El nacionalbolchevismo es una corriente ideológica surgida en los años 20 en Alemania y que intentaba unir elementos relacionados con el comunismo de tipo marxista-leninista con elementos de la extrema derecha y/o del fascismo.
Artículo de Adrián Juste para Al Descubierto
La clasificación de las ideas políticas lleva siendo motivo de controversia prácticamente desde que se empezaron a utilizar los términos izquierda y derecha. Estas etiquetas se emplearon durante la Revolución Francesa, en 1789, donde los grupos más progresistas se sentaron a la izquierda de la recién creada Asamblea Nacional y los más conservadores se sentaron a la derecha.
Si bien la creación de las democracias occidentales modernas reside precisamente en este modelo político surgido a raíz de esta y otras revoluciones liberales, la definición de izquierda y derecha ha variado con el paso del tiempo en función del contexto de la época y de la irrupción de nuevas ideas.
En un principio, se utilizaba únicamente para definir a los grupos que apostaban por una ruptura con el feudalismo, el absolutismo monárquico y la sociedad estamental del Antiguo Régimen de aquellos que o bien buscaban una reforma, o bien directamente preservar este sistema.
Sin embargo, una vez desarrollado el parlamentarismo propio del Estado moderno, la aparición del movimiento obrero trastocó todos los esquemas. Las ideas anarquistas, socialistas y comunistas redefinieron el espectro, dividiendo a los liberales, que se fueron desplazando a la derecha del tablero político llegando a compartir asiento con las ideas más conservadoras e incluso con la extrema derecha.
A lo largo del siglo XX, además, la complejidad de los problemas sociales ha ido provocando que los clásicos ejes discursivos de la política, como la cuestión obrera o la economía, se desplazaran hacia otros puntos, desarrollando nuevas perspectivas y demandas no necesariamente adscritas a un espectro concreto, como la defensa del medio ambiente.
Incluso la aparición del fascismo en los años 20 y 30, incluyendo las ideologías de inspiración fascista como el nacionalsindicalismo (falangismo), el nacionalcatolicismo (franquismo) o el nacionalsocialismo (nazismo) trastocó en su momento la forma de concebir la política al definirse como de “Tercera Posición” o “tercerposicionistas”, al declararse anticapitalistas y anticomunistas.
Es por eso que en el último siglo se han dado extrañas mezclas ideológicas, así como nuevas propuestas para clasificar las ideas políticas, en general sin demasiado éxito.
Así, si bien es cierto que el ecologismo y la defensa de los animales choca de lleno con la derecha conservadora y liberal al plantear un cambio social y regulaciones económicas, existe algún que otro partido verde de derechas, como el Partido Verde de Hungría. Por poner un ejemplo.
No obstante, que una organización política asuma ideas aparentemente contradictorias no es tan extraño. Lo verdaderamente peculiar en este caso es el desarrollo de nuevas corrientes ideológicas a partir de otras que, por su propia naturaleza, son opuestas, lo que la ciencia política describe como sincretismo político.
Estas perversiones ideológicas, curiosamente, asientan sus bases en postulados ultraderechistas. Aunque en general son bastante minoritarias e incluso desconocidas para la gran mayoría, tienen su público, sus raíces históricas y su sustento teórico, por muy extraño que pueda parecer en un principio.
En su mayoría, eso sí, han sido intentos de personalidades y organizaciones de extrema derecha por apropiarse de determinadas ideas, conceptos o movimientos comúnmente asociados a la izquierda política, ya fuera porque estaban de moda y así poder ganar adeptos, ya fuera porque en realidad percibían cierto atractivo en ellos pero se negaban a renunciar a su ideología base.
En otras ocasiones, aunque más minoritarias, parecen intentos reales de sustentar ideas de la derecha radical con conceptos progresistas que presentan algún hilo conductor.
Y, por supuesto, existen auténticas aberraciones que, en general, carecen de sentido y sirven para poco más que mofa y, quizá, el minuto de gloria del iluminado o la iluminada de turno.
Algunos ejemplos son el veganismo nazi o movimiento veganista, el ecofascismo o el anarcocapitalismo.
Sin embargo, de entre todas estas perversiones, la que más atención ha llamado en los últimos años es el nacionalbolchevismo, abreviado como “nazbol” y también llamados nazis comunistas.
