La cantante volvió al mantra de que «hay cosas que no se pueden hacer que se hacían antes»
Alaska, vocalista del grupo Fangoria y esposa de Mario Vaquerizo, ha causado revuelo con sus recientes comentarios acerca de «las cosas que se podían hacer antes». Su nostalgia por un pasado que, según ella, fue más libre y tolerante, ha suscitado mucho más que críticas. Pero, ¿es esta una visión romántica o una interpretación errónea de la historia? Nos tememos que lo segundo, y sin lugar a dudas.
En su reciente entrevista con La Vanguardia, la cantante declaró que hay programas que en la actualidad no se emitirían. Refiriéndose al programa La bolsa de cristal, en el que participó, afirmó: «¿Te imaginas que ahora una niña de 15 años rueda Pepi Luci Bom? No, no es posible».
Más allá de la nostalgia, sus declaraciones sobre cómo las y los mayores de su generación ven «cosas que no se pueden hacer que se hacían antes» revelan una realidad más compleja. Contrario a su visión, las generaciones más jóvenes no siempre ven un aumento en las libertades, y a veces, demasiadas, es al revés. La historia no es tan sencilla, y las palabras de Alaska parecen simplificar una cuestión mucho más profunda y dan alas a la ultraderecha, cuyo mensaje tiene muchos puntos en común con esta idea.
LA RESPUESTA DE BOB POP: UNA LECCIÓN DE HISTORIA
Bob Pop, conocido humorista y colaborador, no ha dejado pasar esta oportunidad para recordarle a Alaska que el pasado no siempre fue un lugar mejor. Sus palabras resuenan con una fuerza inusual, ofreciendo una perspectiva más clara y honesta.
«Apalear maricones sin consecuencias penales», le recordó el escritor y guionista. Este sencillo pero poderoso recordatorio pone en contexto las palabras de la cantante y subraya la necesidad de comprender cómo la sociedad ha ido evolucionando. Su crítica apunta a lo difícil que era vivir en las sociedades españolas pasadas, especialmente para miembros de la comunidad LGTBI.
«No nos odian por amar, nos odian por ser quienes somos», dijo Pop en otra ocasión, y su respuesta a Alaska demuestra una conciencia aguda de cómo la cultura y la sociedad han cambiado. Más allá de cualquier nostalgia, es crucial reconocer que el pasado en España es complejo y está lleno de piedras. Tener lugares comunes con la ultraderecha no es algo de lo que sentirse orgullosa u orgulloso, y Alaska, que ha vivido tanto, debería saberlo.
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