La periodista Ana Pardo de Vera ha publicado una columna dura contra la monarquía.
La periodista Ana Pardo de Vera comienza contundente en una columna contra la monarquía, «nos da igual si el rey accede voluntariamente a poner sus cuentas a disposición del Tribunal de Cuentas cuando le apetezca».
«No nos importa si tiene 2,5 o 500 millones de euros de patrimonio, como la reina Isabel II de Inglaterra (…) A las republicanas nos da igual todo lo que Felipe VI acceda a enseñarnos de sus interioridades financieras si no podemos contrastarlo y, lo que es peor, si no podemos juzgarlo en el caso de que, como su padre Juan Carlos I y la borbonía en general, aparezcan irregularidades o presuntas ilegalidades. A las republicanas, en realidad, nos dan igual los gestos que el monarca tenga a bien conceder a sus súbditos, como una dádiva a quienes piden con las manos extendidas un país sin corrupción, con justicia social plena, y les vierten las migajas del banquete de palacio», continúa.

«Lo único que nos importa a las republicanas son los valores de esta forma de entender el Estado, particularmente, la igualdad. Y es imposible hablar de igualdad con una institución hereditaria, que además, chapotea en la corrupción desde hace siglos», declara Pardo de Vera.
Esta columna surge después de que Felipe VI declarara este pasado lunes que su patrimonio es de 2’5 millones de euros, pero la realidad es que hay parte de los gastos y patrimonio de la monarquía que no es posible desglosar debido a la falta de transparencia. Y es que por mucho que se nos venda la idea de transparencia, la Casa Real está muy lejos de ella. La Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno sí incluye en su ámbito de aplicación a la Casa Real, pero no a los integrantes de la Familia Real.
De esta manera, no existe una obligación administrativa de responder a una solicitud de información relativa a cualquiera de sus miembros – Felipe VI, la reina Leticia, las infantas Leonor y Sofía, el Rey emérito Juan Carlos I y la reina emérita Sofía. Además, éstos tampoco son considerados altos cargos de la Administración General del Estado.
«¿Cuántas veces pueden los reyes en España permitirse no ser ejemplares, haber delinquido incluso, sin que les pase nada, como a la mayoría de los y las ciudadanitas de a pie? Todas. Son inviolables y están protegidos por el sistema político de los restos del bipartidismo, aún mayoritario», se cuestiona y responde de forma mordaz.
«La monarquía es hoy el edificio enfermo que envenena al resto de instituciones del Estado con sus emanaciones tóxicas para la democracia: empeñarse en mantenerla obliga a los partidos mayoritarios a tapar delitos y comportamientos poco ejemplares, a aprobar medidas que respalde la propia monarquía para blanquearse o a declarar ideologías de primera y de segunda, partidos políticos de primera y de segunda (ERC, EH Bildu, Junts, Cup y BNG) y, lo que es más grave, ciudadanos/as votantes de primera y de segunda. Eso sí es inconstitucional. Radicalmente», concluye Pardo de Vera.
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