¿Qué es el nacionalbolchevismo?
El nacionalbolchevismo es una corriente ideológica surgida en los años 20 en Alemania, es decir, desde la misma génesis del nazismo, que intenta unir elementos relacionados con el comunismo de tipo marxista-leninista (es decir, el comunismo promulgado por el líder y dictador soviético Iósif Stalin) con elementos de la extrema derecha y/o del fascismo.
El nombre surge precisamente de unir la palabra “nacional”, característica de las corrientes fascistas de los años 20, con la palabra “bolchevique”, nombre que recibía la facción comunista liderada por Vladímir Lenin que tomó el poder durante la Revolución rusa de 1917 y que derivó en la creación de la Unión Soviética (URSS).
Aunque esta corriente ha cambiado con el tiempo y también dependiendo del área geográfica o incluso de quien intentara describirla, en general, del comunismo cogen la estatificación y colectivización de la actividad productiva para la instauración de una economía marxista y así acabar con la lucha de clases, mientras que del fascismo adoptan el ultranacionalismo y, en ocasiones, el supremacismo cultural y/o étnico derivado de él.
Además, rechazan el parlamentarismo y el modelo de democracia occidental, abogando por métodos revolucionarios a través de la movilización y, si es necesario, el uso de la violencia para la instauración de la dictadura del proletariado.
En este sentido, suelen fijarse en las acciones políticas del gobierno de Stalin (1924 – 1953), el cual eliminó todo rastro de pluralismo y libertad política a través de una represión totalitaria y personalista.
También rechazan el revisionismo de la teoría marxista, plegándose al marxismo-leninismo tradicional, al tiempo que adoptan en ocasiones el ultraconservadurismo social propio del fascismo, por lo que suelen rechazar otros movimientos izquierdistas que buscan igualdad y justicia social fuera de su percepción.
Así, suelen argumentar que el feminismo, el antirracismo, el ecologismo o el movimiento LGTB, así como la socialdemocracia u otras corrientes comunistas e izquierdistas, en el fondo sirven al sistema capitalista y no responde a las necesidades reales de la clase obrera del país.
No obstante, de nuevo, estos elementos pueden variar de un momento a otro.
¿De dónde viene el nacionalbolchevismo?
El nacionalbolchevismo, en realidad, al menos tal cual se le conoce hoy día, es una definición muy reciente a raíz de la fundación en 1992 del Partido Nacional Bolchevique de Rusia por el popular escritor ruso Eduard Limónov, admirador de Stalin y de Bakunin que contó con aliados como Alain de Benoist, el ideólogo francés del movimiento de la Nueva Derecha y considerado el antecedente de la alt-right; o Vladímir Vólfovich Zhirinovski, líder del ultraderechista Partido Liberal-Demócrata de Rusia.
Es más, la bandera del partido era literalmente la misma que la del nazismo pero con el símbolo comunista de la hoz y el martillo en lugar de la esvástica.
En primer lugar, es muy importante aclarar que las diferentes corrientes comunistas y la izquierda en general se caracterizan, al menos de forma global y desde su mismo génesis, por ser internacionalistas.
Esto significa que, por encima de las naciones, lo que une a las personas es su posición dentro de la lucha de clases y que, el trabajador alemán, francés o español, comparten una misma opresión y unas mismas reivindicaciones.
Es por eso que las izquierdas en general se han mostrado contrarias al nacionalismo, salvo excepciones. En general, teóricos izquierdistas han considerado que la causa nacionalista termina favoreciendo a los intereses de las élites económicas y políticas y enfrentando a la clase obrera.
Por ejemplo, el discurso de la ultraderecha contra la población migrante obedece a esta misma retórica.
Es por eso que los países que han tratado de adoptar un régimen comunista han usado banderas similares, o una misma iconografía para sus países. El desarrollo de alianzas internacionales, de hecho, está presente desde el minuto uno.
No obstante, el nacionalbolchevismo reniega del internacionalismo típico de las izquierdas y aboga por la construcción de un estado comunista pero uniéndolo al ultranacionalismo e ideas nacionalsocialistas, como el ultraconservadurismo y el rechazo a la democracia representativa.
