En España se ha gestionado la distribución de las vacunas para que no se tenga en cuenta el poder adquisitivo para disponer de ella, Araceli es el ejemplo. No todos los países pueden decir lo mismo
Araceli Rosario Hidalgo, de 96 años, ha hecho historia en la residencia Los Olmos de Guadalajara. La anciana, la residente de más edad del centro de mayores, ha sido la primera persona en recibir la vacuna contra el coronavirus en España. Ha afirmado que no había sido «nada», apenas «un poquito de picor».
Araceli tiene dos hijos, cuatro nietos y un bisnieto, y es natural de Guadix (Granada), pero lleva 25 años empadronada en Guadalajara. Araceli no es rica y demuestra que en España va primero quién lo necesita, no quién se lo puede permitir.
Unos minutos después se le ha administrado la vacuna a Mónica Tapias, nacida en 1972, técnico de cuidados auxiliar de enfermería (TCAE) que trabaja en dicho centro desde hace diez años.

Kyriakos Mitsotakis, uno de los primeros vacunados
Esto choca con la actitud del Primer Ministro griego Kyriakos Mitsotakis, que, tal y como lo cuenta el periodista Hibai Arbide Aza, se puso ayer una de las primeras vacunas de Pfizer. No es población de riesgo y lleva toda la cuarentena saltándose las medidas, por ejemplo haciéndose fotos con gente sin mascarilla. Pero cree que su vida va antes que la de los ancianos.
«Mitsotakis es hijo de un primer ministro, nieto de un político famoso, hermano de una ministra y alcaldesa, tío del actual alcalde de Atenas. Su familia cree que Grecia es, básicamente, su empresa familiar. Se pone el primero la vacuna porque puede», señaló el periodista.
Para garantizar que sigue poniendo, ha vuelto a dar 18 millones de euros a fondo perdido a las televisiones privadas que le apoyan
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