podría haber hablado de cuando se refieren a ‘los comercios’ en general para defender los intereses de los grandes comerciantes, de cuando se mete en la clase media a personas que ganan 1.000 euros y a personas que ganan 10.000 o de cuando se llama ‘gobierno criminal’ a un gobierno elegido democráticamente en las urnas. De hecho, se podrían escribir libros acerca de esta cuestión. Al fin y al cabo, la extrema derecha tiene grandes recursos a su disposición y grandes redes de influencia, por lo que a menudo escapan al control de la sociedad. Aun así, siempre hay formas de combatirlos.
Por lo que respecta al lenguaje, normalmente no se dispone de grandes grupos de expertos que con amplios recursos para formar un think tank que construya estrategias y tácticas para combatir el discurso ultraderechista, pero es cierto que el lenguaje no deja de ser de dominio público: todo el mundo habla.
Con pararse a reflexionar sobre por qué se usan los términos que se usan, por qué por ejemplo se suele tildar a la inmigración de problema o por qué para hacer referencia a un grupo de 9 mujeres y 1 hombre se suele utilizar el masculino genérico ya se da un paso importante.
En el caso de las fake news, la IFLA redactó un conjunto de recomendaciones que conviene seguir, como por ejemplo, contrastar las fuentes de la información y no quedarse únicamente en titulares, pero es también importante no creerse todo lo que se lee en las redes sociales ni tampoco en los informativos, que acostumbran, si no a mentir, a contarsolo una parte de las noticias que incomodan a los poderes políticos y económicos.
Pero, posiblemente lo más importante sea no caer en sus trampas y atender a los prejuicios y falsas creencias propias.
En ocasiones, nos sentimos víctimas cuando se dan ayudas a personas inmigrantes o a mujeres víctimas de violencia de género por su situación de vulnerabilidad; o ridiculizamos a personas que, conscientes de la capacidad transformadora del lenguaje, llevan a cabo estrategias (como utilizar el pronombre neutro), que aunque puedan ser erróneas o equivocadas, buscan combatir precisamente el machismo y a la ultraderecha.
No basta con la simple reflexión, sino que es necesario examinar las propias lógicas internas. Vivir en un mundo que sigue permitiendo y legitimando desigualdades, se releja en que casi nadie escapa de actitudes, pensamientos y conductas racistas, machistas, y sí, más propias de la ultraderecha, a menudo de forma totalmente inconsciente pero que es hábilmente aprovechada por ciertos partidos, organizaciones y líderes para implantar una agenda totalmente destructiva.
Una parte que también hay que poner Al Descubierto.
Vicente Barrachina
Articulista. Apasionado por la Sociología y la Ciencia Política. Periodismo como forma de activismo. En mis artículos veréis a la extrema derecha Al Descubierto, pero también a mí.
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