Bien pues, resulta que, a principios del siglo XX, mientras se fraguaba la Revolución bolchevique en Rusia, hubo quienes no compartían esta idea del internacionalismo. En aquel momento, los partidarios de derribar el régimen absolutista y feudal de los Zares del Imperio Ruso e instaurar un nuevo orden se dividían en muchos grupos.
Dentro de los propios comunistas, existían varias corrientes, una cuestión a menudo ignorada y que es vital para entender el posterior desarrollo de la URSS y la evolución del movimiento obrero en el mundo.
Karl Radek era uno de esos comunistas, del Partido Bolchevique además, quienes abogaban por una revolución con cariz nacionalista. Terminó asesinado en 1939 por su cercanía con Lev Davídovich Bronstein, conocido en castellano como León Trotsky, principal opositor del líder de la Unión Soviética (URSS) creada tras el triunfo de la revolución y la muerte de Lenin en 1924, Iósif Stalin.
Sin embargo, el término “nacional-bolchevismo” en realidad nació en Alemania. Empezó a usarse de manera peyorativa por la ultraderecha hacia aquellas personas que abogaban por una alianza entre la República de Weimar (nombre del sistema de gobierno alemán entre 1918 y 1933) y la recién nacida URSS, pues a Rusia se le seguía viendo enemiga no solo por el nuevo gobierno comunista, sino por haber combatido a Alemania durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).
No obstante, entre 1918 y 1919, los sindicalistas Heinrich Laufenberg y Fritz Wolfheim, dirigentes del Consejo de Obreros y Soldados de Hamburgo, comenzaron a hablar del término “revolución nacionalista” en contraposición a la “revolución comunista” y se enfrentaron a la Liga Espartaquista, grupo marxista liderado por la conocida teórica Rosa Luxemburgo (entre otras personas) para derrocar la República de Weimar e instaurar un régimen comunista en Alemania.
Estos mezclaban también características tanto del ultranacionalismo de la extrema derecha de la época como elementos comunistas y socialistas.
Pero el primero en apropiarse del término como un concepto político fue el periodista Karl Otto Paetel. Tras militar en movimientos conservadores que abogaban por una “revolución nacionalista”, trató de alejarse de las posiciones nazis creando el Gruppe Sozialrevolutionärer Nationalisten. Grupo al que, por cierto, se unieron Laufenberg y Wolfheim.
El escritor, periodista y activista Ernst Niekisch, sin embargo, fue el que más contribuyó a diseminar esta extraña perversión ideológica, sintetizando ideas del socialismo revolucionario y el ultranacionalismo volksich, aunando una voraz crítica al capitalismo con ideas supremacistas, antisemitas, antidemocráticas y socialistas, en una revista llamada Widerstand.
El logo de esta revista, un águila con una espada en una garra y una hoz en otra, inspiró otras organizaciones nacionalbolcheviques.
Todos los anteriormente mencionados se caracterizaron posteriormente por una radical oposición al régimen nazi, al que consideraban haberse vendido al capital.
Aunque ahora esta terminología y mezcolanza de propuestas pueda parecer extraña, hay que tener presente que aquellas décadas supusieron enormes cambios a nivel geopolítico, lo que llevó a redefinir buena parte de los consensos estipulados sobre la teoría política.
El movimiento obrero estaba de moda y el nacionalismo también, así que no parecía descabellado unir elementos de ambas posturas. Nuevas ideas e iniciativas nacían a cada paso, tratando de darse sentido a sí mismas y buscar su lugar en el panorama político y social.
El strasserismo: el “ala izquierdista” del nazismo.
En pos de dicho objetivo, pronto llegaría el máximo exponente de este intento de aunar nazismo con la izquierda: Otto Strasser y su hermano Gregor Strasser.
Ambos, venidos desde colectivos socialistas, trataron de defender un nacionalsocialismo (nazismo) más social que nacional, defendiendo el parlamentarismo, las libertades civiles básicas (como la libertad de expresión) y rechazando el totalitarismo fascista.
A su tendencia ideológica, tan particular, se le conoce como strasserismo, y se diferencia de los “nazbol” en que no rechazan las libertades básicas ni la democracia representativa, entre otras cuestiones.
Normalmente, el strasserismo es considerado uno de los ejemplos más coherentes de sincretismo político. O, al menos, el que mayor recorrido ha tenido, pudiendo haber cambiado radicalmente el curso de la Historia.
