Cuando Washington exige obediencia y Europa calla, alguien tiene que decir basta.
EL NEGOCIO DE LA GUERRA
Donald Trump ha vuelto a levantar el puño, esta vez apuntando directamente a España. “Tal vez deberían expulsarlos de la OTAN”, dijo en una rueda de prensa junto al presidente de Finlandia. No es una broma, ni una ocurrencia más del magnate convertido en presidente: es la advertencia de quien pretende que Europa se arrodille ante el nuevo dogma militar.
Trump exige que todos los países miembros destinen el 5% de su PIB a gasto militar. No al 2%, como hasta ahora. Cinco veces más presupuesto para tanques, cazas y misiles. Cinco veces menos para hospitales, escuelas y pensiones. Lo llama seguridad. En realidad, es obediencia.
España fue uno de los pocos Estados que rechazó esa barbaridad. El Gobierno alegó algo tan elemental como que “sería incompatible con el Estado del bienestar”. Y es cierto: no hay presupuesto que aguante semejante desvío de fondos sin hundir la sanidad pública o el sistema de cuidados. Pero Trump no entiende de derechos, solo de negocios. Porque eso es lo que representa: la conversión de la guerra en un mercado global y de la OTAN en su agencia comercial.
Desde el despacho oval, el multimillonario exige fidelidad a golpe de amenaza. Como si la soberanía se midiera en aviones de combate y no en derechos conquistados. Como si cada recorte social fuera un tributo a Washington. Su mensaje es claro: quien no paga, no pertenece al club.
EL SILENCIO EUROPEO Y LA OBEDIENCIA INTERNA
El Gobierno español ha respondido con “tranquilidad”. Un término que en diplomacia significa miedo. La Moncloa insiste en que España “cumple sus objetivos de capacidad tanto como Estados Unidos”, como si eso bastara para calmar al emperador. Mientras tanto, tres mil efectivos españoles siguen desplegados en misiones de la OTAN que nadie votó, bajo mandos que nadie eligió.
La reacción del PP fue previsible: Feijóo ha hecho su papel de eco servil, responsabilizando a Sánchez y no al chantajista. “España es un socio creíble”, dijo, pero añadió que “Sánchez no es de fiar”. En otras palabras: prefieren ponerse del lado de Trump antes que del de su propio país. Esa es la derecha patriótica, la que confunde soberanía con sumisión.
Europa, por su parte, guarda un silencio cómplice. Ni una sola voz relevante se ha levantado contra la idea de multiplicar el gasto militar mientras millones de personas en el continente viven al límite. El nuevo objetivo del 5% fue aprobado “por unanimidad” en la cumbre de la OTAN en junio. Solo España y unos pocos países periféricos se abstuvieron.
Y aquí está el verdadero problema: la guerra se ha convertido en el centro del proyecto europeo. La crisis climática, la vivienda, la pobreza energética… todo puede esperar. Lo urgente, dicen, es invertir en defensa. Lo que no explican es que esa “defensa” se traduce en contratos para empresas como Lockheed Martin, Rheinmetall o General Dynamics. No es seguridad, es especulación con sangre.
España hace bien en resistirse a esta locura. Porque gastar el 5% del PIB en armas no nos hará más libres, solo más pobres y más dependientes.
Porque ningún país debería dejar de construir hospitales para fabricar misiles.
Porque el verdadero valor de un pueblo no se mide en tanques, sino en dignidad.
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En esto estoy de acuerdo con Sánchez . Con sujetos como Donald Trump al mando de EEUU el mundo está en peligro.