17 Oct 2024

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El ministro de Economía de Milei suplica pidiendo inversores
DESTACADA, INTERNACIONAL

El ministro de Economía de Milei suplica pidiendo inversores 

Argentina sufre ante una nefasta gestión económica que ahoga a particulares, pero también a empresas: la construcción ha caído un 14,8% y la industria manufacturera un 5,6%

¿Es posible confiar en quienes tienen las manos manchadas por decisiones económicas que sólo benefician a una élite? Luis Caputo, ministro de Economía argentino, insiste en que sí. Ante un auditorio repleto de empresarios y empresarias, Caputo les imploró confianza en el ultraderechista Javier Milei y en su gobierno. ¿La razón? Según Caputo, las políticas de ajuste y recorte están enderezando una economía que ha sido históricamente saqueada. Pero, ¿a qué coste?

LOS EMPRESARIOS Y EL GOBIERNO DE MILEI: ALIANZA DE UNA ÉLITE

Caputo, como un fiel defensor del mercado libre, no dudó en calificar a los y las opositoras kirchneristas de “delincuentes y burros”. Así, entre aplausos de las y los empresarios, se confirma la peligrosa alianza entre quienes ostentan el poder económico y político en Argentina. No es una novedad: el capital siempre encuentra su refugio en gobiernos que lo protegen, sin importar el daño colateral que puedan causar. Mientras las cifras del desempleo aumentan, la pobreza se extiende y los derechos sociales son barridos, los grandes empresarios siguen siendo invitados a creer en un “momento bisagra”.

Este “cambio histórico” que Caputo alaba no es más que la consolidación de un sistema donde el Estado se desmantela para que los intereses privados lo devoren todo. El veto a la ley de financiamiento universitario, la eliminación de la subida de jubilaciones, todo responde a una lógica perversa: quien tiene, conserva, y quien no tiene, que siga esperando su turno.

Mientras tanto, Milei se pavonea como el salvador que ha venido a rescatar a Argentina de las garras del populismo. Sin embargo, la realidad que enfrenta el pueblo argentino es bien distinta. El recorte del gasto público no es más que un castigo para la clase trabajadora, mientras las y los de arriba celebran su “superávit financiero”.

EL AJUSTE: UNA TORTURA PARA LAS CLASES POPULARES

Las cifras de Caputo, aunque presentadas con optimismo, son un claro reflejo de la desconexión del gobierno con la realidad cotidiana de la mayoría. La construcción ha caído un 14,8% y la industria manufacturera un 5,6%, pero eso no preocupa al ministro. Al fin y al cabo, las cifras del sector agrícola, con su incremento del 23%, compensan el desastre, o al menos así lo argumenta. Pero, ¿quién realmente se beneficia de estos aumentos? Ciertamente no las y los trabajadores que cada día enfrentan peores condiciones laborales y un costo de vida en alza.

El gobierno de Milei ha decidido jugar su partida política con la carta del ajuste. Y mientras recortan los pocos derechos que quedan, piden “paciencia” y “confianza” en una recuperación que sólo llegará para quienes ya tienen asegurado su lugar en la cúspide del sistema. La otra Argentina, la que lucha día a día por sobrevivir, no es más que una moneda de cambio en este juego macabro.

Caputo celebra el superávit del 0,4% del PIB, como si fuera un logro monumental, cuando la realidad es que este “éxito” ha sido construido sobre el sufrimiento de millones. ¿Cómo es posible que se presente como una victoria un ajuste que precariza la vida de enfermeras y enfermeros, maestras y maestros, obreras y obreros? El costo humano de este tipo de políticas no puede ser ignorado, por mucho que se esconda detrás de cifras que sólo benefician a un grupo reducido.

¿INVERTIR O SAQUEAR?

El relato de Caputo está lleno de optimismo vacío. “La economía se empieza a recuperar”, repite, como si de un mantra se tratara. Pero la realidad es que lo que en verdad está en juego no es la recuperación económica de un país, sino la perpetuación de un sistema que privilegia a una minoría a costa del resto. Las y los empresarios aplauden porque saben que bajo este gobierno sus beneficios están garantizados, mientras que el futuro del pueblo argentino queda hipotecado.

La propuesta de Caputo es clara: la inversión empresarial como motor de crecimiento. Pero la historia reciente nos ha demostrado que este tipo de inversiones, cuando no vienen acompañadas de políticas inclusivas y de redistribución de la riqueza, sólo profundizan la desigualdad. Invertir en este contexto no es más que saquear bajo el disfraz de la “reactivación”.

Las demandas empresariales para levantar el cepo cambiario y reducir el costo laboral son un claro ejemplo de cómo se prioriza el capital por encima del trabajo digno. ¿Qué significa para las y los trabajadores este “proceso de transición de una economía sobre regulada a una desregulada”? Significa más precarización, menos derechos y más explotación. La “luz al final del túnel” que ven los grandes empresarios no es más que una ilusión para las clases populares, que seguirán enfrentando las consecuencias de una economía que no les pertenece.

La política del gobierno de Milei no es una “guerra contra la casta”, como él mismo gusta de decir. Es, en realidad, una guerra contra su propio pueblo.

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