Gregor Strasser, quien contribuyó a la expansión del partido nazi con sus ideas izquierdistas llegando incluso a disputar el liderazgo de Adolf Hitler, fue apartado del partido acusado de “la bolchevización política de Alemania” y asesinado más tarde en la Noche de los cuchillos largos, nombre que recibe la noche en que rivales políticos del nazismo fueron asesinados prácticamente de una sola vez para consolidar el liderazgo de Hitler.
Su hermano Otto sobrevivió y, tras exiliarse durante años, regresó y fundó el partido Unión Social Alemana, pero se disolvió en 1967 por falta de apoyos.
Los hermanos Strasser tuvieron sus homólogos en la italia fascista de Benito Mussolini en las figuras de Niccola Bombacci y Enrico Ferri, quienes, provenientes del Partido Socialista Italiano y del Partido Comunista Italiano respectivamente, trataron lo que denominaron “socialización fascista”.
El intento de Bombacci de hacer virar el fascismo a la izquierda acabó con su asesinato por el régimen de Mussolini (Ferri había fallecido de muerte natural en 1929).
Strasser sirvió de inspiración para una larga tradición de organizaciones y partidos. En 1979 hasta su ilegalización en 1995 se fundó el Partido Obrero Alemán de la Libertad (FAP) de inspiración strasserista.
El nacionalbolchevismo moderno
En 1948 se creó el Frente Europeo de Liberación (ELF) que, aunque se disolvió en 1956, volvió a surgir en 1990. Este frente agrupa a partidos y organizaciones que tratan de que esta perversión ideológica de ideas socialistas, ultranacionalistas y supremacistas funcione de alguna forma.
Destacan la Alternativa Europea-Liga Social Republicana, con sede en Cataluña, España, que adopta el logo de la revista Widerstand y que sistematiza su ideario en el libro Fascismo Rojo (1998); el Movimiento Social Republicano, escisión de Alternativa Europea, ya disuelto; Devenir, en Bélgica; Revolution, en Grecia; y, como no, el Partido Nacional Bolchevique de Rusia.
El Partido Nacional Bolchevique fue fundado en 1992 por el afamado escritor Eduard Limónov, fallecido en 2020. Limónov buscaba que construir una Rusia comunista y nacionalista, recuperando todos los territorios rusos perdidos y buscando la justicia social.
El escritor Aleksandr Guélievich Dugin también formó parte del partido (hasta 1998) y en su artículo de 1997 titulado Por un fascismo rojo y sin fronteras, aboga por “un genuino, auténtico espíritu radicalmente revolucionario y fascista en Rusia”.
Dugin, considerado ideólogo del nacionalbolchevismo moderno, en su ensayo Cuarta teoría política (2009), argumenta que tanto el liberalismo, como el comunismo, como el fascismo han fallado y que el nacionalbolchevismo sería la Cuarta Posición y, por supuesto, la teoría definitiva (en alusión al fascismo, que al momento de nacer se denominó a sí mismo “Tercera Posición”).
Los nacionalbolcheviques modernos recuperan también las figuras de Niekisch, Ferri o Bombacci y tratan de aunar los elementos de la extrema izquierda con la extrema derecha para oponerse al libre mercado y al capitalismo.
El escritor añade además tintes mitológicos y ocultistas similares a los empleados por el nazismo, hablando del supremacismo étnico de Eurasia (unión geográfica y política de Europa y Asia). De hecho, Dugin fundó en 2002 el Partido Euroasiático, considerado escisión del Partido Nacional Bolchevique, que ha ido escorándose cada vez más hacia la ultraderecha.
Analistas rusos coinciden en que la política exterior de Vladimir Putin, líder de Rusia, especialmente con Finlandia y Ucrania, están influenciadas por las ideas de Duguin.
En 2010, el Partido Nacional Bolchevique se disolvió y algunos de sus afiliados fundaron La Otra Rusia, una organización que ha girado bastante más a la izquierda que su predecesora, considerada mayoritariamente como de extrema izquierda, si bien analistas coinciden en que sigue siendo de facto una formación sincrética.
Otro conocido partido “nazbol” moderno es el Parti Communautaire National-Européen (PCN) de Bélgica, fundado en 1984, inspirado en las ideas del político neonazi Jean-François Thiriart.
