16 Ene 2025

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Alto el fuego, ¿y ahora qué?
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Alto el fuego, ¿y ahora qué? 

¿Cómo puede un actor que financia y arma al Ejército israelí presentarse como árbitro neutral?

El acuerdo alcanzado entre Israel y Hamás bajo la mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos marca el inicio de una tregua de 42 días, pero no nos engañemos: esto no es el fin del sufrimiento para la población gazatí ni para las comunidades israelíes afectadas. Se trata de un intercambio de piezas en un tablero donde las vidas humanas se devalúan a cada paso.

Durante esta primera fase, Hamás liberará a 33 rehenes israelíes, mientras que Israel se compromete a la liberación de hasta un millar de presos palestinos, entre ellos mujeres y menores. Parece un gesto humanitario, pero no es más que un cálculo estratégico. Estos movimientos están diseñados para ganar tiempo, no para garantizar la paz. Israel continuará manteniendo el control militar en zonas estratégicas como el corredor de Filadelfia, mientras que las zonas más devastadas de Gaza siguen siendo un escenario de miseria y desplazamiento.

En paralelo, las grandes potencias celebran su papel como mediadores, ignorando que sus manos están manchadas de complicidad. Estados Unidos, en particular, se posiciona como garante del acuerdo, pero ¿cómo puede un actor que financia y arma al Ejército israelí presentarse como árbitro neutral?

Además, la liberación de rehenes no aborda el problema de fondo: la ocupación, el asedio y la colonización continúan siendo el eje central del conflicto. Las promesas de reconstrucción suenan huecas en un contexto donde la destrucción es cíclica y premeditada.


LA ZONA DE AMORTIGUACIÓN: UN NUEVO MURO INVISIBLE

Mientras los focos mediáticos se centran en los detalles del intercambio de rehenes, poco se habla de las consecuencias de la llamada “zona de amortiguación”. Esta franja despoblada, que abarca 800 metros a lo largo de las fronteras norte y este de Gaza, no es más que otra forma de despojo territorial. Bajo la justificación de la seguridad, miles de familias gazatíes han sido desarraigadas una vez más, perpetuando una lógica de apartheid y segregación.

La narrativa oficial habla de medidas temporales, pero la historia reciente demuestra que lo provisional en Gaza se convierte rápidamente en permanente. Estas zonas “desmilitarizadas” son, en realidad, un eufemismo para justificar la ocupación militar y el control absoluto sobre la población palestina. Mientras tanto, las autoridades israelíes continúan construyendo su narrativa de defensa, obviando que las condiciones de vida en Gaza son el resultado directo de un bloqueo que ya supera los 15 años.

Por su parte, Hamás utiliza estas negociaciones para reforzar su posición política, tanto interna como externamente, sin abordar el impacto devastador de sus propias políticas sobre la población palestina. Ambas partes juegan al ajedrez con la vida de millones, mientras las víctimas se acumulan en ambos lados.


PRÓXIMOS PASOS

Los pasos tras el fin de los ataques
Implementación de la primera fase (42 días):

  • Liberación de rehenes: Hamás entregará a 33 rehenes israelíes.
  • Retirada de tropas israelíes: Se retirarán progresivamente de los núcleos poblados de Gaza.
  • Regreso de civiles palestinos: Los gazatíes desarmados podrán regresar al norte de la Franja.
  • Liberación de presos palestinos: Israel liberará a un número no especificado de detenidos.

Negociaciones para fases posteriores:

  • Segunda y tercera fase: Iniciarán tras los primeros 15 días, con el objetivo de un alto el fuego permanente y la retirada completa de Israel de Gaza.
  • Condiciones adicionales: Hamás deberá comprometerse a no cruzar a territorio israelí.

Supervisión internacional:

  • Países garantes: Qatar, Egipto y EE. UU. establecerán un equipo en Egipto para monitorizar el cumplimiento.
  • Presión internacional: La comunidad internacional insistirá en la entrada de ayuda humanitaria a Gaza.

El acuerdo, presentado como un paso hacia un alto el fuego permanente, no ofrece garantías reales de paz. El problema no es la falta de negociación, sino la desigualdad de poder y la falta de voluntad para abordar las raíces del conflicto. Lo que se necesita no es una tregua más, sino el fin del apartheid, el fin del asedio y una solución basada en la justicia y la igualdad de derechos para todas las personas en la región.

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