La ausencia de González en esta campaña, su silencio estridente, habla más que cualquier discurso o acto
Nos encontramos ante una particular situación en la política española: el silencio del ex presidente Felipe González. Un silencio que no pasa desapercibido, que en sí mismo habla y que parece llenar la sala con muchas preguntas. Su inhibición durante la campaña actual sugiere una preocupación más profunda ante la perspectiva de un nuevo mandato de Sánchez que ante un posible gobierno de PP y Vox. Socialista, pero no mucho
González parece mantener una cautela extrema ante las relaciones parlamentarias de Sánchez, consideradas por él como «peligrosas». Esta actitud contrasta fuertemente con la ferviente determinación de José Luis Rodríguez Zapatero, quien parece dispuesto a hacer todo lo posible para asegurar un segundo mandato de su partido en el gobierno de España.
¿VIEJAS POLITICAS, NUEVOS DILEMAS?
Esta semana, González ha estado en el ojo del huracán por un artículo en el que defiende una vieja política: permitir que gobierne la lista más votada “cuando no haya otra opción”. Sin embargo, su propuesta es una flecha al corazón del progresismo, al ser lanzada en medio de una situación política tensa y provenir de un ex secretario general socialista.
Esto se debe a dos motivos principales: primero, porque todas las encuestas indican que el PP será la lista más votada y segundo, porque Alberto Núñez Feijóo ha estado utilizando esta misma propuesta en todos sus discursos. No tanto por considerarlo un precepto democrático moralmente imperativo, sino como una estrategia para sembrar dudas sobre la legitimidad de un futuro gobierno presidido por el segundo más votado.
EL TEMOR ESCONDIDO TRAS EL SILENCIO
El silencio de González, sin embargo, no es el centro de atención aquí. Lo realmente importante es su ausencia durante la campaña. Su inhibición, al igual que el activismo antisachista de un Alfonso Guerra, confirma que existe una herida en el corazón del Partido Socialista.
Podemos argumentar que nadie tiene derecho a exigir a González que apoye las políticas de Sánchez. Sin embargo, si eso es cierto, debemos concluir que el temor de González a un nuevo gobierno de coalición de izquierdas con apoyos independentistas es mayor que su temor a un gobierno del Partido Popular y la extrema derecha de Vox.
Por otro lado, otros socialistas destacados de su misma generación, como los andaluces Manuel Gracia, Manuel Pezzi o Manuel Chaves, o los exministros José María Maravall, Joaquín Almunia o Carlos Solchaga, a pesar de compartir muchas de las preocupaciones de González sobre Sánchez, no han dudado en salir en su defensa. Y, aunque pueden estar equivocados, no fueron nunca considerados figuras divinas, como González en su época.
La ausencia de González en esta campaña, su silencio estridente, habla más que cualquier discurso o acto. Un silencio que, al final, puede ser el ruido más fuerte en la política española actual.
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