¿Puede ser la izquierda reaccionaria?
Cada uno de los ejemplos mostrados anteriormente tienen sus diferencias entre sí. Algunos hacen más énfasis en la cuestión nacional, otros en el marxismo y otros en el ataque al resto del espectro de la izquierda. La mayoría renuncia a la política partidista y al parlamentarismo, pero otros aceptan usarla como herramienta.
De hecho, analistas y expertos en ciencia política a menudo se limitan a clasificar esta mezcla de ideas contradictorias en el sincretismo político, sin atreverse a colocar una etiqueta o un concepto concreto.
A menudo, este sincretismo tiene sentido desde un punto de vista histórico y contextual, como sucede en la izquierda nacionalista o soberanista cuando se sostiene desde la oposición al imperialismo o a un ataque externo (o se argumenta como tal). Por eso buena parte de los movimientos progresistas en América Latina tienen tintes nacionalistas, por ejemplo.
Sin embargo, por el momento, la realidad es que este intento de mezclar neofascismo con comunismo soviético no deja de ser eso: una perversión ideológica de la extrema derecha.
De hecho, estas organizaciones son calificadas por la mayoría de analistas como grupos violentos, ultraconservadores y ultraderechistas que, aunque se centren en reivindicaciones de carácter obrerista, no dejan atrás su cariz fascista y rompiendo con los principios e ideales comunistas e izquierdistas básicos.
Casualmente, todos los ideólogos modernos del nacionalbolchevismo han bebido de las ideas de la Nueva Derecha promovida por Alain de Benoist comentada anteriormente y que ha terminado por configurar una nueva ultraderecha disfrazada de modernismo, anti-establishment y defensora de la libertad, la llamada alt-right.
Y todos formaron parte de GRECE, el think tank creado en 1968 por Alain de Benoist para la configuración de esta “nueva derecha”.
Como añadido, desde prácticamente todos los puntos de vista defendidos desde el espectro de la izquierda, las condiciones materiales que provocan una relación de poder entre el propietario de los medios de producción y el trabajador, es decir, las llamadas desigualdades de clase, se apoyan también en otros ejes de opresión que hunden sus raíces en discriminaciones estructurales e históricas.
Esto quiere decir que, si desde la izquierda se reivindica una sociedad igualitaria, justa, libre y democrática, no tiene ningún sentido rechazar el internacionalismo, el feminismo, el antirracismo o el activismo LGTB, movimientos intrínsecamente progresistas que, además, tienen su principal antecedente en el movimiento obrero, y mucho menos señalarlos como enemigos.
Por lo tanto, no se puede tildar de izquierdista un movimiento o una corriente ideológica que las califica estas ideas como enemigas, por mucho que se argumente que obedecen a lógicas capitalistas y se aluda al marxismo o al marxismo-leninismo clásico (que, por cierto, nunca estuvo en contra del feminismo, por ejemplo).
“El movimiento obrero femenino se plantea como tarea principal luchar por la igualdad económica y social de la mujer, y no solo por la igualdad formal. Lo fundamental es incorporar a la mujer al trabajo social productivo, arrancarla de la “esclavitud doméstica…” – Vladimir Lenin, 1920 en el Día Internacional de la Mujer.
Incluso cuando se pueden ver ejemplos como el Movimiento 5 Estrellas de Italia, la Francia Insumisa o el Partido Socialdemócrata de Dinamarca que han decidido incorporar discursos racistas y xenófobos para no perder popularidad, e incluso aliarse con la extrema derecha, hablar en estos casos de una nueva corriente ideológica y que no se considere derechista resulta todavía un tanto inverosímil.
Así pues, aunque hoy en día sigue siendo una cuestión sumida en la controversia, el “nacionalbolchevismo” o “nazbol”, a veces definido como “izquierda reaccionaria” o despectivamente como “trueleft” (verdadera izquierda), y aunque hay quien lo considera un híbrido sin definición concreta, no es más que una extrema derecha revestida de obrerismo y contradicciones insostenibles que hay que dejar Al Descubierto.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto de portada: Miembros del Partido Nacional Bolchevique de Rusia sosteniendo su periódico ‘Limonka’ en una protesta en Moscú. Autor: Evstafiev, 12/04/2006. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.5.)
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