Con lo de la pandemia parecía que los creyentes en ciertas teorías de la conspiración habían desaparecido, pero solo han dejado paso a una nueva: negacionistas de la nieve
A los creyentes en los chemtrails que nos fumigan, a los terraplanistas y a los negacionistas de la pandemia, se les acaba de unir un nuevo grupúsculo de conspiranoicos: los negacionistas de la nieve.
En un vídeo difundido por Doña Merkel, una mujer asegura que lo que cae del cielo de Madrid y alrededores no es el blanco elemento, sino plástico. Para llegar a esta conclusión, lleva a cabo la «prueba del mechero»: al quemar la bola, en lugar de derretirse se torna negra y desprende un sospechoso olor a plástico quemado.
La tuitera Berta Son Ibart «ha probado» la teoría conspiranoica que asola las redes. Ha dejado un maravilloso plato como ejemplo en el que vemos una bola de nieve y unos fósforos. Dicen que es de plástico y, se atreven incluso, a quemarla con un mechero y decir que «desprende un fuerte olor a plástico».
Otra usuaria, Karola, asegura que «no es nieve, es plástico frío».
La explicación de la nieve negra
A diferencia de un cubo de hielo, la nieve está formada por diminutos cristales, que se van apilando unos sobre otros. Un puñado de nieve es en su mayor parte, aire frío.
El aire de alrededor impide que los copos contiguos se derritan. Si quemas un puñado de nieve, esta simplemente va a ir desapareciendo, convirtiéndose en vapor de agua.
Un cubito de hielo en cambio es mucho mas compacto. Cuando acercas un mechero al cubo de hielo, la zona que recibe directamente la llama se sublimará, mientras que el calor se irá transmitiendo a las zonas cercanas. Esto es lo que hace que el hielo forme un charco alrededor, mientras la nieve no.
Lo negro de la nieve es, lógicamente, culpa del mechero. Cuando el butano del mechero arde con suficiente oxígeno, producirá calor, CO2 y vapor de agua. Si el oxígeno no es suficiente, la combustión será incompleta, dejando como resultado, aparte de los anteriores, un poco de carbono. Este carbono es el que se acumula sobre la nieve, dejando ese color negro, así como ese «olor a plástico».
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