Desokupa está llevando adelante una campaña de acoso a una joven marroquí en medio de bulos fomentados por los medios de derecha.
Desde hace un año, los medios de comunicación, auspiciados por la derecha y la extrema derecha política, inciden de manera constante en la cuestión de la vivienda, poniendo el foco en el supuesto problema de seguridad que provoca la okupación. De repente, sin apenas presencia en la actualidad antes, se habla de la okupación y del enorme riesgo que supuestamente existe sobre esta cuestión, volviéndolo un interesado asunto de primera plana.
Se habló de la necesidad de una nueva ley de desalojo o desahucio exprés para, echar quien “okupe” un inmueble en un plazo máximo de 48 horas, mientras se le da altavoz a Desokupa, una empresa que se encarga de “facilitar” estos desalojos con métodos que van desde la amenaza a la violencia directa.
El magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch, ya quiso entonces poner un poco de cordura y mostrar su visión sobre este tema. “En 16 años como juez instructor no he tenido una sola ocupación de 1ª vivienda. Todas han sido de inmuebles vacíos, sobre todo de bancos y otras entidades. Hay que aplicar la ley, pero también garantizar el derecho a la vivienda, sin generar miedo social por intereses económicos”, señalaba en agosto del año pasado.
Sin embargo, de poco sirvieron los datos y el esfuerzo de desmontar el gran bulo. La gente creyó en su mayoría que la era un problema y hay que aplicar leyes o modificar las existentes para detener esta “plaga”.
Desokupa y Carmen
Un ejemplo de cómo los medios trabajan con unos intereses de distan mucho de informar a la ciudadanía, lo tenemos con el caso de Carmen. Sucedió este mes de agosto. Diferentes medios, unos con más ímpetu que otros, hablaron de lo sucedido dentro de un viejo inmueble muy próximo a la Plaza Mayor: Carmen, una mujer mayor de casi 90 años, había perdido su piso a manos de su cuidadora, una joven marroquí de 26 años. Sin embargo, todo era mentira.
La joven marroquí de la que hablaban en los medios sin contrastar la información es en realidad víctima de acoso sin cometido irregularidad alguna, como sostiene la policía y recoge El País.
Y en medio del caso, interviene Daniel Esteve, dueño de la empresa Desokupa, para atizar el odio al inmigrante en sus redes, organizar manifestaciones, amenazar a la joven y de paso hacer publicidad de su compañía.
El falso montaje fue llevado a cabo y, según el medio, Daniel Esteve, dueño de la empresa Desokupa, conocía la verdad de los hechos y no le interesó desvelar la verdad, permitiendo que el bulo corriese en beneficio de sus intereses. El fue ex boxeador, ex portero de discoteca estaba delante de la Policía cuando los agentes comprobaron, mediante la documentación aportada por ambas partes enfrentadas, que la versión de la chica marroquí era la que se sostenía, como ha confirmado El País.
La historia de un bulo
Subarrendado, no okupado
La joven vive desde enero de 2017 en el piso y llegó desde Marruecos para estudiar Filología Hispánica en un programa conjunto de la Complutense y la Sorbona de París. Pagaba un alquiler de 400 euros a la mujer por una de las dos habitaciones de la vivienda.
La mujer, Carmen Franquelo, de 89 años, no es la propietaria del piso, sino una inquilina de renta antigua que ha habitado ese edificio desde 1946 por el que paga 121,5 euros y , por lo tanto, lo está subarrendando.
La verdadera propietaria del piso vive en Bilbao y durante años se ha limitado a cobrar la renta que Carmen le pasa a pesar de que, según el abogado de la joven marroquí, Carmen ha estado alquilando una habitación a distintas personas durante años, aunque la familia de Carmen niega al medio citado que hayan alquilado alguna vez la vivienda o parte de ella.
Carmen se fue del piso cercano a la Plaza Mayor el 13 de marzo de 2019 para vivir con su hermano Teodoro en otro apartamento céntrico. Pero la primera semana de agosto estalló el conflicto entre la inquilina y los cuatro familiares de Carmen. Le dijeron que ellos se iban a mudar allí con la abuela y que debía irse: querían deshacerse de la prueba viviente que les obligaba a perder para siempre la vivienda, pues la verdadera propietaria se había enterado del ilegal subarriendo.
Desokupa entra en juego
Aquí comenzó la farsa: la nieta llamó al número de denuncias de Telemadrid y contactó con Desokupa, que le ofrecieron sus servicios gratuitamente. El ciclón mediático creció tras la entrada de Esteve, que se presentó en la puerta acompañado de la familia, cámaras, otros empleados de aspecto intimidante y un abogado. La Policía explicó el caso a Esteve y al abogado.
Sin embargo, Esteve continuó con su campaña de acoso. “Disfruta que esto acaba de empezar”, le dijo por WhatsApp al día siguiente, según señala el medio. Añadió un enlace a la cuenta de Facebook de Desokupa en él aparecían imágenes de ella robadas de Instagram, de su perfil cerrado al público. Revelaron la dirección del piso y la llamaron prostituta. Desokupa ha borrado estos mensajes, pero El País ha podido ver capturas de fotos y vídeos.
El viernes pasado, Esteve seguía atacando a la joven en un vídeo en directo en sus redes sociales. Seguía sin rectificar. “En cuanto tengamos esa casa, tenéis la puerta abierta todos”, le dice la nuera, Begoña de la Cruz. “Tú tranquila que nosotros las puertas las abrimos”, le responde él. Y todo sigue.
Esteve facturó 1,7 millones de euros en 2019. Un éxito generado por el miedo y auspiciado por los medios en busca del click fácil. Solo queda estar atentos a los bulos y desmontarlos, intentar luchar en esta campaña del miedo denunciando y señalando. Una lucha cada vez más difícil desde la barrera del periodismo precario.
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